A dos días de la condena al exabogado personal de Trump, la joven rusa Maria Butina se declaró culpable de tejer relaciones con altos miembros del Partido Republicano durante la campaña electoral.
Viernes 14 de diciembre de 2018 12:55
Este jueves Maria Butina se declaró culpable de actuar como agente de Rusia y admitió haber trabajado por más de dos años para tejer relaciones con activistas conservadores y altos miembros del Partido Republicano.
Ante una corte federal de Washington D.C. Butina se declaró culpable de realizar actividades como espía rusa con el fin de favorecer a los republicanos, en medio de la carrera electoral en la que terminó ganando Trump como presidente de Estados Unidos.
Dentro de su declaración admitió ser parte de una organización que tenía el objetivo de abrir “canales no oficiales” de comunicación con miembros de la conservadora Asociación Nacional del Rifle (NRA) y altos jerarcas del Partido Republicano, en un esfuerzo por sembrar la idea de que Rusia es un amigo, no un enemigo de los Estados Unidos.
Butina se convirtió de esta manera en la primer ciudadana rusa en ser condenada por intentar influenciar el resultado de las elecciones de 2016, cuestión que está investigando el fiscal especial Robert Mueller (operación conocida con el nombre de rusiagate), y que le ha traído varios dolores de cabeza al presidente Trump, como la reciente condena de su ex abogado Michael Cohen. Aunque la condena actual de Cohen no tiene relación directa con la colusión entre la campaña de Trump y el Kremlin, si existen derivaciones de la investigación que pueden tenerla, y que preocupan a la Casa Blanca.
Una espía infiltrada entre los conservadores
Como parte del acuerdo, la acusada va a cooperar con la fiscalía, lo que podría aportar pruebas contundentes sobre los esfuerzos del Kremlin para interferir en la política estadounidense, no solo mediante propaganda y cyber operaciones sino también con contactos en persona. Si bien este caso particular no está en manos de Mueller, se ve que está íntimamente relacionado y que el cerco alrededor de Trump se va cerrando de a poco.
La condena también deja en el centro de la escena a la NRA, un poderoso grupo de lobby en favor de la portación de armas con innumerables y profundos lazos con el partido de gobierno, que en los últimos tiempos ha sufrido duros golpes de la mano del movimiento anti armas y el #MarchForOurLives (Marcha por nuestras vidas] que surgió luego de varios tiroteos en escuelas.
El otro gran implicado es Paul Erickson, un experimentado operador del Partido Republicano y novio de la acusada. Erickson dirigió la campaña presidencial de Patrick J. Buchanan en 1992 que no logró superar las internas.
La investigación de la que resulta la condena comenzó antes de las elecciones de 2016 y se enfoca en Aleksandr P. Torshin, un funcionario ruso que trabajó con Butina durante años. Según los documentos del caso, a principios de 2015 Butina conspiró con Torshin y Erickson para infiltrar el Partido Republicano y la NRA y desarrollar contactos que le permitieran acercarse a cualquiera que resultara elegido como candidato del partido. En este esquema, Torshin dirigía el trabajo y Erickson abría las puertas tanto del partido como de la NRA. Erickson ahora enfrenta cargos por fraude en 3 estados.
Ni el presidente ni sus asesores más cercanos están directamente relacionados con este caso pero en los documentos figura un email que envió Erickson a la campaña de Trump asegurando que “Putin desea construir una buena relación con el Sr. Trump” y que “quiere extender una invitación al Sr. Trump a visitarlo en el Kremlin antes de las elecciones”.
En un escenario de crisis dentro del Partido Republicano pos elecciones de medio término, la condena de Butina es un nuevo golpe, aunque tangencial, a Trump, que se suma a la condena de Cohen y a la reciente ley aprobada en el Senado para que el país deje de apoyar a Arabia Saudita en la guerra en Yemen. Según el Washington Post, Mueller entregaría el resultado de su investigación en el primer trimestre de 2019, con el Partido Demócrata siendo mayoría en Diputados y con poder para citar el presidente a declarar. Aunque un impeachment aún sigue pareciendo lejano, habrá que ver cómo se acomodan las fichas en el nuevo tablero de la política estadounidense.