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Red Internacional
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Universidad y precariedad: cientos de investigadores temporales de la UCM no podrán solicitar sus sexenios

Frente a un nuevo fallo del Tribunal Supremo, la UCM cambia los criterios para solicitar los sexenios, pero una vez más deja de lado al sector más vulnerable del profesorado, a los trabajadores temporales. El sistema universitario de castas se mantiene fuerte.

Viernes 26 de enero de 2024

Los sexenios, como complemento económico por la productividad, constituyen un derecho del personal docente de las universidades. Sin embargo, la UCM mantiene una tendencia clasista que ya es histórica al negar a los trabajadores temporales la posibilidad de aplicar para estos sexenios. En un comunicado reciente, la Federación de Jóvenes Investigadores y la Asociación de PDI no permanente de la UCM denuncia esta discriminación descarada que cruza ya incluso los límites de la legalidad.

Un fallo del Tribunal Supremo con fecha en el 25 de Enero de 2023 reconoce explícitamente «el derecho del personal docente e investigador no permanente (temporal) de las universidades públicas de la Comunidad de Madrid a someter la actividad investigadora realizada cada seis años a una evaluación y, en caso de superar favorablemente la misma, a percibir, si diera lugar, un complemento por méritos investigadores en los mismos términos que el personal docente e investigador permanente». Ante este comunicado, la UCM publica una nueva convocatoria que se muestra insuficiente en sus cambios con respecto a la pasada, pues continúa excluyendo a ls trabajadores temporales.

En la última convocatoria, presentada en el BOUC de este 17 de Enero, se incluyen a trabajadores antes excluidos tales como ayudantes doctores pero se dejan de lado una vez más a los trabajadores temporales. De este modo, la Universidad Complutense no soluciona en absoluto la situación, meramente trata de desentenderse de sus responsabilidades hacia sus trabajadores. Esta medida que debería beneficiar al personal no fijo se torna en su aplicación en un refuerzo del desbalance de poder entre los trabajadores más bajos, que tienen que probar su valor una y otra vez con extenuante trabajo, y la casta del rectorado y el decanato, que se aprovecha de ese trabajo dando el mínimo a cambio.

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Esta situación no debería sorprender a nadie. Es un reflejo entre cientos del funcionamiento clasista del sistema universitario, que continúa beneficiando a un rectorado y a un decanato bien asentado a costa de toda fuerza trabajadora que encuentren vulnerable. Alumnos y profesores se encuentran ante un sistema estratizado a grandes escalones, cuyo ascenso requiere esfuerzos colosales de los que sólo se benefician aquellos que ya están arriba. Esta es una universidad movida por mecanismos capitalistas que se alejan por completo de los intereses tanto de sus trabajadores como de sus estudiantes. A la clase trabajadora cada vez se le hace más difícil participar de la vida universitaria en ninguna de sus formas: los estudios cada vez tienen un umbral de riqueza más alto, y los trabajos se vuelven cada vez más precarios, todo en nombre de la ganancia capitalista.

Ante esta situación, la única respuesta que cabe es la puesta en pie de un movimiento de lucha por parte de trabajadores y estudiantes organizados, para tomar de una vez por todas esta institución y enfocarla hacia los verdaderos intereses de la clase trabajadora.

En este sentido, trabajadores temporales, estudiantes y los trabajadores más precarios de la universidad, de los servicios subcontratados como la limpieza o la cafetería, comparten un objetivo común, que les une en una misma lucha. Sólo un cambio radical del modo de funcionar de la universidad puede aportar una solución verdaderamente sustancial. Ninguna medida del Tribunal Supremo puede cambiar una institución que lleva en su corazón tales relaciones de explotación.

Esto se puede conseguir tan sólo estableciendo una nueva universidad controlada por sus trabajadores y alumnos, al servicio de la clase trabajadora, y para ello es necesario poner en pie un gran movimiento de lucha que, como decían en el mayo francés, pase del cuestionamiento de la universidad de clases al cuestionamiento de la sociedad de clases.