Entrevista con Asun, trabajadora de Telefónica-Movistar e integrante de los CDR en Barcelona. Con ella hablamos de la necesidad de ampliar las bases del movimiento independentista, el rol de los grandes sindicatos y la izquierda sindical y que papel puede jugar la clase trabajadora un año después del 1-O y el 3-O.
Viernes 2 de noviembre de 2018
Multitudinaria manifestación del 3-O de 2017 durante la jornada de Huelga General en Catalunya por la represión sufrida el 1-O. Imagen captada a la altura de la Jefatura Superior de Policía en Vía Laietana (Barcelona). Antonio Litov
Tras unas semanas en las que va quedando meridianamente clara la política de la vuelta al autonomismo por parte de la dirección soberanista, hablamos con Asun, trabajadora de Telefónica-Movistar e integrante de los CDR, para que pueda expresar su visión de como el movimiento independentista puede seguir adelante en su lucha por hacer efectiva la república catalana.
Además de participar activamente en el movimiento independentista y en los CDR, Asun ha participado en numerosas huelgas obreras como la última gran huelga de los técnicos de Movistar. Con ella hablamos de como ampliar las bases del movimiento independentista, de como la clase trabajadora en su conjunto puede intervenir en la lucha por el mandato del 1-O y que papel han jugado los grandes sindicatos y la izquierda sindical durante este último año.
¿Como ves la situación de Catalunya un año después de que el proceso entrara en su etapa más aguda?
Por un lado, a un año del 1-O veo el movimiento independentista mucho más organizado, con más autoorganización y más concienciado. Pero, por otro lado, se está viviendo una etapa de desencanto. El papel que están siguiendo los partidos políticos (PDeCAT y ERC) es el mismo que han seguido a lo largo de las décadas. Ahora limitándose a mantener las cuotas de poder conseguidas a raíz del 21-D, pero haciendo abandono de todo el programa de república que la gente les había otorgado.
La exigencia por parte de la sociedad es de “desobedeced o dimitid”. Si no están capacitados, dada la situación crítica pero esperanzadora a la vez, se debe poner al frente las personas que sean capaces de llevar a delante el mandato popular del 1-O. La política de la dirección procecista es la de la vuelta al autonomismo.
Entonces, ¿quién podría hacer efectivo el resultado del 1-O de 2017?
Se ha demostrado que la lógica de partidos de la dirección soberanista es inviable. Es necesario dotar a la sociedad de herramientas que puedan ser determinantes. Hablo de la participación social en procesos constituyentes.
El 29S y 1-O de este año se expresó el hartazgo de muchos sectores del movimiento independentista descontentos con las direcciones.
Sí, claro. Porque ya se veía la vuelta al autonomismo. En la concentración del Parlament del 1-O de este año se se denunció la política de las direcciones y se exigió la dimisión del Conseller de Interior, Miquel Buch, por las cargas de los Mossos d’Esquadra contra sectores del movimiento independentista que el 29S se opusieron a la provocación de las fuerzas de seguridad del Estado y el sindicato Jusapol.
Debido a la polarización de la sociedad está creciendo también la presencia del racismo y la vuelta al fascismo. En sectores del movimiento independentista se está sufriendo agresiones fascistas, alentadas en primera instancia por los tres tenores de la extrema derecha: Albert Rivera de Ciudadanos, Pablo Casado del PP y ahora también Santiago Abascal de Vox. Estamos volviendo a la persecución hacia los trabajadores, a los inmigrantes, a las mujeres; criminalizando a la izquierda, a cualquier tipo de pensamiento crítico. El Régimen del ’78 perpetuó todas las estructuras fascistas y el fascismo lo que no permite es la diversidad de criterio.
El 3-O de 2017 la izquierda sindical jugó un papel importante para empezar a conquistar una república independiente de la dirección soberanista. ¿Como ves el rol de la izquierda sindical un año después?
Creo que se ha diluido bastante. Pero hay sectores que entienden que ese día solo había un camino para que la sociedad pudiera intervenir en el devenir político.
Por un lado entiendo que la clase trabajadora aun no somos del todo conscientes de la fuerza que suponemos para la destrucción del sistema capitalista. Nos falta unión e ir en una misma dirección y ahí es necesaria la izquierda alternativa. Para llegar a un punto de inflexión y que pueda ser determinante la única salida es la huelga general indefinida convocada por toda la izquierda.
Los CDR juegan un rol importante en los barrios, sin embargo, la direcciones se niegan a llamar a los sectores de la clase trabajadora ¿Por qué?
En los inicios del procés independentista a todos los políticos les parecía bien la fuerza y presencia en las calles. Pero en el momento en que se han visto presionados y que se les exige lo que ellos habían prometido, son los primeros en asumir el relato acusador de criminalizar a todo el movimiento social, como pasó este 29S. Jamás se ha permitido a la sociedad ser protagonista de los acontecimientos.
¿Es posible que la dirección soberanista se asustara el 3-O al ver que la clase trabajadora salía a la calle y fueron conscientes de que la lucha se podía tornar también por las demandas sociales?
Claro. Entiendo que la sociedad demanda políticas sociales que cambien la realidad de miseria y precariedad y ante ello, la construcción de una república tiene que ser desde la soberanía popular, anticapitalista, feminista y antifascista.
Hay sectores que empiezan a ver como una salida para resolver todas las demandas la apertura de procesos constituyentes. ¿Como crees que se podría hacer efectivo?
Sí. Lo veo en base a una organización y una estrategia de la participación popular. El 1-O se llevó adelante gracias a la inteligencia colectiva, a la capacidad de construir. Entonces llevar adelante un proceso constituyente que haga efectivo el mandato popular solo podrá ser a través de la participación colectiva y se deberá tomar desde los municipios y que se vaya extendiendo. No va a venir desde lo institucional.
Nosotros entendemos la oportunidad de crear una nueva sociedad empezando de cero. En ese proceso constituyente se tendrá que decidir que tipo de república, que tipo de banca queremos,... A partir de aquí es obvia la distancia que hay entre los partidos y la sociedad. No todos pensamos en el mismo tipo de república. Ellos piensan en una república catalana neo liberal y nosotros en una república social.
¿Cómo convencer a la clase trabajadora precaria, que es la gran mayoría, de que la defensa y aplicación del mandato del 1-O podrá resolver sus problemas?
El hecho de ampliar las bases solo será posible generando dinámicas de pensamiento crítico. Relacionando la realidad social de la clase trabajadora con las decisiones a nivel político y retomando conciencia de lucha de clases.
Eso tiene que ser posible mediante un proceso constituyente y que recoja todas las demandas de la ciudadanía. Tenemos que irrumpir en la realidad cotidiana de los trabajadores y vincular al trabajador con la idea de que no podremos resolver nuestras demandas sociales sin nuestra participación. Falta fortalecer la conciencia de participar y de incidir en la política.
¿Qué papel han tenido los grandes sindicatos en todo el procés catalán?
Jugaron un papel vergonzoso, sobretodo CCOO, dados sus orígenes y toda su tradición en Catalunya. Pero evidentemente son partidistas. Y tienen que velar por sus intereses y no por los intereses de los trabajadores. Cuando se lanza la consigna de que “el pueblo manda y el gobierno obedece”, nos referimos al derecho que ejercitamos el 1-O y el 21-D. Ese resultado, esos intereses, que son la voz de la ciudadanía, es a lo que deben obedecer. No hay que olvidar que tanto las direcciones de CCOO como de UGT se han mantenido en sus cargos durante más de 20 años. Durante los años 90 los sindicatos se transformaron y se recrearon en auténticos holdings empresariales.
Por otro lado, insistiendo en la necesidad del ejercicio de crítica, la gente suele ser de un partido o de un sindicato a nivel emocional. Hagan lo que hagan sus direcciones, continúan votándoles porque se esfuerzan en confiar en ellos. Los partidos y los grandes sindicatos lanzan un buen discurso y después solo se acuerdan de sus afiliados cada 4 años.
El 3-O, CCOO y UGT se negaron a convocar huelga general y formaron parte de la mesa que convocó el paro de país.
Si. Porque se vieron forzados. No entraba en su idea tener que definirse, pero dada la presión que hubo por parte del pueblo catalán, se tuvieron que posicionar. Y la manera más airosa que encontraron no dejó de ser una operación de maquillaje, porque si no podían profundizar en un divorcio entre la afiliación y las direcciones. Hay una gran brecha, igual que se da entre la base del independentismo y los políticos soberanistas, también se da a nivel sindical.
¿Por qué crees que la clase trabajadora decidió participar de esa jornada?
La respuesta que se dio el 3-O fue por la represión policial y la violencia ejercida sobre el pueblo catalán. Fue una respuesta emocional a esa agresión violenta. Pero no le veo todavía el contenido político en aquella participación, precisamente porque los sindicatos no hacen su trabajo.
Aún así, ese día la clase trabajadora demostró de lo que es capaz de hacer de forma organizada, ¿es posible?
Sin duda. Demostró la gran la capacidad que tiene de movilización, de organización. Fue una jornada realmente exitosa, de las mayores huelgas generales que se recuerdan. Y precisamente sin el apoyo de los sindicatos mayoritarios.
¿Una buena forma para ampliar las bases no podría ser con la creación de comités en los centros de trabajo y de estudio?
Sería una muy buena herramienta. Potenciar la relación de la realidad de la clase trabajadora con la toma de decisiones. Yo creo que eso es vital. Realmente eso se vivía en los centros de trabajo hasta hace 20 o 25 años. Pero, precisamente, el papel jugado por los sindicatos mayoritarios acabó anestesiando cada vez más a la afiliación hasta llegar a una desconexión total de la toma de decisiones.
A nivel sociológico, dentro del mundo laboral se ha jugado a individualizar el trabajo, a romper ese compañerismo, ese colectivismo que había. Y el arma más poderosa, más antigua y más peligrosa que hay es la palabra. Y eso se ha visto en la transformación del mercado laboral. Falta un intercambio generacional entre los trabajadores que están recién llegando al mundo laboral, los que ya han transitado algo de su vida y los que ya están al final de su vida laboral. Al no poder haber ese canal de transmisión de experiencias, de conocimientos, de ideas, se ha facilitado esta inopia colectiva.
Una huelga que combatió bien esa división, fue la de los técnicos de Movistar, en la que pese a ser un sector muy fragmentado, consiguió realizar una gran huelga.
Sí, y además, una característica peculiar que tuvo la huelga de Movistar, aparte de la dispersión que había entre todos los trabajadores que participaron en la lucha, eran las particularidades a nivel de la situación laboral. Podías encontrarte distintas condiciones desde los autónomos, fijos, los falsos autónomos,... No solo supieron organizarse por la dispersión que sufrían sino además dentro de las propias realidades.
Por último, ¿qué le dirías a una trabajadora precaria para sumarla a la lucha por la república social o de clase?
Una república social, anticapitalista, feminista y antifascista. La entendemos así porque es la mejor manera para defender los derechos sociales y colectivos de la gran mayoría. Explicándole que realmente es una gran oportunidad que tenemos para derrocar el régimen del 78. Realmente el Estado español y todo lo que hemos vivido en Catalunya este último año lo demuestra. En 12 meses han conseguido echar por tierra la imagen que tenía España en el exterior, se han puesto en entredicho todas las instituciones del Estado y ¡ah, sorpresa!, ha aparecido el fascismo.
Necesitamos una república en la que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos, obligaciones y privilegios. Tanto a nivel económico como a nivel político. Trasladar la posibilidad a los trabajadores y trabajadoras de que en un momento de debilidad de un Estado, es cuando puedes encontrar la oportunidad y decidir qué sociedad queremos construir. Hay que dotar de contenido a la república catalana. Que se vean reconocidos derechos democráticos, sociales y laborales. Que la gente entienda que somos sujetos activos de la política.