Con la aplastante victoria del apruebo el pasado domingo son millones los que esperan el cambio de la situación en el país, sin embargo se mantienen las reglas del juego con represión y criminalización.
Domingo 1ro de noviembre de 2020
Este viernes la Plaza de la Dignidad volvió a concentrar manifestantes, sin embargo, la rápida y fuerte represión de la policía despejó la plaza dejando imágenes indignantes, como la agresión a la inofensiva “Tía Pikachu”, una avanzada que pretende sacarnos de las calles.
Criminalizar y reprimir. Esta es la fórmula del gobierno para atacar a quienes desconfían del proceso constituyente. No sólo hay represión en Plaza Dignidad. En la Araucanía, aprovechando la confusa muerte un Carabinero, el gobierno buscará mayor militarización.
Y suma a esto la vergonzosa acción de los medios, muestra de esto es el aberrante reportaje de Informe Especialque se encargó de criminalizar a la Primera Línea.
Así mismo los partidos de los treinta años se preparan para el periodo post plebiscito levantando a los viejos estandartes de la Concertación y la Derecha para copar la Convención con dinosaurios que impidan cambiar lo que por treinta años conservaron.
La derecha, aplastada por la masividad de la votación por el apruebo, no pierde tiempo e incluso desde la UDI discuten incorporar a José Antonio Kast para descomponer aún más la Convención.
En el parlamento se discute flexibilizar las normas para la participación de independientes, con lo cual pretenden abrirles una pequeña puerta y aparentar que todos podamos competir. Sin embargo, las reglas de competencia que otorgan enormes ventajas a los partidos tradicionales no cambian ni una coma.
Adicionalmente, el proceso constituyente empezará a mostrar más claramente las trampas y límites. Tanto por la imposibilidad de discutir diversos temas, como los tratados internacionales o sentencias judiciales, o el poder de veto que tendrá la minoría del rechazo gracias al quorum de dos tercios.
De esta forma, con trampas y represión, desde el gobierno a la oposición les beneficia el proceso, el cual asegura que ellos mantengan en control de la situación. La votación del plebiscito y la aplastante victoria del apruebo expresa los enormes anhelos que existen de cambiar la Constitución de Pinochet y su oscuro legado, pero tenemos que convertir esos anhelos en fuerza y organización. Con esa aplastante fuerza podemos conquistar los derechos que quedaron pendientes con la rebelión, liberar a los presos políticos y acabar con la impunidad del gobierno y la policía.
Pero no basta con retomar las calles de manera espontánea, debemos retomar la fuerza que expresó el paro nacional del 12 de noviembre, que unió la combatividad de la juventud y los sectores populares con la fuerza estratégica del movimiento obrero en perspectiva de avanzar a la huelga general para echar a Piñera e imponer una verdadera Asamblea Constituyente libre y soberana.
Si esta perspectiva es adoptada por las grandes organizaciones sindicales, como la CUT, dirigida por el Partido Comunista, podemos ir mucho más allá. Sin embargo, esta perspectiva no está en el plan del PC, ni de sus dirigentes sindicales ni de sus parlamentarios, quienes esperan desbordar el proceso constituyente mientras los sectores más reaccionarios del país se quedan mirando.
Retomemos el camino de la movilización y la lucha sin confiar en estas trampas, para esto nos preparamos desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios, y en esa perspectiva es que participaremos en el proceso constituyente, desnudando las trampas del proceso y agitando fuertemente la necesidad de la organización y la lucha, poniendo todas nuestras fuerzas en el objetivo de acabar con la herencia de Pinochet mediante un gobierno obrero que exprese las demandas más sentidas del pueblo.