Entre escándalos, represión y prebendas el Gobierno avanzó con lo justo con una Ley Bases recortada y sufrió reveses en puntos claves del paquete fiscal. Ahora vuelven a Diputados. El oficialismo lo presentará como un gran avance pero acumula dificultades en diversos frentes. Las dudas sobre el músculo estratégico del Gobierno para llevar su plan adelante.
Fernando Scolnik @FernandoScolnik
Jueves 13 de junio 09:52
Foto: A24
Cada uno puso lo suyo. Lucila Crexell un voto que faltaba, a cambio de un cargo en UNESCO. Martín Lousteau, el quórum decisivo que el oficialismo necesitaba para sesionar. Los bloques colaboracionistas del PRO, la UCR y algunos provinciales, sus votos de siempre. Los senadores peronistas Edgardo Kueider y Carlos Mauricio Espínola, electos por Unión por la Patria, dos votos indispensables. Los senadores de Santa Cruz Carambia y Gadano su ausencia para facilitar votaciones en algunos de los puntos en particular. Guillermo Andrada, Carolina Moisés y Sandra Mendoza, tres votos de Unión por la Patria para el RIGI. Las cúpulas de la CGT y la CTA su borrada de las calles, unos desde el principio, otros desde la mitad de la jornada, cuando aún faltaban muchas horas para que se vote, debilitando la lucha contra las leyes y contra la represión de Patricia Bullrich.
De esta forma, Javier Milei pudo, después de seis meses, tener aprobadas sus primeras dos leyes, la de Bases y el Paquete Fiscal. Para conocer su articulado definitivo, falta aún que las normas vuelvan a Diputados, donde se aprobarán o rechazarán los cambios que introdujo el Senado.
Los actores mencionados son los que habilitaron este paso tan trabajoso del gobierno, que desde el verano venía intentando avanzar en el Congreso Nacional con sus primeras leyes. Para el pueblo trabajador debe quedar claro: son los responsables de que se aprueben la reforma laboral, el ataque al empleo público, la delegación de superpoderes al ultraderechista Javier Milei para que concentre aún más poder o los mecanismos de entrega y saqueo para el gran poder económico con el RIGI, entre otros puntos. Sin ambiguedades: quienes votaron esto son enemigos del pueblo.
Desde hace meses que era un grito cada vez más fuerte del gran capital la exigencia de mayor volumen y fortaleza política al gobierno de Javier Milei. "El ajuste más grande de la historia", según las palabras del presidente, era celebrado pero eran crecientes las dudas sobre su viabilidad. El FMI encabezaba la lista de quienes pedían avances en este sentido.
En ese contexto, las leyes aprobadas en la noche de este miércoles y madrugada de este jueves serán celebradas por el gran capital. Sin embargo, al triunfalismo que querrá ofrecer el gobierno, y sin desconocer las normas que se votaron a favor de los grandes capitalistas y contra el pueblo trabajador, corresponde ponerle matices. Quizás es más lo que el gobierno evitó -una crisis agudísima si caían las leyes- que la fortaleza que haya conquistado hacia el futuro.
En primer lugar, la votación fue agónica. El empoderamiento del ministro Francos -tras la caída de Posse- fue el de un negociador nato que apeló a todos los métodos clásicos de la casta política, con concesiones y prebendas incluídas, para apenas conseguir un agónico empate que desequilibró con su voto Victoria Villarruel. Al Gobierno no le sobra nada y cabe pensar si el bloque que consiguó esta votación puede continuar o fue apenas episódico. Quizás sea una fórmula difícil de repetir.
En segundo lugar, relacionado a lo anterior, estas leyes contienen muchos puntos reaccionarios pero el Gobierno tuvo que achicarla considerablemente en estas semanas, y ni hablar desde el faraónico proyecto del verano. En el último tramo, retrocedió con la eliminación de la moratoria previsional y con privatizaciones varias como las de Aerolíneas Argentinas y el Correo.
En tercer lugar, el Gobierno sufrió un revés importante durante las votaciones del paquete fiscal, cuando perdió dos votaciones claves en Ganancias y Bienes Personales. Restará ver qué actitud toma Diputados cuando esas modificaciones vuelvan a la Cámara Baja. Se trata de un tema decisivo y conflictivo para el plan fiscal del Gobierno.
En cuarto lugar, el oficialismo había llegado a esta votación después de sus peores momentos, y esos problemas no se pueden barrer bajo la alfombra, porque de una forma u otra dejaron huella y permanecerán. Venía de sufrir una derrota en Diputados por el aumento a los jubilados, de la caída-echada de su Jefe de Gabinete Nicolás Posse, de un monumental escándalo en el Ministerio de Capital Humano de Sandra Pettovello, de un gabinete que tiene a figuras como Diana Mondino en la cuerda floja y de turbulencias financieras con los dólares paralelos, el riesgo país y los bonos, en el marco de una profundísima recesión económica.
De conjunto, el gobierno inicia de esta forma su segundo semestre en un marco en el que se verá obligado a mostrar resultados de cara a una paciencia social cuyos límites siempre actúan como una incógnita. La baja de la inflación es el único "logro" -además de las leyes, ahora- que el Gobierno tiene para mostrar, pero eso no solo está en duda -con tarifazos y presiones devaluatorias mediante- sino que también se hizo al costo de una monumental recesión económica que amenaza con llevar el desempleo a cifras de dos dígitos y que tiene al consumo popular hundido. Son muchas las dudas respecto de un posible escenario de recuperación, con el repunte en "V" descartado por prácticamente todo el mundo. Las bajas reservas del Banco Central, en un contexto en el que ya aparecen en el horizonte pesadísimos pagos de deuda, nublan aún más el horizonte. Por eso la discusión del swap con China -cuyo pago inmediato finalmente se despejó- estuvo cargada de tanta tensión en los últimos días.
La nueva coyuntura política se iniciará con una pobreza superior al 55 % según datos de la UCA y con un millón de chicos que están haciendo una comida menos por día, según Unicef, mientras los bancos y las energéticas siguen haciendo superganancias.
De cara al gran capital, el Gobierno acaba de obtener un respiro, pero aún debe demostrar que tiene la fortaleza política para administrar su plan de sostenibilidad del ajuste fiscal, aplicar la reforma laboral y entrega de bienes comunes naturales en un contexto tan delicado. La aprobación de las leyes probablemente no signifique que el gobierno se haya transformado en hegemónico ni que tenga el volumen político suficiente. La dura situación social, la conflictividad y lo trabajoso de la votación dan cuenta de lo dificultoso que es lo que viene para La Libertad Avanza.
En este marco, la multitudinaria movilización de ayer, a pesar de los límites que le pusieron las burocracias sindicales de la CGT y la CTA que no llamaron a paro nacional, y las cúpulas sindicales que sí fueron pero se retiraron a la mitad de la jornada, actúa como una advertencia más de que los planes de Milei no pasarán sin resistencia social. Ya antes el levantamiento popular en Misiones había actuado como alerta para el poder. El monumental operativo represivo de este miércoles no es una muestra de fortaleza política, sino, al revés, una confesión del temor que el gobierno le tiene a que se desaten las fuerzas de la calle. Al mismo tiempo, nos muestra nuestro principal desafío: seguir impulsando la organización y la coordinación, en lucha contra la burocracia sindical, para construir una gran fuerza social para derrotar el plan de Milei. En lo inmediato, para movilizar por ejemplo si en Diputados quieren restituir el impuesto al salario.
No casualmente, vimos también en las últimas semanas una mayor intervención política de la Iglesia, como actor de contención y de articulación de alternativas políticas ante la crisis. Desde sectores del peronismo -este jueves Axel Kicillof se reunió con el Papa Francisco- también intensifican movimientos, pero sin nunca apostar a derrotar el plan de Milei hoy, sino solo preparándose para administrar los restos del país luego del paso del experimento libertario, sin jamás cuestionar los problemas de fondo como la sumisión al capital financiero internacional, el acuerdo con el FMI o el dominio del gran capital sobre los recursos estratégicos del país.
La izquierda, en cambio, estuvo desde el primer día en la primera fila de la lucha contra este plan de reseteo del país a favor del gran poder económico, y participa en cada lucha junto a las asambleas barriales y en los lugares de trabajo y estudio. Estos meses de lucha acumulados y la gran actividad de agitación junto a nuestros diputados para desnudar y denunciar el plan del poder político y económico son también un punto de apoyo para redoblar la pelea por la construcción de una salida política que frente al liberalismo en el gobierno no mire al pasado buscando recetas que ya fracasaron, sino para poner en pie una alternativa política de los trabajadores, socialista y revolucionaria.
Fernando Scolnik
Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.