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Red Internacional
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Aplazamiento del Aborto Legal. Un regalo para los príncipes y una deuda con las mujeres

El gobierno ‘feminista’ de Boric aplaza el aborto legal para no incomodar a la derecha, mientras el cardenal Chomalí y la derecha celebran este ‘extraordinario regalo’ de Navidad.

Domingo 29 de diciembre de 2024

Cardenal Chomalí celebra la Navidad con el aplazamiento del aborto legal

El cardenal Chomalí no podía ocultar su júbilo al declarar que había recibido “ muchos regalos por cierto, pero hay uno extraordinario que el Gobierno le ha hecho a todo el país, que es no perseverar en la ley de aborto libre ”. Nada como un buen regalo navideño para los guardianes del patriarcado, cortesía de un gobierno que, al parecer, está más preocupado de no molestar a los conservadores y reaccionarios que de garantizar los derechos de las mujeres y disidencias.

El gobierno de Boric opta una vez más por postergar una demanda urgente e innegociable. Aunque la ministra Antonia Orellana intentó desligarse al afirmar que no tomaban decisiones “en base a los deseos de los príncipes de la Iglesia”, los hechos desmienten sus palabras: la medida ha sido celebrada con entusiasmo por la derecha más reaccionaria, como lo evidencia la UDI calificando la decisión de “valiosa”. En este juego político, el gobierno no solo cede ante las presiones de los sectores más conservadores, sino que además valida su discurso. Prefieren sacrificar nuestras luchas históricas en el altar de la conciliación política.

Aborto en Chile: una demanda urgente

Hablemos de cifras: el aborto en Chile sigue siendo una realidad innegable y profundamente desigual. Según datos del diario El País (2024), entre 30.000 y 150.000 abortos clandestinos se realizan anualmente.

Esta cifra amplia refleja la dificultad de obtener datos precisos debido a la ilegalidad y clandestinidad de los procedimientos. La falta de acceso a servicios de aborto seguros y legales obliga a muchas personas a recurrir al mercado negro. Esto no solo nos expone a llevar adelante un aborto sin el acompañamiento adecuado, incrementando los riesgos para nuestra salud, sino también a ser estafadas o a consumir otras sustancias peligrosas que no sean medicamentos para interrumpir el embarazo.

Esta situación afecta desproporcionadamente a mujeres jóvenes, de sectores vulnerables y migrantes, quienes enfrentan mayores obstáculos para acceder a información y ayuda sobre salud reproductiva. No se trata solo de un problema de salud pública; es una brutal expresión de la desigualdad de clase. La clandestinidad no afecta por igual. Para las mujeres pobres, la falta de acceso a medicamentos seguros o redes feministas puede significar complicaciones graves, embarazos forzados e incluso la muerte.

Una realidad que nos pone frente a una urgencia que no admite aplazamientos ni excusas: necesitamos aborto legal, libre, seguro y gratuito, garantizado en los hospitales públicos.

Un regalo para los príncipes de Chile

Entonces, nuevamente el gobierno de Boric, auto-bautizado feminista, nos muestra su cara más contradictoria al priorizar acuerdos con sectores conservadores por encima de lo que son derechos fundamentales. En el marco de la reforma previsional, esta administración parece dispuesta a usar nuestras demandas como simple moneda de cambio, y el aplazamiento del aborto legal no es más que una concesión para no incomodar a la derecha mientras busca consensos con una reforma que ni siquiera cuestiona las bases del modelo de AFP.

Una vez más, se posterga una demanda que no debería ser objeto de negociación: el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. La ministra Antonia Orellana intentó justificar este aplazamiento apelando a razones “técnicas”, pero con eso solo se minimiza la cuestión central: el aborto legal es una demanda de autonomía básica, no un tema que se pueda tratar como algo secundario. Al reducirlo a una complejidad técnica, la ministra refuerza la lógica de que es aceptable regimentar nuestra capacidad reproductiva.

Es verdaderamente chocante que una ministra que se dice feminista plantee el aborto como un tema que debe ser postergado por su “complejidad”. Y es que, al final, parece que las decisiones realmente se toman conforme a los deseos de los príncipes: no sólo de la Iglesia, sino también del país.

La cortina de humo lila del gobierno feminista

El indulto a Katty Hurtado, otorgado por Boric, es presentado como un gesto humanitario y progresista, pero en esencia responde a la presión y movilización de organizaciones feministas y de mujeres que denunciaron la injusticia de su condena. Hurtado, sentenciada a 20 años de prisión por el homicidio de su expareja tras años de violencia física y sexual, es un símbolo de cómo el sistema judicial chileno criminaliza a las mujeres que actúan en defensa propia frente a la violencia machista.

Si bien el indulto es justo y necesario, también evidencia las contradicciones del autodenominado "gobierno feminista" de Boric. Más que un acto de justicia transformadora, el indulto parece ser una estrategia política para calmar el descontento y distraer a la opinión pública. Con este gesto, el gobierno de Boric intenta proyectar una imagen de sensibilidad hacia las demandas feministas mientras posterga medidas estructurales, como el avance hacia el aborto legal, seguro y gratuito, una de las principales banderas históricas del movimiento de mujeres en Chile.

Esta maniobra no es nueva en la administración del Frente Amplio, que ha recurrido sistemáticamente a concesiones simbólicas para contener las críticas sin tocar ni de lejos algún cimiento del sistema capitalista y patriarcal. Desde los discursos grandilocuentes sobre igualdad de género y paridad hasta el nombramiento de ministras feministas, el gobierno ha implementado políticas superficiales que no abordan las raíces de la opresión. El indulto a Katty Hurtado, aunque necesario, se convierte en una "cortina de humo lila" que busca encubrir la falta de voluntad política para enfrentar demandas clave como la educación sexual integral, los derechos sexuales y reproductivos y la erradicación de la violencia machista desde una perspectiva estructural. Es imprescindible denunciar estas tácticas y redoblar la lucha por una agenda que apunte a transformar profundamente las relaciones de poder, no solo en los tribunales, sino en todos los ámbitos de la vida.

No + silencio feminista

Julieta Kirkwood denominó silencio feminista al resultado de la integración de las mujeres al Estado, su institucionalidad y márgenes (con el derecho al voto, por ejemplo) utilizando esta inclusión para desarticular y “silenciar” al movimiento de mujeres, reconociendo en él un potencial revulsivo. El silencio feminista, como estrategia del poder establecido, garantiza la gobernabilidad y evita que se cuestione a nivel de masas y de movilización social, la estructura patriarcal y capitalista de la sociedad. Así, el indulto a Katty Hurtado se convierte en un pequeño mecanismo de silencio, parte de los gestos que hace el gobierno para justificar su título de feminista.

Pero no podemos callarnos ahora. La lucha por el derecho al aborto está intrínsecamente ligada a la lucha contra la precarización de la vida. La falta de acceso a un aborto seguro y legal es una manifestación más de la precariedad que enfrentan las mujeres y personas gestantes, especialmente las de sectores populares y migrantes. La lucha por el aborto legal, libre, seguro y gratuito es también una lucha por condiciones de vida dignas, por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.

Hoy más que nunca, necesitamos reorganizar el movimiento de mujeres y disidencias, unificando nuestras voces para impedir el silencio feminista. Para ello, no podemos depender ni del gobierno ni de las instituciones que buscan diluir nuestras luchas. Podemos y debemos articularnos con otros sectores oprimidos, como el pueblo mapuche, que enfrenta la militarización de sus territorios, y la clase trabajadora, golpeada por reformas que no tocan los intereses de los grandes capitales.

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Las palabras de Chomalí y las decisiones del gobierno son dos caras de la misma moneda: ambas buscan mantenernos en la subordinación. Pero no nos equivoquemos; nuestra fuerza está en la organización y la movilización independiente. Es fundamental recuperar la tradición histórica feminista de los encuentros de mujeres y disidencias, donde nuevamente construyamos una agenda común, que logre trenzar nuestras luchas contra el patriarcado, el capitalismo y sus cómplices.

No se trata sólo de exigir leyes; se trata de luchar por una transformación profunda, una que garantice que ningún derecho sea negociable y que nuestras vidas no sean moneda de cambio. Por el aborto legal, libre, seguro y gratuito, y por una sociedad libre de explotación y opresión, nuestra respuesta debe ser clara: organizarse desde abajo, enfrentarlo todo, y no detenernos hasta conquistar lo que es nuestro.