El asesinato a sangre fría de Abdel Fatah al Sharif, un joven palestino de 21 años, a manos de un soldado israelí, filmado en un video viralizado internacionalmente, se convirtió en un leading case que dio lugar a un debate sobre la conducta de los soldados de la Fuerza de Defensa Israelí (FDI).
Lunes 18 de abril de 2016 12:42
A quemarropa, en pocas palabras. Poco menos de un mes hace que el joven palestino Al Sharif yacía herido, desarmado e inmovilizado después de haber sido reducido junto a otro palestino, tras herir levemente a un soldado con un cuchillo, cuando fue ultimado por el soldado de marras con un disparo en la cabeza sin mediar ningún tipo de consideración. El soldado justificó el disparo con un relato en el que presuntamente temía que Al Sharif intentara accionar un chaleco bomba, una afirmación desmentida por la grosera evidencia de las imágenes. El fiscal militar Sharon Pinhas adelantó que, de todas maneras, el desempeño desafía todas las reglas del protocolo de tratamiento con cinturones y chalecos bomba. El soldado, de nombre reservado por el secreto de sumario (derecho que no asiste a ningún palestino), está detenido en la base militar de Tzrifim a la espera de una próxima audiencia judicial del tribunal militar de la FDI.
El escándalo movió una gestión del secretario de Estado John Kerry que vehiculizó la queja de un legislador de Vermont, el que denunciaba la comisión de “ejecuciones extra judiciales”. El jefe de la FDI, Gadi Eisenkot, y el ministro de Defensa, Moshé Yaalon, ordenaron una investigación, pero ante la evidencia reprodujeron la sentencia del filósofo israelí Asa Kasher, que observó un punto de inflexión en el “código ético” de la FDI, auto reconocido como el ejército “más ético del mundo”. Yaalon adelantó que la conducta de los soldados debería estar regida por el alto mando, no por “los líderes de una pandilla”. Trascendió que el soldado estaba vinculado a barrabravas de Betar Jerusalén, el cuadro de futbol israelí más popular asociado al Likud, al que adhiere toda la familia.
Los activistas del Likud devolvieron la piedra y distribuyeron carteles con la imagen de Yaalon detrás de la mira de un arma de fuego bajo la consigna “políticamente eliminado” en tanto llamaban a “asesinar” al ministro en las próximas elecciones internas. Cientos de soldados, oficiales subalternos y reservistas manifestaron su apoyo al soldado asesino y denunciaron a las autoridades políticas y militares de “abandono”. Resulta vox populi que la suerte del soldado asesino está echada por su procedencia oriental (mizraji), segregada hacia “tareas sucias” a diferencia de la élite de oficiales jerárquicos y el generalato del alto mando de origen ashkenazi, que conforma la crema histórica de la sociedad israelí, impune de los grandes crímenes de la Nakba.
La virulencia de las críticas obligó al régimen a cerrar filas detrás de Yaalon, desde el premier Benjamin Netanyahu, pasando por el ultraderechista ministro de Educacion Naftali Benet, el presidente Reuven Rivlin, hasta la laborista Shelly Yachimovich de Union Sionista. Yaalon no es precisamente un liberal moderado, fue uno de los comandos a cargo del “asesinato selectivo” de Khalili Al Wazir en 1988 junto al ex premier laborista Ehud Barak, ambos cuadros históricos de la FDI formados como asesinos profesionales. Yaalon puso las barbas en remojo para exorcisar la crisis abierta tras la difusión de las imágenes del soldado asesino como una “manzana podrida”, en la perspectiva de restaurar la legitimidad de la FDI, el pilar que sostiene el régimen colonial y racista del Estado judío, garante de la ocupación y la opresión nacional del pueblo palestino.
Si bien este tipo de asesinatos son moneda corriente en las tropas de la FDI, Yaalon se propone echar lastre para amortiguar la ola de violencia entre palestinos e israelíes iniciada en octubre del año pasado, después de las provocaciones de Netanyahu y el movimiento de colonos en la Explanada de las Mezquitas, el tercer sitio santo del Islam. Según el Shin Bet (máximo organismo de seguridad), después de aislar los barrios árabes de Jerusalén oriental con infinidad de checkpoints, la llamada “Intifada de los cuchillos” tiende a aplacarse con una caída significativa de los ataques individuales, protagonizados por “lobos solitarios”, contra soldados y ciudadanos israelíes. La curva observa una tendencia en declinación: en abril solo se registran 3 ataques de importancia en comparación con 20 de marzo y 78 de octubre, con picos de 155 en febrero, 169 en enero y 246 en diciembre.
Entre otros alicientes fueron detenidos una decena de “terroristas judíos” que cometieron el asesinato de la familia Dawabsha y el ataque incendiario a la Iglesia de los Panes y los Peces, mientras fueron habilitados más permisos de trabajo para los palestinos residentes en Cisjordania.
No obstante, la colonización judía de Cisjordania siguió avanzando. Según el movimiento Paz Ahora, vinculado al Meretz, durante los primeros tres meses del año se establecieron 499 viviendas en las colonias y asentamientos, que ya suman el 72% del total de unidades establecidas en todo 2015.
La muy probable condena del soldado asesino abrira nuevos chisporroteos, mientras la FDI ensaya los escarceos de una nueva hipótesis de conflicto en Gaza, tras la masacre de 2014 que termino con mas de 1400 palestinos muertos.