Paul McCartney presentó su pasado y su presente ante una multitud de todas las edades en su tercera visita al país
Jueves 19 de mayo de 2016
Escasos minutos antes de las 21:15 se presentó en el Estadio Único de la Plata con su estilo inglés: sobriedad, prolijidad y el ímpetu legitimado por sus más de 50 años de trayectoria con 55.000 personas gritando emocionadas. Acompañado por su sólida e impecable banda, irrumpió en la fría noche platense de un día laboral con un clásico a tono: A Hard Day’s Night. Ovación, aceptación masiva y aplauso del público, siguió con Save Us, obra de su último álbum, New. Can’t Buy me Love retomó la senda de la nostalgia. Hubo lugar para Letting Go, de The Wings; Temporary Secretary, una extraña pieza electrónica de los 80’s. Continuó con uno de sus clásicos de The Wings, Let me Roll it, y remató la escena con una breve zapada al estilo Foxy Lady, de Hendrix, en la que demostró sus talentos con la guitarra eléctrica.
Paul despachó un español aparatoso pero simpático y correcto, prometió intentarlo pero advirtió que mayormente hablaría en inglés. Aseveró que la noche sería una fiesta, y así lo fue. El oriundo de Liverpool jugó con los cánticos locales y se sumó musicalmente al popular "Olé, olé...", también aportó acordes de blues al clásico "Oh" de las tribunas y el campo.
En una noche en la que se conjugaron las diferentes épocas musicales y vivencias personales de un artista de 73 años, hubo dedicatoria especial para su esposa actual, Nancy, en My Valentine; recuerdo conmovedor para la omnipresente Linda Eastman en Maybe I’m Amazed; Here Today en memoria de su relación con John Lennon y Something, en homenaje al gran George Harrison. Escenas acompañadas de imágenes de archivo, mostrando al oriundo de Liverpool con viejos compañeros de viaje desde la adolescencia hasta su adultez, del blanco y negro al color. Incluso sorprendió con canciones previas a los Beatles, cuando se hacían llamar The Quarrymen, y sonó In Spite of All Danger.
Puntos altos en emotividad con otra seguidilla de los Beatles: You Won’t See Me, Love me Do, And I Love Her, Blackbird. Pocos artistas pueden lograr pararse a los 73 años en frente de un estadio lleno con su voz y una guitarra acústica. Hubo espacio para otros históricos temas de la popular banda británica, intercalados con canciones de sus épocas de solista: Fool on the Hill, Lady Madonna, Eleanor Rigby, For the Benefit of Mr. Kite, Obladi Oblada. Luego, otra tanda emotiva antes del bis: Band on the Run, de The Wings; Back in the USSR, con estética neo-soviética en la pantalla; Let it be con un público en llanto; Live and Let Die en medio de un show de fuegos artificiales poco frecuente en nuestras latitudes post Cromagnon, y la emocional Hey Jude, bajo un juego de coros y comunión con un público que respondió el llamado.
Luego de un escueto descanso, Macca se despachó con Yesterday, probablemente su canción más conocida y reproducida. Punto aparte para Leila, una niña de 11 años que subió del público al escenario, junto a su madre -también fan-, Mariana. Paul ofreció firmarle un osito de peluche que llevaba la niña, pero Leila pidió tocar el bajo con él. Sorprendido, Paul le preguntó si había traído su bajo, instantáneamente la producción le acercó uno y tocaron Get Back. Una vez más, ovación para Paul, su banda, y la pequeña local.
Para el final y cerrar una verdadera fiesta, Birthday, y el medley de Abbey Road: Golden Slumbers, Carry that Weight y The End. El público, del campo a la platea preferencial, despidió al artista de pie, celebrando a una leyenda viva de la música.