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Red Internacional
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MOVIMIENTO OBRERO. Una alternativa obrera frente a los ataques patronales en la industria del automóvil

Los trabajadores y trabajadoras del sector del automóvil en el Estado español ven como sus condiciones laborales y salariales empeoran cada vez que firman un nuevo convenio con sus empresas.

Miércoles 7 de febrero de 2018

Foto: Fábrica Opel Figueruelas

El caso de Opel no es un caso aislado. La aceptación, bajo chantaje y amenazas de dejar sin producción a la planta, de una disminución de salario y de mayor carga de trabajo por parte de la plantilla de Figueruelas, no es un caso aislado. Por desgracia es una dinámica, que se repite fábrica tras fábrica en toda la industria de vehículos.

La patronal automovilística está acelerando los ajustes laborales en plena reconversión hacia el coche eléctrico. Este proceso lo realiza entre amenazas de deslocalización más o menos explícitas en función de qué multinacional se trate.

Todo esto ocurre mientras las ventas del sector se disparan, tanto dentro del país como vía exportación, ya superado el bache de los primeros años de la crisis. A los trabajadores de Opel, se han sumado los 8.000 trabajadores de Ford de la planta de Almussafes (Valencia).Estos acaban de aprobar en referéndum, también bajo amenazas de la patronal y tras la nula resistencia de la burocracia sindical, un convenio muy parecido al de Opel.

El mismo incluye también dos años de congelación salarial previa. De esta pérdida solo recuperarían poco más de la mitad de lo que suba el IPC en los dos años siguientes.

Ganar más dinero a costa de más explotación

En esta frase se puede resumir la filosofía de cualquier patronal y que con tanta dureza y rapidez está aplicando la del sector automovilístico. Ganar más dinero reduciendo los costes de producción, es decir que los trabajadores trabajen más por menos, y llevar a cabo estas políticas cueste lo que cueste.

El ejemplo más claro de esto, es el Presidente del grupo PSA, el portugués Carlos Tavares. El máximo responsable de uno de los principales fabricantes europeos que vende en el mercado vehículos de las marcas Peugeot, Citroën, DS y ahora Opel, tiene claro que solo ha de tomar las medidas que le reporten un mayor beneficio.

Para ello no le importa hacer los ajustes que hagan falta, como ya ha demostrado en Francia, donde las condiciones extenuantes de trabajo impuestas han provocado numerosos suicidios. Ahora tras conseguir sus propósitos en Opel y en la fábrica de PSA en Villaverde (Madrid), quiere imponer sus drásticos recortes en la fábrica de PSA en Vigo.

Resulta aún más indignante que todo este proceso se haga cuando venimos de años de un gran auge del sector en el Estado español. El año pasado duplicó las ventas al superar el millón de vehículos nuevos en España con una facturación de 18.015 millones de euros. Las exportaciones duplicaron esas cifras al alcanzar los 2,29 millones de turismos, a los que se suman 405.000 vehículos industriales, un nivel que no se registraba desde 2007, según los datos de CCOO.

Esta bonanza, sin embargo, parece que se empieza a resquebrajar lentamente. Las exportaciones han bajado por primera vez en los últimos años y el Plan PIVE (ayuda para la compra de un auto) pasó de 200 millones en los Presupuestos Generales del Estado( PGE) del Gobierno a los 50 millones de ahora y con condiciones para los coches ecológicos. Precisamente es este ligero estancamiento del sector la excusa utilizada por la patronal para llevar a cabo sus brutales planes de ajuste.

Unidad y lucha frente a los ataques

Como se dice popularmente aunque hemos perdido algunas “batallas”, debido principalmente a la estrategia de la burocracia sindical de aceptar los recortes sin dar una pelea seria basada en paros, movilizaciones y extensión de la solidaridad hacía los conflictos, como demuestran una vez más los recientes casos de Opel y Ford, la “guerra” no está perdida.

En ambas plantas, la campaña del “miedo”, de no hay alternativa posible, de esto o el “abismo” impulsada por las direcciones de UGT y CCOO, hizo que el referéndum fuera favorable al pacto.

Sin embargo, esta fue una victoria “por la mínima”, ya que en Ford el 49 % y en Opel el 41% de la plantilla votaron en contra de estos acuerdos por la patronal y el beneplácito de la burocracia sindical.

Estos porcentajes tan altos indican un gran nivel de rabia y descontento con lo firmado. Esto debe empezar a ser canalizado y organizado en asambleas de base por sección que converjan en una gran asamblea general de fábrica que ante el próximo ataque patronal puede hacer frente a la casi segura “traición” de la burocracia sindical. En esta tarea los sindicatos que se han opuesto al pacto, como CGT, deben jugar un papel fundamental.

Esta lucha, está claro, no puede ser una lucha de una fábrica en solitario, las direcciones sindicales deben hacer, desde que se inicie el conflicto, un llamamiento a la “unidad de acción y de lucha” con el resto de trabajadores del sector.

Por mucho que los intelectuales y los medios de comunicación burgueses lo digan, la “solidaridad de clase” no está muerta. Los compañeros y compañeras de la fábrica de PSA en Vigo, lo han demostrado recientemente. Ante la amenaza de la empresa de llevar su producción a Vigo, estos sacaron un comunicado comunicado apostando a la lucha de la plantilla de Figueruelas, afirmando rotundamente que “no estáis solos” y que “no vamos a quitarles el pan de la boca para seguir engordando nosotros”.

Tampoco está muerta la “lucha de clases”, como demuestran las huelgas masivas, que la semana pasada paralizaron gran parte de la industria de automóvil en Alemania.

Levantemos un Programa Obrero frente al “chantaje” patronal

Cuando se produce un “ataque” patronal como los descritos en este artículo, la burocracia sindical siempre afirma que no hay alternativa posible y que hay que aceptar lo que sea para conservar la producción. Sin embargo esto es radicalmente falso.

Frente al argumento de que “no hay trabajo” y hay que despedir a gente, nosotros defendemos el reparto de horas laborales sin reducción salarial. Con esta medida evitaríamos despidos y disminuiríamos la excesiva carga de trabajo que tienen los trabajadores de este sector. Además permitiríamos el ingreso en la fábrica de nuevos trabajadores. Medidas que van a mitigar las condiciones de precariedad actual y paro, y que a su vez se implementarían tocando el beneficio del capitalista.

Así mismo cuando la patronal diga que la empresa tiene “perdidas” y por eso hay que bajar los salarios, nosotros defendemos la apertura de los “libros de contabilidad” porque no nos fiamos de sus “números”. Por último, si se llega al punto final y el empresario anuncia el cierre de la empresa, apostamos por la nacionalización sin pago bajo control obrero.

Solo la gestión y el control obrero de la planta (administración, producción, etc.) bajo titularidad pública, puede garantizar el mantenimiento de los puestos de trabajo. Y además garantizar unas condiciones de trabajo y salariales dignas, que permitan incluso la entrada de nuevos compañeros en la fábrica y la inversión de los beneficios en beneficio del resto de la sociedad y no para el “engorde” del “bolsillo” patronal.