Las y los trabajadoras del telemarketing estamos cansados de que se nos tome el pelo en nuestras empresas. Mientras los capitalistas obtienen inmensos beneficios a nuestra costa, no sólo no somos compensadas de ninguna manera, si no que cada vez nos quieren sangrar más.
Domingo 27 de enero de 2019
Si esta es la situación en todo el sector, el caso de Unísono es paradigmático. Una empresa cuyos trabajadores vemos como nuestros sueldos y nuestros derechos se han quedado estancados y siguen retrocediendo.
Unísono no es una empresa más. Es una multinacional con más de 6.400 empleados. Su sede principal está en Madrid, tiene 15 centros de operaciones distribuidos entre España (5 en Madrid, 3 en Vigo, 1 en Valencia, 1 en Gijón, 1 en Barcelona), Chile (1 en Santiago de Chile), Colombia (2 en Bogotá) y 1 oficina comercial en USA. En la actualidad Unísono tiene s.
En sus ofertas de trabajo en internet Unísono dice que son “una empresa de servicios prestados por personas para personas. Por ello el respeto mutuo y la confianza han de ser una de nuestras señas de identidad, convirtiéndonos en líderes en satisfacción de empleados en el sector.” ¿Respeto mutuo? ¿Confianza? ¿Líderes en satisfacción de empleados? Hay que ser jeta.
Unísono hay obtenido beneficios extraordinarios a costa de la superexplotación de su plantilla. Con ello, aparte de enriquecerse, han renovado sus instalaciones, haciéndose un gran lavado de cara a la vista de sus clientes. Pero detrás de estas mejoras esta la terrible realidad que vivíamos sus trabajadoras y trabajadores. Es difícil resumir todos y cada uno de los vejámenes que sufrimos. Pero aquí algunas de ellas:
Nos dan largas en los pagos de las campañas que tienen incentivos y ni siquiera los pagan teniendo sentencias ganadas, con lo que muchas tienen que volver a denunciar.
Lo que consideramos nuestra herramienta principal de trabajo, los cascos, no se escuchan bien. Las acd (teléfonos) no se sujetan por tener las bases rotas y para hacer una llamada tienes que agarrar el teléfono con las dos manos porque no marcan bien las teclas; las sillas están sucias con grandes manchas, los ordenadores son lentos y algunos con pantallas antiguas. La solución que te dan en la campaña es siempre la misma: “cámbiate de sitio”, así le dejas un puesto que no está en condiciones para otro compañero o compañera que llegue tarde y tenga que sufrir trabajar en esas condiciones.
En uno de los centros de Madrid tienen un garaje habilitado como plataforma, con mala ventilación. Y esto es así en todas las plataformas, porque no abren las ventanas y en algunos centros ni siquiera tienen ventanas que abrir, si no que son cristaleras inmensas.
A esto se suman los fallos constantes en la climatización por lo que, si en una plataforma estamos cincuenta, o cien personas trabajando, se hace un ambiente irrespirable, con lo que nos ponemos enfermos, cogemos infecciones, otitis, infecciones estomacales, nos quedamos sin voz. Pero ninguna de estas dolencias y enfermedades profesionales es reconocida como “baja laboral”. ¿Cómo puede ser que un teleoperador o teleoperadora se quede afónica o tenga infección de oídos tras horas y horas cogiendo llamadas y no sea una baja laboral? Pues no, porque no está reconocida como tal.
La presión que sufrimos en las campañas para que tengamos más “productividad” es insoportable. Esa palabrita tan de moda, “productividad”, en nuestro caso quiere decir que cojamos una llamada detrás de otra, sin tiempo siquiera para codificar las llamadas que entran. Además, si los supervisores escuchan una llamada que no es como al cliente le gusta, te pueden apartar de la campaña. A la empresa lo que le importa es que las llamadas no se pierdan, aunque los trabajadores terminemos exhaustos o enfermos. De cara los clientes venden calidad, pero en los hechos lo que están vendiendo es superexplotación y precariedad laboral.
Por si todo esto no es suficiente, desde hace un tiempo la contratación que se hace es casi exclusivamente por ETTs. Según las informaciones que tenemos por parte de los sindicatos, haciéndolo de forma fraudulenta. El objetivo es que los trabajadores de contratos sean sólo los más antiguos, no cubriéndose las vacantes con personal contratado por la propia empresa, negando incluso la reincorporación de las excedencias, así en el futuro casi la totalidad de la plantilla sea contratada por ETTs.
Si esto ya es malo para la plantilla fija, lo es aún peor para las compañeras y compañeros contratados. Estamos asistiendo a una nueva forma de absoluta precariedad para las personas contratadas a través de ETT, que tienen muchos menos derechos, que sufren doblemente los abusos y la precariedad por parte de Unísono y por parte de la ETT. Despidos por WhatsApp, turnos que no se facilitan, contratos por días, sin vacaciones, una inestabilidad brutal qu se asemeja a un verdadero régimen de esclavitud moderna.
Los sindicatos presentes en la empresa vienen denunciando estas condiciones: el incumplimiento constante de la normativa de horarios y turnos, preferencias horarias, cambios de horario y guardas legales; la imposición de criterios en la concesión para las vacaciones no recogidos en los acuerdos firmados; las arbitrariedades e ilegalidades en las ampliaciones y reducciones de jornada.
Si embargo no siempre de denuncia y muchas de estas condiciones se han naturalizado con el tiempo. Como nos contaban trabajadores que este verano el departamento de turnos se sacó de la manga, que las solicitudes, sólo se recogían hasta el día cinco de cada mes, otro tirón de orejas que tuvieron que hacerles los delegados.
Por todo esto sobran los motivos para ir a la huelga de 24 horas el próximo 28 de enero. Una huelga convocada esta vez por todos los sindicatos presentes en Unísono a nivel estatal.
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Hay motivos más que suficientes para que este 28 no se atienda ni una sola llamada en ningún centro de Unísono. Como dice el comunicado conjunto de los sindicatos convocando a la huelga, “Hoy es el momento de decir BASTA o mañana será muy tarde”.
Pero hay que decir que con una huelga no alcanza. Ya hemos hecho huelgas en el pasado y la precariedad continúa. Este tiene que ser un primer paso para llevar adelante un verdadero plan de lucha, organizando a todas las trabajadoras y trabajadores en los centros, sumando a las compañeras y compañeros contratados por la empresa o por ETT, impulsando asambleas democráticas en las que se pueda debatir todas las medidas de lucha necesarias para pararle los pies a esta multinacional explotadora.