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Red Internacional
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BALTIMORE. Un “sueño americano” filmado en blanco y negro

Dos elementos recorren vivos la historia estadounidense: el racismo y la lucha de miles de trabajadores y jóvenes que, enfrentándolo, hicieron temblar al sistema. Este combustible fue el que encendió la chispa luego del asesinato de Michael Brown y es hoy una llamarada intensa que recorre las calles del país.

Viernes 1ro de mayo de 2015

Black Lives Matter!

En 1955 Emmet Till, un adolescente negro de catorce años, era torturado y asesinado por haber hablado con una mujer blanca. Los homicidas –también blancos- fueron dejados rápidamente en libertad. El caso se mantiene hasta hoy como un símbolo ya que, a pesar de que la matanza de afroamericanos era moneda corriente, la respuesta de la comunidad no se hizo esperar: la indignación recorrió la ciudad y 50 mil personas se hicieron presentes en el funeral que tomó lugar en Chicago.

Sesenta años han pasado desde ese entonces. Por primera vez, llegó a la presidencia una persona afroamericana. ¿Pero cuánto ha cambiado realmente?

Hacia fines del siglo XIX, en Estados Unidos se aprobaron las leyes Jim Crow que establecían legalmente la discriminación racial y propugnaban que los afroamericanos tuvieran un status de “separados pero iguales”. Si bien esta legislación fue derogada hacia 1964, sus presupuestos parecen regir para una población que inunda las cárceles, lidera las estadísticas de deserción escolar y trabajo precarizado, y es muerta cotidianamente en manos las fuerzas represivas.

El fantasma de la movilización que resurgió en las calles, se mantiene latente y choca de frente contra la ilusión “posracial”. La farsa de una política colorblind (“que no ve colores”) que se pretendió instalar, se demuestra discordante con un sistema basado en la explotación y la exclusión, donde los más perjudicados siguen siendo los negros.

Lo demostró la muerte de Michael Brown en Ferguson, un joven de 18 años que se encontraba desarmado. La bronca que despertó este acontecimiento se hizo aún más patente cuando Darren Wilson, el policía a cargo del crimen, caminó impune. Las grandes ciudades del país se encendieron. Obama expresó sus “condolencias” y buscó calmar las aguas enviando a Eric Holder (el primer afroamericano que detenta el cargo de fiscal general) a Missouri. Al mismo tiempo, desde el Pentágono, se destinaban armas y petrechos (¡los mismos que se usaron para invadir Irak y Afganistán!) para militarizar las calles, mostrando que la “cuestión racial” es también una cuestión de clase.

En el reciente tiempo, el caso de Mike se repitió por cientos.

Por ejemplo con el asesinato de Vonderitt Myers, a quien un policía disparó en St. Louis varias veces hasta quitarle la vida. Ante los cuestionamientos en torno al hecho, el agente aseguró que Vonderitt tenía un arma en la mano –de lo cual no hay registro- y se veía “amenazado”: la familia asevera que sólo cargaba un sándwich. También se vio con el caso de Eric Garner, quien murió en Nueva York luego de un estrangulamiento practicado por un policía, cuyas imágenes recorrieron las redes sociales. O en el del niño Tamir Rice, de tan solo 12 años, acribillado en Cleveland cuando un policía confundió su pistola de aire comprimido con un arma real y arremetió a tiros.

La muerte de Freddie Gray en Baltimore el 19 de abril pasado, fue la última gota que cayó sobre un vaso largamente rebalsado. “Black Lives Matter” (las vidas de los negros importan) es la consigna que congrega a los miles de manifestantes que expresaron su ira a lo largo de días de enfrentamientos con la policía, marchas y movilizaciones en todo el país. El presidente Obama, por su parte, continuó replicando el mismo cinismo que tuvo en 2012 cuando dijo que Trayvon Martin –otro joven víctima del racismo- “pudo haber sido su hijo”. En este sentido, habló de las pésimas condiciones de salud, educación y vivienda que atraviesa la mayor parte de la población afroamericana y llamó a un “esfuerzo de todos” para revertirlas. ¡Vaya lavado de manos para la persona a cargo de la Casa Blanca! Y para el Partido Democráta… al cual pertenece también, por si fuera poco, la alcaldesa de Baltimore.

1° de mayo y rebelión negra

Luego de que los obreros del mundo adoptaran el Día Internacional de los Trabajadores, en Estados Unidos se legitimó oficialmente el Labor Day de septiembre para evitar posibles disturbios. Pero aunque la burguesía logró obscurecer esta fecha como un emblema de lucha, no puede eliminar la capacidad de resistencia que los trabajadores, las mujeres y los negros mostraron a través de la historia. Hoy, las calles vuelven a ser un escenario de agitación que, si bien no tiene a los Mártires de Chicago como emblema, expresa las contradicciones más cruentas de la sociedad norteamericana, cuestionándola desde sus cimientos.

Los alzamientos, de Ferguson a Baltimore, rompen con la tranquilidad del imperio y sirven de inspiración a fenómenos juveniles y democráticos en distintos lugares del mundo.

Michael Brown y Freddie Gray se transformaron en la bandera de todos aquellos jóvenes, víctimas de una sociedad racista; otras “frutas extrañas” de las cientos de miles que maduraron tantas veces en Estados Unidos. Los manifestantes expresan la bronca de enfrentarse a una película antigua que se repite una y otra vez: la de un “sueño americano” que, parece, fue filmado en blanco y negro. Las miles de personas que salieron a las calles luego de estos asesinatos muestran, sin embargo, que la cinta no es muda y que no esperarán impasiblemente mientras la tierra de las “promesas” y las “oportunidades” se inunda de sangre negra.