Macri y Massa por el segundo puesto. Scioli, Cristina, La Cámpora y el futuro. Una casta política impune y corrupta. Nicolás del Caño y la izquierda en el debate presidencial de hoy.

Eduardo Castilla X: @castillaeduardo
Domingo 4 de octubre de 2015
Nicolás del Caño en el escenario del debate presidencial.
Nicolás del Caño en el escenario del debate presidencial
A exactamente tres semanas de las elecciones generales es más factible imaginar un futuro gobierno de Scioli que una segunda vuelta.
Las encuestas que se conocen cada día dan cuenta de una diferencia que pareciera irremontable así como del crecimiento de Massa y el estancamiento de Macri. La famosa polarización contra la derecha nunca se hizo presente y tampoco aparecerá.
Las editoriales de este domingo empiezan a prefigurar el futuro después de octubre, dan cuenta de las tensiones que recorren al oficialismo y desnudan la podredumbre de la casta política.
Macri-Massa o el duelo del segundo puesto
Fernando Laborda afirma en La Nación que “no imaginaron los macristas que la resistencia de Massa a la polarización terminara perjudicando a su propio candidato e impidiendo su crecimiento. Tampoco sospecharon algo que sonaba bastante lógico: que Massa se entusiasmara con su eventual crecimiento y saliese, entonces, a golpear más a Macri que a Scioli con la idea de disputar el segundo puesto”
Massa terminó actuando como un tapón hacia ambos candidatos. Ese era el espacio político que intentaba ocupar. No sólo frenó el crecimiento de Macri, sino que también le impuso un límite al mismo Scioli, que sigue orillando los 40 puntos y cuyo único mérito es la debilidad de sus rivales.
En el mismo sentido, Eduardo Van der Kooy ilustra en Clarín que “el candidato K dispone de una pizca de fortuna. Su amesetamiento actual sería también el de sus adversarios. Con un hándicap aparente: Macri y Massa, en el afán por forzar un balotaje, sólo estarían logrando un trasvasamiento de los votos que poseen. Nada nuevo”.
Mario Wainfeld, desde el oficialismo, afirma en Página12 que “es dudoso que hayan conmovido al sismógrafo las denuncias contra el ministro Aníbal Fernández o el relator Fernando Niembro, las inundaciones bonaerenses o el viaje a Europa del gobernador Scioli. Difícil es calibrarlas, forzado negarles cierta implicancia. La percepción de quien esto firma es qué –salvo en el momento de fiebre alta o de gol en el superclásico– el 40-30-20 tendencial se sostuvo sin oscilaciones contundentes”.
Si esos porcentajes no se movieron a grandes rasgos es también porque esos escándalos, que desnudan la impunidad de los políticos patronales, impidieron el crecimiento de los candidatos.
El periodista agrega que “las clases medias y altas son el piso de Macri que ofrece el albur de ser un techo. Tan porteño, tan rico, tan Palermo Chico... las provincias y la clase trabajadora podrían serle esquivas”.
No falta razón a Wainfeld pero omite decir que, entre el empresariado, es decir la capa social más rica del país, todo parece indicar que el preferido es Scioli.
Transiciones
Eduardo Van Der Kooy señala en Clarín que Cristina Fernández “sigue ajustando resortes del poder en el Estado –con designaciones en organismos y leyes en el Congreso– para atenuar su pérdida de influencia después de diciembre. O para condicionar a quien resulte sucesor”.
En el mismo diario, Julio Blanck relata que “Máximo Kirchner llamó a Diego Bossio y le transmitió con tono irritado su disgusto, y el de su madre, por la presencia del ruralista Eduardo Buzzi en el acto del teatro Opera donde Daniel Scioli lanzó sus propuestas económicas (…) Berni y Bossio, al igual que Julián Domínguez, también dañado en esa interna, son los dirigentes que en los últimos días dijeron públicamente que Scioli tomará las decisiones si es presidente y que no habrá transición ni doble comando con Cristina”.
Las tensiones en el armado político oficialista afloran cada día con mayor recurrencia. Según el mismo periodista “intendentes del Conurbano profundo anuncian que la eventual llegada de Scioli al gobierno debe marcar el comienzo de la limpieza interna, desplazando al kirchnerismo duro y a La Cámpora de sus posiciones de poder. Estiman que esa cruzada higiénica debería resolverse en los primeros dos años de mandato. Quieren sangre y huelen sangre (…) cuanto más cerca de Scioli se explora sobre este tema se encuentran porciones mayores de gradualismo para organizar la convivencia (…) Es el estilo Scioli para todo”.
La transición sciolista –al decir de Estela de Carlotto- parece que no será pacífica. Difícil saber cuánta sangre correrá. En el peronismo el que gana conduce y el que maneja la caja fiscal lo hace con mayor consenso. Scioli será el dueño de esos recursos si todo sigue como hasta ahora. Lo que está claro es que no habrá “pax peronista” plena.
Impunidades
En su columna dominical Horacio Verbitsky da cuenta del inicio de investigaciones sobre el fiscal general de la provincia de Buenos Aires, Julio Novo. Dice el periodista que “luego de muchos años de impunidad todas las furias se han desatado sobre el fiscal general Julio Novo (…) esto es consecuencia de investigaciones y denuncias iniciadas en 2009 por diversos fiscales que dependían de Novo y detectaron su comportamiento ilegal, por el diputado provincial Marcelo Sain y por el fiscal federal de la misma localidad Fernando Domínguez, y deja en evidencia la relación promiscua entre intendentes y fiscales bonaerenses. Esto no se soluciona saturando la provincia de policías, como cree el gobernador Daniel Scioli; desfederalizando los delitos de narcomenudeo, como ya hizo la provincia de Buenos Aires y la semana pasada reclamaron varias otras provincias durante la reunión del Consejo Federal de Seguridad Interior, ni militarizando las fronteras y las villas, según la temeraria propuesta del diputado Sergio Massa, quien llega a postular la pena de muerte sin juicio previo por la mera sospecha de participación en ese delito. La única respuesta viable es desmantelar esa apretada red de ilegalidad que incluye a delincuentes con o sin chapa, policiales, judiciales y políticos, sin la cual esos graves delitos no serían posibles”.
El periodista ilustra este entramado de poder y corrupción que une fiscales, jueces, jefes policiales y sectores ligados a la inteligencia estatal.
En La Nación, Jorge Fernández Díaz da cuenta de las mismas contradicciones. Escribe el periodista que “su principal candidato fue sobreseído en tiempo exprés sin que el juez ordenara peritaje contable sobre su crecimiento patrimonial y sin que el fiscal apelara. El jefe de la columna vertebral del movimiento fue imputado por lavar dinero y acusó de buchón al denunciante. El gran amigo y socio del líder muerto y mitificado confesó haber cobrado coimas y propuso devolver la plata para no ir preso. El candidato a gobernador, acosado por denuncias periodísticas de narcotráfico, descubrió de pronto que había droga en el conurbano”.
Los hechos vuelven a desnudar lo que recurrentemente denuncia el Frente de Izquierda, la impunidad de una casta política al servicio del gran empresariado, que utiliza los mecanismos y los puestos del Estado para su propio enriquecimiento.
#Debate presidencial: todos menos 1 (x2)
Finalmente llegó el 4 de octubre, el día del primer debate presidencial de la historia nacional, que La Izquierda Diario transmitirá en directo.
Para dirimir el segundo puesto, Fernando Laborda apuesta al mismo. Señala que “Macri tendrá esta noche la posibilidad de mostrar algo en lo que Massa le ha sacado ventajas: propuestas concretas. El dirigente tigrense ha exhibido mayor osadía que sus rivales en la campaña, tal vez porque tenía mucho menos que perder tras haber terminado tercero en las PASO”.
Sin embargo, difícilmente podrá verse esa diferencia. Los contenidos sustanciales de ambos proyectos convergen. Lo mismo ocurría con Scioli. De allí que desistiera a presentarse.
Desde el oficialismo y defendiendo la decisión de Scioli de no participar del mismo, Edgardo Mocca escribe en Página12 que “asistimos a una apoteosis deliberativa por parte de comunicadores y políticos de oposición que nos propone la panacea de una intervención ciudadana masiva y a la vez crítica, en la condición de audiencia televisiva de un debate ritualizado entre los candidatos para la elección de octubre (…) si algo ha caracterizado estos años en la Argentina es la amplitud, la profundidad y, en muchos casos, la riqueza de la discusión política que atravesamos. Es difícil encontrar un antecedente de la puesta en escena de conflictos políticos agudos”.
La pretendida pluralidad que Mocca quiere presentar falta a la verdad. Vale la pena ilustrar. El oficialismo, con mayoría parlamentaria propia, ha rechazado discutir decenas de proyectos presentados por el Frente de Izquierda, fuerza a la que no se puede acusar de estar “con las corporaciones”. Desde el Poder Ejecutivo se han vetado leyes cuyo contenido progresista es inobjetable, como el 82% móvil para los jubilados y la Ley de Glaciares. El mismo oficialismo ha usado su mayoría para sancionar normas de manera exprés, sin debate alguno. Vale como ejemplo la millonaria indemnización a Repsol. Un derecho tan elemental como el derecho al aborto legal y seguro, nunca ha entrado en la agenda por la oposición personal de Cristina Fernández y la de la Iglesia. El debate que el oficialismo quiere presentar ha faltado a la cita.
En el debate que esta noche se hará en la Facultad de Derecho de la UBA estarán todos los candidatos menos uno: Daniel Scioli que rehuyó el mismo con el absurdo argumento de que ninguna ley existe para regularlo. Como señaló en su momento Nicolás del Caño, del PTS y el Frente de Izquierda, “se baja del debate presidencial para ocultar el ajuste que prepara”.
Pero también se podría afirmar que en el debate de esta noche, todos los candidatos menos uno, proponen una perspectiva que es garantizar los negocios del gran empresariado. Solo el Frente de Izquierda, que lleva como candidatos presidenciales a Nicolás del Caño y Myriam Bregman propone una política para que la crisis que se desarrolla no la paguen los trabajadores. Seguramente, a partir de las 21 h de hoy, quedará clara la diferencia entre todas las fórmulas y la de la izquierda.

Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.