Mientras nos mareábamos entre anuncios y cartas, el gobierno nacional presentó el proyecto de Ley de Hidrocarburos. Alberto Fernández lo anunció con alegría. ¿Festejamos?
Jueves 23 de septiembre de 2021 22:28
En estos días está difícil leer los diarios o mirar la tele sin marearse. Noticias cortas intentan reflejar la agenda política y así mantenernos “informados”. El martes leemos que el presidente de la Nación Alberto Fernández participó de una reunión virtual en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) donde hablo de “deudicidio”, refiriendo a la estafa que implica la deuda externa para la Argentina. Al otro día, leemos que el gobierno pagó 1.905 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ese mismo día, a la tarde, se comenzó a discutir la Ley de Hidrocarburos en el Senado. Los medios publican noticias aisladas y a simple vista los hechos no parecen conectarse unos con otros; aunque son parte del mismo problema. La fragmentación de la realidad no es ingenua: la desinformación ayuda a ocultar una estafa. Vamos por partes.
Este martes, el secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, se presentó ante un plenario de comisiones de la Cámara de Senadores para explicar los lineamientos del proyecto de la “nueva” ley de Promoción de Inversiones Hidrocarburíferas.
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La ley busca atraer inversiones para aumentar la producción de gas y petróleo. A las empresas petroleras se las tienta con beneficios impositivos y financieros: les permiten explotar dos recursos energéticos claves en el país a cambio de millonarias ganancias. La producción seguirá utilizando el fracking, un método contaminante de los suelos, del agua y del aire, uno de los principales responsables del cambio climático en el mundo entero. Estos proyectos son una amenaza para comunidades enteras y pueblos originarios y no pasan sin represión de la protesta social.
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Una proyecto de ley que incluye fracking y petroleras contentas ¿para qué?
Según los voceros de la ley, la prioridad del proyecto es “el autoabastecimiento". Pero tanto Martínez como Alberto Fernández fueron enfáticos al afirmar que buscan aumentar las exportaciones de petróleo y gas natural para aumentar el ingreso de divisas (dólares) “que hacen falta”.
¿Hacen falta dólares para qué? Para pagar la deuda. La mayoría de los medios se abstienen de informar este detalle. Pero fue el propio presidente quién reveló este hecho. El martes, al participar de manera virtual de la Asamblea General de la ONU, denunció que “América Latina y el Caribe destinan un 57 % de sus exportaciones al pago de servicios de la deuda externa”. En 2018 el FMI afirmó que el aumento de los ingresos procedentes del fracking en Vaca Muerta podría contribuir a la sostenibilidad de la deuda Argentina, haciendo foco en el Gas Natural Licuado. Hecha la ley hecha la trampa: explotar los recursos energéticos, para exportarlos, para conseguir dólares, para pagar la deuda. La soberanía te la debo.
Y la hipocresía no te la robo. Ante el foro multilateral, Alberto Fernández denunció el “deudicidio”, afirmó que “está latente el riesgo de una debacle generalizada de deudas externas en los países en desarrollo” y al otro día pagó USD 1.905 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (ese número es más fácil de graficar si lo bajamos a tierra: equivale a construir 53 mil viviendas).
También se mostró preocupado por el cambio climático y dijo: “Naturalmente, se trata ahora de atender no solo las consecuencias de esta pandemia en términos sanitarios, sino también la reconstrucción de la situación económica y social que va de la mano del cuidado de nuestra casa común que es el planeta”.
Discursos y hechos nos dejan algo bastante claro: la deuda seguirá siendo honrada, a pesar de la debacle social, a costa de nuestros recursos energéticos y del medio ambiente. Todo esto disfrazado con discursos que hablan de la protección ambiental. El “greenwashing” hace tiempo pasó a transformarse en una estrategia más, para seguir reproduciendo un sistema de producción contaminante. Hasta voceras de Cambiemos defienden un “capitalismo sustentable”.
¿Honrar la deuda es (el único) camino?
Más allá de la novedad que generan los nuevos apellidos en el gabinete, lo cierto es que nada cambió. En el marco de la crisis política, el primer anuncio de Alberto Fernández es una ley que profundiza un modelo extractivista, contaminante; cuyo principal fin es "honrar" la deuda externa. Martínez aclaró que este proyecto también fue ideado por la vicepresidenta Cristina Fernández. Acá no hay grieta en el Frente de todos.
El gobierno nacional desoyó las urnas y presentó una ley a medida de las empresas petroleras y el FMI. No hay futuro con leyes que rifan nuestros recursos naturales al mejor estafador. Mejor dicho, hay futuro: uno con más desigualdad social, generada por "proyectos" que solo benefician a la bendita alianza entre la casta política y los empresarios, a costa de hundir a las mayorías en la miseria.
¿Porqué honrar una deuda que genera cada vez más pobreza? ¿Porqué aceptamos que un gobierno “honre” una deuda que generaron los ricos y que pagan los pobres? ¿De qué “honradez” se habla cuando la deuda se paga con el hambre del pueblo, el saqueo de nuestros recursos energéticos y la destrucción del medio ambiente?
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Pagar la deuda es opción. Es la que eligieron sistemáticamente todas las fuerzas políticas que nos han gobernado hasta el momento. Incluso del peronismo y del kirchnerismo, fuerzas políticas que parecieron olvidar el famoso “patria o buitres”. Ahora a la patria la sirven en bandeja al mejor postor.
Pero si realmente algo de esperanza queda, deberíamos preguntarnos si es la única opción. Imaginemos por un momento que esa deuda que hoy se llama “obligación financiera”, se pase a llamar por lo que es: condenar a las mayorías a una miseria perpetua. Imaginemos que endeudar a un país entero y generar desigualdad sea condenado por todes como si fuera delito.
Imaginemos. En la pelea por el desconocimiento soberano de la deuda está en juego nuestro presente, el medio ambiente, nuestros recursos, el futuro de las próximas generaciones. Mastiquemos la bronca y escupamos rebeldía. Este viernes es la Huelga Mundial por el cambio climático, y por todo esto, tenemos que estar.
El capitalismo y sus gobiernos destruyen el planeta, ¡destruyamos el capitalismo!
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