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Red Internacional
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Brasil. Un manifiesto de unidad para recontruir Brasil ¿Al servicio de quién?

Presentamos a continuación una polémica del Movimiento Revolucionario de Trabajadores de Brasil con el Manifiesto firmado por el PSOL junto al PT y otros partidos abiertamente burgueses.

Jueves 8 de marzo de 2018

Foto: Alessandro Dantas

El 20 de febrero se presentó un documento titulado Manifiesto Unidad para Reconstruir a Brasil, firmado por el PT, PCdoB, PSB, PDT y… el PSOL, a través de la Fundação Lauro Campos. Se trata de una “unidad” que solo “reconstruirá” los desvíos de las demandas más profundas y sentidas por los trabajadores brasileños. Como polemizamos en este artículo, el Manifiesto es un programa que se pretende unitario, incluyendo fundaciones dirigidas por partidos abiertamente burgueses como el PDT, PSB, además del PCdoB y el PT, y el propio PSOL vía la Fundação Lauro Campos.

Como no podía ser de otra manera, ante la composición de los firmantes, el Manifiesto es una propuesta de programa desarrollista burgués, extremadamente tímido por otra parte, que a pesar de la verborragia sirve incluso para garantizar las ganancias de los capitalistas. Se trata de una reedición de viejos preceptos reformistas de privilegiar el capital nacional e industrial, como si fuera posible separar el capitalismo financiero de los capitalistas productivos, una falacia absoluta. Intenta retomar el fundamento del ya inexistente BRICs, contra el capital especulativo y financiero, para así seguir bajo la dominación capitalista favoreciendo a una supuesta burguesía nacional. Como no es de sorprender, no existen menciones a estatizaciones o reversión de las privatizaciones. Menos aún plantea una clara posición de revertir la reforma laboral, o cualquier otro ataque concreto del golpista Temer que pesa sobre los trabajadores. Esto se debe a que no tienen ninguna intención de revertir nada de eso, sino todo lo contrario.

La presencia de partidos abiertamente burgueses, como son PDT y PSB, ya es un escándalo en sí mismo. El PDT es el campeón de las alianzas con los golpistas, ocupando 22 secretarías estaduales en 13 estados del país, en los que apoya a gobiernos como el del PSDB en Pará, MDB o PP. Eso sin hablar de que la mayoría de la “democrática” bancada del PDT en Río de Janeiro votó a favor de la política de intervención federal del golpista Temer, que está aumentando el número de muertos por la represión estatal, al tiempo que le sirvió a Temer para cambiar el foco del debate nacional de la reforma previsional hacia la represión. Por lo tanto, poner al PDT como “izquierda” es como mínimo escandaloso y cínico.

El PSB no se queda atrás. Habiendo sido uno de los partidos que más prefecturas conquistó en 2016, el PSB es conocido por sus intentos de descargar la crisis sobre la espalda de los trabajadores. Ocupan la vice-gobernación del gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, y hasta hace poco tenían en sus filas al presidente de la FIESP (Federación Industrial de San Pablo), Paulo Skaf. En la ciudad de Campinas, de la que es intendente Jonas Donizete, quieren despedir a miles de funcionarios de los hospitales públicos. Por otra parte, el PSB fue golpista hasta hace unos meses, ya que dejó de ser base de apoyo de Temer cuando este casi cayó tras el escándalo de las denuncias del frigorífico JBS. Pretender, entonces, que el PSB pueda significar algún avance, por más mínimo que sea, es por lo tanto un absurdo.

Esto por si solo ya basta para rechazar la unidad propuesta por el Manifiesto. Pero aún hay más... En el texto afirman que quieren rescatar el “acervo de realizaciones del ciclo progresista de 2003-2016, de los gobiernos de Lula y Dilma, entre los que se encuentran el avance de los indicadores sociales y la afirmación de la soberanía nacional”. Embellecen a los gobiernos de Lula y Dilma ocultando que ellos entregaron los recursos del país al imperialismo antes del golpe institucional, y garantizaron ganancias exorbitantes a los capitalistas, incluyendo –con mucho peso- a los bancos. Dilma, por ejemplo, votó antes del golpe institucional el proyecto elaborado por nada menos que José Serra, del PSDB, para entregar el pre-sal (yacimientos de crudo en aguas profundas) al imperialismo. Dilma también recortó 21 mil millones de reales en salud y educación para mantener las metas de “responsabilidad fiscal”, que no es otra cosa que el mecanismo para garantizar que sean los trabajadores los que paguen por la crisis que los capitalistas crearon. Por eso, este manifiesto defiende un programa vergonzoso de “mantener controlada la deuda pública y asegurar el equilibrio fiscal del Estado”. Por otra parte, durante los gobiernos de Lula la deuda pública, un verdadero botín billonario entregado como un regalo a los bancos en forma de intereses, creció un 105%. No en vano Lula se jactaba cínicamente de haber garantizado una era de oro a los banqueros, que acumularon 199.455 millones de reales de ganancias netas, superando lo obtenido durante los años de auge neoliberal de Fernando Henrique Cardoso.

Pero el Manifiesto no se detiene ahí. El Programa Nacional de Desestatización (PND), iniciado en los años 1990 con la privatización de la metalúrgica Usiminas, siguió durante los gobiernos de Lula y Dilma. En los gobiernos de Lula se llevaron adelante las concesiones para la exploración de energía, parte del PND. En 2003, en medio del primer mandato de Lula, se subastaron en la Bolsa de Valores de San Pablo concesiones para 11 líneas de transmisión en 8 estados, de la misma forma que se vendieron bancos estatales como el BEM (Banco do Estado de Maranhão). Dilma avanzó en la concesión de aeropuertos e hidroeléctricas, además de haber realizado recortes multimillonarios en el presupuesto de educación, antes de salir del gobierno por el golpe.

Del PCdoB nadie puede esperar algo distinto. El partido que llevó a Rodrigo Maia, quien destruyó la Ley de Contrato de Trabajo, como invitado de honor en su congreso partidario de 2017, se alió con el PSDB en el gobierno del estado de Maranhão. Quien quiera recordar momentos en que el PCdoB estuvo codo a codo con esas tenebrosas figuras políticas de los capitalistas puede verlo aquí.

Así, como decía Lenin, la práctica es el criterio de la verdad. Todas las veces en que los partidos burgueses hablan de "soberanía" podemos estar seguros que se trata de una falacia absoluta. Que en nada cambiará el intento de hacer que los trabajadores paguen por la crisis que los capitalistas crearon. El Manifiesto está lleno de una sucesión de frases abstractas y vacías, tales como "combatir las desigualdades sociales", que se intercalan con el único programa real de favorecer alas de los capitalistas nacionales que en nada se enfrentan al imperialismo. Tan es así que en el Manifiesto no existe ni la idea de una reforma agraria. Menos aún hablan de la reestatización de sectores clave de la economía, que fueron entregados por los gobiernos al imperialismo. El motivo es evidente. Siendo una plataforma que contiene partidos burgueses, no existe la menor disposición de enfrentarse a EE.UU. o a cualquier otra potencia imperialista, ni siquiera al capital financiero, al que los capitalistas industriales están fusionados y ligados por mil lazos.

En lo que se refiere a las demandas democráticas de los trabajadores y del pueblo, en medio de la actual escalada autoritaria, sea del Poder Judicial o del golpista Temer, los firmantes del Manifiesto se limitan a defender la "restauración de la Democracia, del Estado democrático de Derecho". Nosotros combatimos cada avance autoritario en esta democracia degradada, luchamos contra el golpe y sus ataques, pero lo hacemos de forma independiente del PT para que esta lucha pueda efectivamente llevarse a cabo, y partimos desde esta defensa para cuestionar todo este régimen podrido. En cambio, el objetivo del Manifiesto es restablecer la misma democracia degradada que culminó en el golpe institucional de 2016, y que mucho antes ya mostraba que no tenía nada de democrática para los trabajadores y el pueblo, como se expresa, por ejemplo, en la cárcel de Rafael Braga (símbolo de la persecución racista), o en el carácter profundamente anti-democrático del régimen en relación a los partidos y a las organizaciones de izquierda.

En cuanto al PSOL, que adhiere al Manifiesto con la firma de la Fundación Lauro Campos, se plantea un giro a la derecha. Las consecuencias de este giro serán el abandono de cualquier política de independencia de clase, ya que serían el ala izquierda de la conformación de una plataforma con partidos burgueses. Lo hacen, además, en un momento crucial en que urge que los trabajadores se organicen de forma independiente de los partidos burgueses y de los capitalistas, para dar una salida abiertamente anticapitalista y socialista a la crisis que asola al país. Nacido con un discurso de que sería una oposición a la izquierda al PT, ahora parte del PSOL pasa por encima de sus alas críticas internas y firma esta plataforma, que no sirve para otra cosa que para engañar a los trabajadores. Es un retroceso que, en lugar de proponer una "nueva izquierda", busca reeditar las viejas experiencias que ya han caducado desde hace mucho y que deben ser superadas, al tiempo que siguen dando pruebas de no servir para responder a los desafíos actuales. Si algo se refundará a partir de este Manifiesto es justamente el desvío de una salida de los trabajadores, basada en la vieja conciliación de clases, estrategia a la que el PT se aferra y que abrió el camino para el golpe institucional que llevó a la profundización de la crisis económica, política y social en la que nos vemos inmersos.

Aunque los alcances de este Manifiesto no son claros, resulta obvio que las bases del PSOL estén extremadamente preocupadas, dado que hay sectores en el interior de este partido que respaldan la unidad con petistas y burgueses, declarando que sería un frente político para actuar en conjunto en el Parlamento, y sostienen que “más allá de las estrategias y tácticas electorales del conjunto de los progresistas, una base programática convergente podría facilitar el diálogo para construir la unión de amplias fuerzas políticas, sociales, económicas y culturales que constituyan una nueva mayoría política y social” .

En la nota del Ejecutivo Nacional del PSOL sobre el lanzamiento del Manifiesto, afirman que “se trata de directrices políticas construidas por fundaciones partidarias para orientar las acciones parlamentarias y la necesaria unidad de acción en los enfrentamientos contra la agenda conservadora, impuesta en la actual coyuntura, que involucra el golpe parlamentario contra una presidenta electa, la realización de contrarreformas, como la laboral y la previsional, la congelación de inversiones en áreas sociales fundamentales, la intervención federal en estados, las privatizaciones del patrimonio público, y la propuesta polémica de implementar un sistema semiparlamentario en Brasil”.

La izquierda que se propone construir una alternativa a la izquierda del PT colabora con adversarios y enemigos de clase, al depositar energías en alianzas políticas basadas en manifiestos como este, que presentan una plataforma programática global para el país con partidos burgueses como el PDT y el PSB, y partidos como el PT y el PCdoB, que no representan ninguna alternativa a los trabajadores. Ningún “frente parlamentario” como este puede dar respuestas a los problemas de los trabajadores. Ni tampoco tener a Lula como mentor, como se expresó en el saludo durante el lanzamiento de la candidatura de Guilherme Boulos (dirigente del Movimiento de Trabajadores Sin Techo y candidato presidencial propuesto por la mayoría de la dirección del PSOL).

La izquierda tampoco debe cometer el error de aliarse con el autoritarismo judicial y los golpistas que se burlaron de la lucha por la defensa de los derechos democráticos elementales, implementando el golpe institucional en el país, y que ahora pretenden terminar de enterrar estos derechos impidiendo al pueblo decidir a quién votar, con la condena arbitraria de Lula.

No hay atajos para defender los derechos democráticos y sociales contra los golpistas que vienen pasando importantes ataques sin que se les presente una resistencia efectiva, por el control de las direcciones burocráticas. Es necesario dar la batalla para poner en movimiento al sujeto que pueda dar una salida a la crisis del país: la clase trabajadora, a través de los métodos de la lucha de clase, sin creer que por medio del parlamento se podrá obtener una salida progresista a los problemas de fondo de nuestra clase.

Esta perspectiva sólo se puede llevar a cabo a través de una lucha frontal contra los partidos burgueses, los falsos “progresistas” como el PDT y el PSB, pero también contra toda la burocracia sindical y política que controla y traiciona a los trabajadores, como el PT y el PCdoB, la CUT y la CTB, que impiden el surgimiento de un frente único obrero capaz de mover a las centrales patronales (Força, UGT, etc.).

Luego de la demostración cabal que dieron los trabajadores para enfrentar y derrotar las reformas antipopulares del gobierno, el 15 de marzo y, sobre todo, el 28 de abril del año pasado, la acción consciente de estas burocracias sindicales y de sus políticas se mostró como un factor decisivo para imponer la división de clases, mediante una vergonzosa tregua al gobierno que permitió aprobar la reforma laboral y dar continuidad al golpe y a su agenda de ofensivas.

Sin la unidad de los sindicatos en torno a un plan de lucha común para movilizar a las bases de trabajadores, no se podrán frenar los ataques en curso, ni revertir los que ocurrieron en el país a partir del golpe, y mucho menos avanzar hacia lo que se necesita en perspectiva: que nuestra clase pueda imponer un programa obrero de salida a la crisis, para que sean los capitalistas los que paguen por ella, en una perspectiva anticapitalista y socialista.

Los sindicatos y oposiciones sindicales vinculados a Conlutas y a Intersindical deberían coordinarse para rodear de solidaridad cada proceso de lucha y, apoyándose en esta coordinación, deberían fortalecer la exigencia de que los dirigentes de las grandes centrales sindicales salgan de sus cómodos sillones y se pongan al servicio de movilizar a sus bases para resistir.

Nuestra lucha como MRT es contribuir con esta perspectiva con todas las fuerzas que tengamos, construyendo y fortaleciendo una alternativa política socialista de los trabajadores, claramente independiente del PT y de Lula, con fuerza real en las luchas de la clase trabajadora que pueda ser un factor decisivo en este proceso.