En el marco de la crisis de este país centroamericano, se realizaron las elecciones presidenciales en Guatemala -donde también se eligieron al vicepresidente, a casi 4,000 servidores públicos para el período 2016-2020,158 diputados al Congreso, 20 legisladores al Parlamento Centroamericano y 338 corporaciones municipales.
Martes 8 de septiembre de 2015
Estos comicios dieron como ganador de la primera vuelta al cómico Jimmy Morales Cabrera, del derechista Frente de Convergencia Nacional ante sus competidores Manuel Baldizón Méndez de –Libertad Democrática Renovada, el principal partido de oposición burguesa–, y Sandra Torres, de la centroizquierdista Unidad Nacional de la Esperanzan (UNE). Pero tendrán que ir a una segunda vuelta al no alcanzar ninguno más del 50% de la votación total.
La jornada electoral del 6 de septiembre en el país centroamericano enfrentó a dos fuerzas de la clase dominante para intentar atemperar la crisis del régimen guatemalteco tras el desafuero y la renuncia a la presidencia y posterior encarcelamiento del militar retirado Otto Pérez, ex ’kaibil’ –tropa de élite entrenada para la guerra, y ex oficial de Inteligencia Militar– que ostentó varios cargos militares durante la guerra civil de Guatemala (1960-1996) y vinculado varias veces a masacres cometidas por el ejército contra indígenas.
De esta manera, se busca atemperar la crisis política que abrió la llamada “Revolución de la Dignidad”, que movilizó masivamente contra el presidente a la población harta de la corrupción; y que provocó previamente la renuncia de parte del gobierno y, posteriormente, la de su vicepresidenta y la del mismo Pérez del derechista Partido Patriota.
Es una agitación en las calles que no se veía de la transición del último régimen militar la “democracia” en 1985, donde miles exigían su salida opinando que toda la clase política es corrupta, mientras la patronal lo sostenía para evitar un golpe a las instituciones de los poderosos, pues se cuestionaba a la “democracia”.
La misma Procuraduría General de la Nación –organismo que brinda asesoría legal al Estado– le recomendó a Pérez Molina “presentar su renuncia para evitar la ingobernabilidad y la “inestabilidad de la nación”. Ante tal crisis política del régimen que sucedió a la dictadura genocida, de consecuencias imprevisibles, las fuerzas represivas no se atrevieron a actuar.
Y es que las movilizaciones en la calle demostraron el profundo descontento popular que se expresó el día 6 de septiembre desde la madrugada con marchas por las calles principales para converger en el centro histórico que albergan a las instituciones de gobierno en la ciudad de Guatemala, así como en varias capitales de provincia.
Mientras las organizaciones indígenas y campesinas bloquearon las carreteras y obstaculizar el tránsito en puntos clave de la red vial, el empresariado que terminó demandado también la renuncia de Otto Pérez, criticó los “métodos violentos”, y llamó a evitar las acciones de ingobernabilidad que provocan “pérdidas severas a la economía del país”. Dos métodos y dos intereses distintos convergieron en esta “Revolución de la Dignidad” y en el encarcelamiento del ahora ex presidente.
¿Qué salida ofrecen las elecciones con estos candidatos de derecha?
Tanto Jimmy Morales Cabrera –que cuenta con el apoyo de los sectores más duros del ejército–, como el empresario Manuel Baldizón Méndez, y Sandra Torres, son candidatos de la clase dominante y no pretenden resolver las necesidades más elementales de la población trabajadora. El mismo Morales anunció: “No puedo cambiar la vida de Guatemala, pero trataré de convencer a los guatemaltecos de que cada quién debe hacer lo que le corresponde para mejorar”.
Es decir, seguirá la misma clase política y los planes contra las masas trabajadoras al servicio de las inversiones imperialistas, la inseguridad y la desigualdad social en un país agobiado por una pobreza del 54%, de los 15.8 millones de los pobladores.
Por ello, Joe Biden, el vicepresidente de los Estados Unidos, felicitó el triunfo de Morales en la primera vuelta de los comicios, reafirmándole que “los dos países trabajarán juntos para implementar la Alianza para la Prosperidad”, un multimillonario plan de inversiones en Honduras, Guatemala y El Salvador para “combatir” las causas socioeconómicas que empujan la inmigración hacia Estados Unidos. Queda demostrada así la subordinación de estos gobiernos de la región al imperio del Norte en la política migratoria de Obama –de la cual no escapa el entreguista gobierno mexicano.
Lamentablemente, ante la falta de una alternativa revolucionaria para las masas, la crisis del régimen busca recomponerse mediante un desvío electoral. Es lo que llamamos una política de “reacción democrática”.
Sin embargo, como lo advierten varios analistas políticos, entre ellos el ex canciller guatemalteco Edgar Gutiérrez analistas: “El gobierno que surja de estas elecciones va a tener la más baja legitimidad de estos 30 últimos años. La elección no detiene la crisis, la va a agravar más bien” (La Jornada, 6-9-15). Por lo que es probable un cierre de filas de la derecha y la centroizquierda para evitar una nueva crisis que no pueda desactivarse como la actual, mediante las elecciones.
Por una política independiente de los partidos patronales
Ante la segunda vuelta electoral el próximo 25 de octubre, donde competirán los candidatos de los ricos y el imperialismo estadounidense, las masas trabajadoras de Guatemala no tienen por quién votar, no están representadas. Tienen que rechazar la trampa que significa este desvío del descontento expresado masivamente en las calles y con métodos que preocuparon a la burguesía criolla.
Una política independiente pasa por no diluir la movilización en las urnas y llamar a organizarse a la población en sindicatos, escuelas, el campo y los barrios, formando organismos democráticos que llamen a la más amplia unidad de la población que sufren los estragos de la llamada clase política, para discutir y votar formas de lucha y un programa anticapitalista que apunten a resolver la miseria, el desempleo, los bajos salarios, la alta inseguridad, la desigualdad social, los feminicidios, la represión policial, la gran corrupción que corroe las instituciones de la ”democracia”, y la entrega al imperialismo estadounidense.
Así, desconfiando de toda dirección política integrada al régimen, pueden lucharse por imponerle a los “de arriba” una Asamblea Constituyente libre y soberana, que decida cómo resolver esas cuestiones fundamentales que la burguesía “democrática” nunca va otorgar, y que salde cuentas con los responsables del genocidio cometido por los gobiernos militares y las “juntas cívico-militares hace décadas, entre ellos, el ex presidente Otto Pérez detenido sólo por corrupto. Que expropie a los grandes capitalistas y a los grandes latifundios para realizar una reforma agraria radical que dote de tierras a los campesinos pobres. Y que rompa las cadenas que atan al país al imperialismo.
Mario Caballero
Nació en Veracruz, en 1949. Es fundador del Movimiento de Trabajadores Socialistas de México.