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Red Internacional
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FRANCIA ELECCIONES. Un panorama de la situación francesa en el espejo de las elecciones departamentales

Según el análisis de la televisión y los anuncios de los partidos ante los primeros resultados, el espectáculo parece más surrealista que de costumbre. No se sabría decir, a priori, quien de los tres (Valls, Le Pen o Sarkozy) ha ganado. Entre las artimañas publicitarias y la realidad política, ¿a quién creer? En este artículo presentamos panorama de la situación en Francia, en el espejo de las elecciones.

Viernes 27 de marzo de 2015

Fotografía : EFE

Valls, primer ministro socialista, se atribuye el mérito de frenar el avance del Frente Nacional, lo que ha servido sobre todo para movilizar al electorado socialista. Marine Le Pen, del derechista Frente Nacional, declara que su formación continua siendo el primer partido de Francia a pesar de que los resultados no son tan buenos como los anunciados por los sondeos antes de la primera vuelta. Sarkozy, de la UMP, presenta las elecciones departamentales como la primera etapa de una secuencia de victorias que le llevarán directo a la presidencia en 2017.

Para los socialistas, “es mejor que si hubiera sido peor”

Una cosa es segura. El farol que se ha tirado Valls en parte ha funcionado. Llamando a sus votantes a dar “pelea” frente a la amenaza LePenista, el primer ministro ha conseguido volver a movilizar a una parte de su electorado. Al mismo tiempo, mostrarse frente al “pueblo de izquierda” como la defensa más resuelta contra el FN.

“Consideráis que posiblemente soy de derechas en cuanto al plan económico, no estáis de acuerdo con mi política, pero desde el punto de vista de los valores, soy yo quien reúne a la izquierda.” Tal podría haber sido el eslogan de campaña de Valls, y ésta será la música que va a repetir con ganas de aquí al próximo domingo.

Hollande, por su parte, apuesta por el fortalecimiento de su figura presidencial, después de haber instrumentalizado las emociones suscitadas tras los atentados de París y el “espíritu del 11 de enero”, y ahora se prepara para hacer lo mismo con la catástrofe aérea de Germanwings.

De fondo, es la orientación Macron [el nombre del ministro que presentó un plan económico de ajustes] la que prevalece: se continúa con las contra-reformas. Para esto, se exagera “la ligera recuperación económica”, y se dramatiza la política por el otro. Para hacer olvidar lo que verdaderamente estructura la política del gobierno: continuar la ofensiva antiobrera, ubicándose como garante contra toda posible agitación en el mundo del trabajo y entre la juventud.

Los socialistas esperan que la patronal francesa se muestre agradecida hacia las presidenciales de 2017 y que las clases populares tengan la memoria corta y continúen confiando en Hollande frente al espantapájaros Sarkozysta.

Sin embargo, de conjunto, la primera vuelta del escrutinio es una bofetada para el gobierno, tanto en el plano simbólico como en términos políticos: secretarios de Estado y ministros que se presentaron en las elecciones no fueron electos en la primera vuelta; el PS estará ausente en más de un cuarto de los 2000 cantones donde habrá una segunda vuelta este domingo.

Los socialistas podrán estar felices si no pierden más de 20 departamentos de los 49 que tienen hoy, aunque el varapalo podría ser más severo con la pérdida de feudos y de bastiones históricos como los departamentos del Norte, el Gard [Sureste de Francia] o las Costas de Armor [Bretaña].

En este marco, los crujidos podrían transformarse en elementos de crisis, tanto en la derecha como en la izquierda. Para esta segunda hipótesis, sin embargo, aún hace falta que los trabajadores sean capaces de tener protagonismo. Para esto, no podrán contar más que con su propia movilización. La izquierda reformista, menos aliada al PS para estas elecciones que durante las municipales, pero surgida de las juntas departamentales que han administrado la austeridad en el último período, sufrió de lleno con el hundimiento del gobierno

¿El FN se confirma como primer partido de Francia?

La patronal puede considerarse más bien satisfecha. Por un lado, el fortalecimiento de la derecha presiona al gobierno para profundizar su política. Por otro lado, como lo titulaba el diario patronal Les Echos al día siguiente de la primera vuelta “el FN no es ya el primer partido de Francia”. El MEDEF (Movimiento de empresas de Francia) actualmente no necesita a Le Pen. Después de su resultado en las europeas, el redimensionamiento de la puntuación del FN es entonces una buena noticia para la patronal.

Los resultados de la extrema derecha demuestran sin embargo que Le Pen continúa avanzando y continua ganando influencia con sus posiciones sobre la inmigración, la identidad nacional y la seguridad, algo que alimentan tanto la izquierda como la derecha. Paralelamente, y es ahí donde ella hace la diferencia respecto al “antiguo FN”, utiliza un discurso “popular” en defensa del mantenimiento de redes de protección social y de empleo, que el gobierno destruye conscienzudamente. Se comprende, en este marco y ante la ausencia de toda alternativa de extrema izquierda, que el FN continue su avance, con el 30 al 40% de los obreros y empleados que le votaron, según algunas encuestas. El FN queda primero en 43 departamentos y sus candidatos estarán presentes en más de la mitad de los cantones donde habrá una segunda vuelta este fin de semana.

Así, el FN se fortalece en las zonas como el cuarto Nordeste o ciertos bastiones obreros situados fuera del arco de fuerza Sureste, tradicionalmente más favorables a la antigua extrema derecha. Sin embargo, para los trabajadores y para la juventud, seducidos por la radicalidad de la retórica del FN y sus falsas soluciones, votar por la extrema derecha es votar, en definitiva, contra sus propios intereses y fortalecer la pasividad social.

Una ola azul Sarkozysta

Con los buenos resultados de la UMP y de la UDI, se espera una “ola azul” en la segunda vuelta. Los políticos de derecha van a regresar a encabezar los consejos generales de los que habían sido mayoritariamente echados bajo el gobierno de Sarkozy, en 2008, por el PS dirigido entonces por François Hollande.

La incógnita que se abre es el grado de porosidad entre las instancias de dirección de la UMP y la extrema derecha, más allá de que Nicolás Sarkozy se niega a llamar a votar al PS en la segunda vuelta en caso de oposición socialistas-FN al mismo tiempo que rechaza cualquier posibilidad de alianza con los Lepenistas.

Nuestra “segunda vuelta” comienza el 9 de abril

Para los trabajadores, si las posibilidades de expresarse de forma independiente en la primera vuelta estaban limitadas, esto será imposible en la segunda. Las listas reformistas que se mantienen y se sitúan a “la izquierda de la izquierda” y que no están ligadas al PS son generalmente binomios que asocian uno de los componentes del Front de Gauche a los ecologistas, los mejores amigos (aunque turbulentos) del gobierno. Todas estas listas, por otro lado, son resultado de las mayorías que están actualmente en el poder y han votado los presupuestos de austeridad.

Si el voto “contestatario” a la extrema derecha sería suicida, los trabajadores y la juventud no pueden tampoco ceder a la presión del chantaje del voto “útil” para “dar batalla al FN” en apoyo a los candidatos de derecha o del PS, los dos fieles tenientes de la patronal. Ni “voto útil”, ni “frente republicano”.

Nuestra “segunda vuelta”, donde tenemos algo propio que decir, será el 9 de abril, en la jornada de huelga y de manifestación interprofesional convocada por la CGT, FO, Solidaires y la FSU. Las direcciones sindicales la han convocado para hacer frente a la presión de algunas luchas salariales que emergieron últimamente y para reforzar a la dirección de la CGT luego de los escándalos que forzaron la renuncia de su ex secretario general. Es por eso que el 9 de abril será tan solo una primera etapa en la lucha contra los ataques del gobierno y la Ley Macron, abordando también la cuestión de los salarios.

Esta sería la única salida progresiva frente al nuevo tablero político francés tripartito que se acaba de confirmar en la primera vuelta de las elecciones departamentales, y que se sitúa, en su conjunto, en el terreno de la patronal y del capital.