Esta semana fue la salida de Nicolás Posse como jefe de gabinete de Ministros, pero en estos 5 meses de mandato, Milei se deshizo de 32 altos funcionarios. Aún así, para ser parte de la casta de Javier Milei, no hace falta un curriculum muy destacado: basta con ser serviles a los planes de entrega y/o estar bajo el ala de algún político tradicional, si estuvo relacionado con el menemismo o la dictadura militar, suma puntos.
Viernes 31 de mayo de 2024 16:49
El politólogo Pablo Javier Salinas se encargó de registrar en un cuadro, a los 32 funcionarios y funcionarias que fugazmente participaron del gobierno de Javier Milei, antes de renunciar por voluntad propia, o por voluntad del presidente.
Esta semana fue el jefe de gabinete de Ministros, Nicolás Posse. El íntimo amigo de Javier Milei, recibió la orden de dejar su puesto, luego de quedar sospechado de espionaje a otros altos funcionarios del Gobierno y a Karina Milei. O eso es lo que el Gobierno dejó correr a través de sus periodistas de cabecera. A la par de Posse, también salió el titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Silvestre Sívori.
Entre renuncias y renunciados, Javier Milei se ha cargado en promedio un alto funcionario cada 5 días. Esta dinámica de purga podría resultar simpática si se interpreta como una suerte de "limpieza de la casta". Lejos de esto, desde que asumió, Javier Milei intenta poner en pie su propia casta. En este último experimento, salió Posse y ocupó su cargo Guillermo Francos, un adoquín de la casta política argentina, fue parte del andamiaje menemista y dio sus primeros pasos entre militares y dictaduras..
Francos es quien teje los lazos con otros bandos dentro de la casta. Gracias a él (y a la voluntad de entrega de los partidos del régimen argentino), se acercaron posiciones para el dictamen de la Ley Bases. Si fuera por la sola destreza de Javier Milei, el escenario sería similar al del 25 de mayo: fecha donde prometió un gran acuerdo nacional, pero terminó en un acto poco concurrido, donde el único aliado político presente, el gobernador cordobés Martín Llaryora, fue abucheado por los concurrentes.
Si observamos el cuadro de Salinas, los recambios fueron en las áreas de: Capital Humano, Economía, Jefatura de Gabinete, del Interior, Presidencia, Salud, ANSES, AySA, BICE, Seguridad y Defensa.
La Secretaría de Trabajo (en el Ministerio de Capital Humano), por ejemplo, se la entregaron al grupo Techint: con Julio Cordero que fue abogado de esta empresa colaboradora de la dictadura militar, y que se vio beneficiada por todos los Gobierno democráticos. La casta empresarial se entrelaza carnalmente a la casta política, bajo el gobierno de Javier Milei.
Hay otros que siguen firmes en su puesto, a pesar de acumular hasta cuestionamientos morales. Tal es el caso de Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, que tiene incautados 6 toneladas de alimentos; mientras los comedores populares desbordan de hambre. A cambio de su cabeza, Pettovello echó al secretario de Niñez y Familia, Pablo De la Torre.
Mientras tanto, al frente de la AFI quedó un publicista y productor mediático (?). Se llama Sergio Neiffert, es un personaje que metió Santiago Caputo, desde el peronismo de la provincia de Buenos Aires. Antes estuvo un tiempito en el directorio de la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar), sin siquiera tener experiencia ni estudios relacionados a cauces hídricos.
Para ser parte de la casta de Javier Milei, no hace falta un curriculum muy destacado. Basta con perfilarse serviles a los planes de entrega del presidente de la Nación, y estar bajo el ala de algún político tradicional, si estuvo relacionado con el menemismo o la dictadura militar, suma puntos.