La Antigua Lavandera, fabricante de conocidas marcas blancas de lejías como Neutrex, Conejo Y Estrella, pretende llevar la producción de Sant Adriá del Besós en Barcelona a Alcalá de Guadaira en Sevilla

Joe Molina Trabajador despedido de Panrico, Barcelona | @joemolina57
Miércoles 6 de marzo de 2019
La planta de Sant Adriá con una capacidad de producción de 130.000 toneladas anuales da trabajo a 56 empleados aunque solo funciona al 40%. Mientras, la de Sevilla que es capaz de producir 180.000 toneladas anuales, en este momento trabaja al 30%. Además el centro de trabajo está ubicado en terrenos de propiedad de la patronal, ambos aspectos son los argumentos que desde la empresa se señalan como motivos para el traslado.
Por su parte los trabajadores y trabajadoras reclaman que el traslado se realice a la fábrica que el mismo grupo tiene en Mataró (Barcelona) que también fabrica productos de limpieza, traslado que verían asumible por la proximidad comparado con un impensable traslado a Sevilla.
Para eso han iniciado movilizaciones desde este martes 5 de marzo ante la sede de Henkel, antigua propietaria y el próximo día 12 lo harán ante el ayuntamiento de Sant Adriá y volverán el 14 a las puertas de la sede de Henkel.
El objetivo es conseguir que la empresa se siente a negociar y encontrar una salida digna para la plantilla. Hasta ahora solo han recibido la información de que deberían trasladarse a la población andaluza, según informó CCOO en un comunicado.
La fábrica pertenecía a la multinacional Henkel hasta el año 2010 cuando fue vendida a Bluesun, grupo inversor al frente del cual está la sociedad de capital riesgo española PHI Industrial que a su vez se nutre de fondos de inversión internacionales.
Todo un entramado de inversores sin cara ni ojos, los llamados fondos buitre, capaces de manejar inmensas cantidades de dinero y buscando siempre una rentabilidad rápida, la ingeniería financiera que solo atiende a resultados aunque para ello deje a 56 familias más en la estacada.
Estos fondos inversores están en todos los sectores, no solo laborales, pues también están acaparando miles de viviendas a precios bajos (muchas veces gracias a las administraciones públicas) para después especular con ellas.
Recientemente el ayuntamiento de Barcelona multó con 2,8 millones a dos fondos buitre por tener dos edificios enteros con un total de 24 viviendas desocupadas desde hace más de 2 años, una gota de agua contra las medidas necesarias para acabar con esta especulación titánica que afecta de forma estructural a los sectores más precarios de la población.
También en el sector sanitario, tanto en sanidad privada como pública y en los servicios de atención a ancianos y personas dependientes llegan sus tentáculos. Su estrategia también en este sector es comprar y “sanear” las empresas que adquieren (disminuyendo salarios principalmente) para posteriormente venderlas al mejor postor. Estos recortes, destinados a aumentar la rentabilidad de las empresas con vistas a su reventa, repercuten directamente en la calidad de la asistencia que reciben los pacientes y suponen la precarización de las condiciones laborales y la reducción de plantillas.
Estos ejemplos muestran el carácter altamente especulativo de las inversiones de estos fondos: su objetivo no es dirigir una empresa de servicios sino ganar millones en operaciones de compraventa sin importar que el objeto de especulación sean derechos básicos como la vivienda o a sanidad ni los impactos sociales que se generen.