En la carrera de Licenciatura en Psicopedagogía hay cátedras únicas con un enfoque adherente a las predominantes neurociencias. Abrimos un debate con esta corriente que prima en nuestra universidad.
Jueves 3 de mayo de 2018
Así como en casi todas las carreras de la universidad, en la Licenciatura en Psicopedagogía existe una cátedra única por materia. Estas cátedras son enfocadas en su mayoría en una sola corriente: la neurocientífica.
Esta corriente encuentra su origen con el descubrimiento y en la implementación de la resonancia magnética, la cual permitió ver y investigar la composición y el funcionamiento de los cerebros mapeando la actividad neuronal, los procesos simpáticos y su actividad eléctrica. Entiende y sostiene que todo lo que incumbe al ser humano se explica y soluciona favoreciendo el desarrollo del cerebro mediante la intervención química con medicamentos. Esta mirada absolutamente reduccionista, y para nada inocente, aplica una tecnología, que bien podría utilizarse para descubrir la cura del alzhéimer. Sin embargo fue vista como una forma de obtener jugosas ganancias por parte los laboratorios y empresas de medicina privada.
Su foco metodológico es el cerebro individual y aislado del contexto social, foco que sigue la línea del neoliberalismo: del individuo por encima del colectivo. Alineado además con las iniciativas de políticas públicas a nivel provincial y nacional, que enfatizan la autoconfianza, la aspiración y la voluntad del éxito.
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En pocas palabras: individualismo y meritocracia, todos tenemos el mismo cerebro y podemos esforzarnos y superarnos individualmente sin importar las condiciones materiales con las que nacemos y las oportunidades que tenemos para nuestro desarrollo.
Y no es casual que una universidad como la UNSaM, más aún teniendo en cuenta que es de las únicas universidades pública que posee esta carrera (además de la universidad de Lomas de Zamora), su única línea de formación sea la neurocientífica. La falta de cátedras diversas es una forma antidemocrática de administrar el conocimiento al quitarle la posibilidad a los estudiantes de elegir qué perfil científico le quieren dar a su formación, permitiendo, por ejemplo, que se formen con una perspectiva social pensando al niño dentro del colectivo y con la realidad de su contexto. De este modo, no solo se estaría ampliando el enfoque científico y académico de la carrera, sino que al mismo tiempo se estarían ampliando los aspectos técnicos o estructurales de una carrera universitaria. Esto sería darle lugar al ingreso de más docentes como de más estudiantes, siendo que año a año quedan afuera de la carrera a través de los cupos que ya tantas veces denunciamos.
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Frente a esto, como candidata a Consejera de la Escuela de Humanidades por la lista número 10 del Frente de Izquierda, me comprometo a organizar la lucha junto a todas y todos los estudiantes de psicopedagogía para que tengan la posibilidad de discernir en qué cátedra cursar, optando verdaderamente ellos que orientación formativa y profesional quieren tener para su práctica como trabajadores de la educación y la salud.
Los estudiantes somos mayoría en la universidad pero minoría en la toma de decisiones. En los consejos nos representan 3 estudiantes en Superior y 2 en el Consejo de Escuela, frente a una mayoría conformada por una docente, que además son quienes desarrollan estas líneas de pensamiento en la universidad. Para democratizar los conocimientos, para que seamos parte de las decisiones de qué queremos para nuestra formación, es necesario dar una pelea por democratizar el régimen universitario y sus órganos de gobierno con mayoría estudiantil, y así avanzar por la educación por la que peleaban los estudiantes que conquistaron la reforma universitaria hace cien años.