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Red Internacional
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Un nuevo despido antisindical en Calsa

Un ex delegado y activista del STIA fue despedido de su trabajo en la alimenticia Calsa, en la localidad de Lanús. La Izquierda Diario reproduce la carta publicada por Albino Rivas

Sábado 24 de febrero de 2018 23:42

Ayer la gerencia de la alimenticia Calsa (multinacional ABF) decidió que pasara a formar parte de los miles de trabajadores y trabajadoras que se quedaron sin su fuente de ingresos para satisfacer la codicia de unos pocos.

Mi nombre es Albino Rivas, soy técnico químico y me desempeñé en varias fábricas a lo largo de mi vida. Hace 9 años ingresé como analista de insumos y empaque a Calsa, aunque mis tareas que siempre cumplí diligentemente, se extendieron a todos los sectores del laboratorio, según capricho de la empresa. El puesto por el que me contrataron ni siquiera existía antes de mi ingreso, tuve que levantarlo a pulmón y cabeza. En una empresa que en una década ha tenido varios cambios tecnológicos para aumentar su productividad, estos cambios fueron fuertemente dependientes de mi trabajo y del sector de calidad en general. Esto en una empresa donde los pallets de ingresos se cuentan de a miles por mes.

A pesar de esto, el gerente de RRHH (Fernando Calvo) y el gerente de planta (Andrés Domaica) usaron la excusa de una supuesta “baja performance” para despedirme. Pasé de ser un trabajador con el legajo impoluto (el único intento de apercibirme es por razones sindicales) a ser uno de los peores trabajadores de la planta. Aun así, mi despido es sin causa. El verdadero motivo pasa por otro lado.

Desde que ingresé, allá por el 2009, tuve el privilegio de formar parte de un proceso de recuperación de la dignidad obrera a través de varias conquistas materiales reales. Calsa, es una empresa con historial de romper columnas, y cuyo bufete de abogados *(Funes de Rioja)* dirige la cámara alimenticia COPAL. Aun así, a través de la lucha obrera logramos aumentos de hasta un 35% por encima del convenio en reconocimiento de las pésimas condiciones de trabajo. Este proceso tuvo su pico máximo cuando la empresa se decide a terminar con la organización de base de la planta despidiendo a 60 personas.

Ese 2014, durante esa batalla que duró más de 6 meses, 2 de los cuales fue con paro total y acampe en la puerta, yo fui delegado. Hicimos innumerables actividades, festivales, fondo de lucha y cortes entre ellos del Puente Pueyrredón. Impulsamos la solidaridad con otros conflictos de la zona, como Shell y Honda. Los 20 activistas que quedaron afuera tras el conflicto siguieron contando con mi apoyo político, teniendo que testificar en 7 causas de reinstalación. Por si fuera poco, Calsa me hizo una causa penal por supuesta coacción.

En el 2016 impulsé la construcción de una lista de oposición dentro del STIA provincia, la LISTA NARANJA, abriéndose el juego democrático por primera vez en 50 años en este gremio. Esto lo hice abiertamente de cara a la fábrica, y en ese momento es que me aperciben por mi militancia gremial.

Desde el 2014 hasta acá, siempre aporté a la organización obrera de base en calsa y en varias fábricas de alimentación. Además siempre impulsé la solidaridad con numerosos conflictos obreros de este y otros gremios.

En estos últimos 2 años, CALSA despidió por goteo, 30 compañeros, sin contar los innumerables tercerizados que dejaron su salud por contratos temporales 12hs diarias sin franco. Justo antes de las últimas elecciones sindicales, despidieron a mis dos compañeros delegados durante el 2014, desarmando una posible lista.

Así, a un año de quedarme sin fueros, y tras haberme trasladado a un sector inventado especialmente en un depósito, a 7 cuadras de la planta, esperaron a la parada anual para anunciarme mi despido.

Más allá de las particularidades de Calsa, esto forma parte de una oleada masiva de despidos (INTI, FAMAzul, Posadas, Stockl) con un cariz no solo económico sino claramente político. En decenas de lugares la burguesía, asustada por las jornadas de diciembre, se está sacando los activistas sindicales de encima. Pero lo que no saben, es que en estos quince años, nuestra construcción echó raíces antiburocráticas y combativas en la clase trabajadora.

Exijo que el STIA tome cartas en el asunto e impulse la lucha por mi reincorporación:

*Pido así mismo difusión lo más amplia posible de esta carta.*

*No más despidos.*

*Rechacemos en las calles a la Reforma Laboral.*