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Red Internacional
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ITALIA NON UNA DI MENO. Una Verona transfeminista protesta contra el Congreso Mundial de la Familia

Entre el 29 y el 31 de marzo la ciudad de Verona es la sede del Congreso Mundial de la Familia, un encuentro de organizaciones antiabortistas y homofóbicas de todo el mundo. Pero la ciudad de Romeo y Julieta albergará también las actividades de protesta transfeministas, convocadas por el movimiento Non Una Di Meno de Italia.

Sábado 30 de marzo de 2019 19:42

El Congreso Mundial de la Familia se propone el objetivo de “afirmar, celebrar y defender la familia natural como la única unidad estable y fundamental de la sociedad”. En su web indican que: “Dado que la familia es la institución social original que sienta las bases de una sociedad moralmente responsable, con el apoyo del Viceprimer Ministro Matteo Salvini, el Ministro de Familia y Discapacidad Lorenzo Fontana, el Gobernador de la Región del Véneto Luca Zaia y el Alcalde Federico Sboarina, la ciudad de Verona se enorgullece de acoger, después de Budapest y Chisinau, el XIII Congreso Mundial de las Familias!”

Este es un encuentro internacional de grupos y movimientos antiabortistas y militantes antiLGTBI, que promocionan la familia heteropatriarcal como la única posible. El Congreso incluye actividades como conferencias para hablar sobre “La belleza del matrimonio” y una manifestación por el centro de la ciudad. El evento cuenta con el patrocinio del Ministerio de la familia y la discapacidad, lo que ha generado el repudio de numerosas organizaciones y la publicación de una petición firmada por cientos de intelectuales exigiendo que se retire ese apoyo oficial.

Desde el movimiento de mujeres italiano Non Una Di Meno denuncian el carácter conservador de este Congreso y sostienen que “En la familia patriarcal heteronormalizada se produce y reproduce un modelo social jerárquico y sexista: es el lugar donde se verifican la mayor parte de las violencias de género y es el dispositivo que reproduce la división sexual del trabajo y la opresión.”

“Es más, la familia es una herramienta ideológica que se utiliza con fines racistas, de cara a apoyar la reproducción de la identidad nacional de piel blanca. Por esta razón, reiteramos que la libertad de autodeterminación de las mujeres y de todas las subjetividades LGBT*QI+ no puede separarse de la libertad de movimiento de las y los migrantes. La violencia de las fronteras se articula en los territorios y en los cuerpos de las personas que las cruzan”, aseguran en su comunicado las feministas italianas, que este fin de semana darán pelea, llamando a varias jornadas de debates, actos y movilizaciones.

La extrema derecha y el discurso “antigénero”

En un contexto político mundial de grandes polarizaciones a derecha e izquierda, con la crisis de los partidos del “extremo centro”, los populismos de derechas despliegan un discurso que xenófobo y racista. Gran parte de estas formaciones se atrincheran también en posiciones “antigénero”, como una reacción conservadora frente al ascenso del movimiento de mujeres.

En esta tipología se puede incluir a diferentes grupos, desde corrientes de la Alt Right en Estados Unidos con medios digitales como Breitbart -cuyo expresidente ejecutivo fue el derechista Steve Bannon que actualmente reside en Italia desde donde asesora a grupos de extrema derecha de todo el continente-, Donald Trump, Bolsonaro, Salvini, la extrema derecha conservadora de Jobbik en Hungría o Vox en el Estado español. Estos sectores expresan posiciones abiertamente reaccionarias hacia las libertades democráticas y derechos conquistados por las mujeres en las últimas décadas, abogando por volver a un modelo de “familia tradicional” y por la derogación de las leyes de matrimonio igualitario, contra el derecho al aborto o por la derogación de las leyes de violencia de género. Pretenden restituir relaciones patriarcales más conservadoras aún, que vuelvan a situar a las mujeres como “esclavas del hogar”.

El marxismo y la familia

En su libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Federico Engels explicaba la relación histórica entre la aparición de la propiedad privada, la división clasista de la sociedad y la cristalización de una institución familiar patriarcal. Engels planteaba: “El hombre tomó el mando también en el hogar; la mujer fue degradada y reducida a la servidumbre; se convirtió en la esclava de su lujuria y en un mero instrumento para la producción de hijos…Para asegurar la fidelidad de su mujer y, por tanto, la paternidad de sus hijos, es entregada sin condiciones al poder del marido; si él la mata, solo está ejerciendo sus derechos”.

Si bien las relaciones patriarcales de opresión de las mujeres en la familia son muy anteriores al capitalismo, el desarrollo de este sistema social establece una nueva división entre el ámbito “público” y el ámbito “privado”, donde son relegadas las mujeres. La familia se transforma en un lugar fundamental para gran parte de las tareas de reproducción de la fuerza laboral, por medio del trabajo gratuito de las mujeres que ni siquiera es reconocido como tal, porque aparece como una actividad “natural” femenina en el seno de la familia. Instituciones como la Iglesia, con gran peso político en Italia, buscan reforzar la ideología de la “familia natural” heteropatriarcal.

Al calor de la Revolución rusa, los revolucionarios profundizaron el cuestionamiento sobre la función social de la familia, así como las transformaciones de la institución familiar en la historia. Los bolcheviques analizaron cómo la incorporación al mercado laboral sentaba bases para la emancipación de las mujeres, pero al mismo tiempo se reforzaba su opresión, ya que se imponía ahora una doble carga, el trabajo en el mercado laboral y el trabajo doméstico. Por eso defendieron toda una serie de medidas para garantizar la igualdad de las mujeres ante la ley, su igualdad en el acceso al mercado laboral, pero también para liberar a las mujeres de la carga del trabajo doméstico, socializando estas tareas mediante la instalación de comedores comunitarios, guarderías y lavanderías comunitarias.

Contra sus políticas reaccionarias: movilización y autoorganización

No es casual que este Congreso de la familia se desarrolle este año en Italia, en un momento de crisis, cuando el gobierno de Salvini-Di Maio hace uso de un discurso "soberanista" con la pretensión de volver a “levantar” a Italia como potencia europea. La política de relegar a las mujeres al "hogar" para que recaiga sobre ellas gran parte del trajo de cuidados, de los que se desprende el Estado, es una vía para recortar presupuesto en servicios sociales. Por eso esta pelea no es solo en el plano ideológico, sobre qué "modelo de familia" se prefiere, sino que está en juego la vida de millones de personas, tanto las mujeres a las que quieren recortar derechos básicos, como a todos los hombres y mujeres de la clase trabajadora a la que buscarán imponer mayores condiciones de explotación. Por eso, la lucha por la igualdad de derechos para todas las personas más allá de su elección sexual y por los derechos de las mujeres, es también una lucha contra el sistema capitalista.

Por estas razones sólo podemos repudiar el congreso de Verona y movilizarnos y acompañar las iniciativas convocadas por el movimiento de mujeres Non Una Di Meno en Italia. Para construir un movimiento internacional transfeminista independiente, porque ni la extrema derecha ni los “progresistas liberales” representan nuestros intereses. Un movimiento también antirracista, porque las mujeres migrantes y racializadas aguantan dobles o triples cadenas de opresión y explotación. Un movimiento al mismo tiempo anticapitalista y revolucionario: porque no nos conformamos con luchar por "mejores condiciones" dentro de este sistema, sino que queremos terminar con el patriarcado desde sus raíces y esto no puede conseguirse sin terminar con el capitalismo. Por eso impulsamos la coordinación de las luchas del movimiento de mujeres, los trabajadores y los estudiantes que se organizan. Esta es la única respuesta posible a la profunda crisis orgánica que se está presente en Italia, si queremos que las mujeres tengan derecho a la vida, pero no a una vida destinada al único “destino” de la crianza y maternidad ni a la explotación, sino a una vida digna de ser vivida.


Josefina L. Martínez

Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.

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