Su estructura sindical no revista ninguna lógica de encuadre, territorio o función respecto a sus afiliados. Una estructura vacía de trabajadores inventada 1975 en una oscura transacción entre funcionarios del Ministerio de Trabajo y las patronales.
Lunes 22 de mayo de 2017 11:54
Hace más de una década que la agrupación El Despegue destina sus energías a la unidad de las filas obreras. La unidad entre efectivos, tercerizados y contratados es nuestra bandera. Así fue como La Bordo, el agrupamiento más combativo y militantes de los tercerizados aeroportuarios nos encontró en el lugar común de la doble confrontación contra patrones y sindicatos burocratizados. Es en ese sendero común que conocimos un ignoto sindicato llamado Upadep. A decir verdad, dicha estructura sindical no revista ninguna lógica de encuadre, territorio o función respecto a sus afiliados. Es un invento. Un negocio. Una estructura vacía de trabajadores inventada 1975 en una oscura transacción entre funcionarios del Ministerio de Trabajo y las patronales. Jorge A. Sansat, su dirigente desde la mismísima fundación, tiene el mérito de no haber trabajado nunca jamás en un aeropuerto. Hoy día está alineado con el Momo Venegas y se define así mismo como un admirador del presidente Macri. La libertad de adhesión política no se le niega a nadie, aunque aquello tenga efectos nocivos sobre terceros: en este caso los propios afiliados de Upadep. Las ultimas paritarias en aeronáuticos rondaron para el conjunto de los sindicatos en 35 %, en cambio para los empobrecidos trabajadores de Upadep fueron de un 18.5 %. Sansat admira al presidente y el presidente le propuso aquel piso salarial y el obedeció. Los trabajadores, claro está, no llegan a fin de mes. El lector podría advertir que no es tan nueva la cosa. Inclusive podría rememorar las épocas de las burocracias colaboracionistas que coordinaban para la desaparición de trabajadores. Pero en el día de la elección notamos cierto plus diferencial que nos llevó a realizar públicamente esta denuncia.
Los tercerizados de La Bordo llevan consigo toda la carga ética de quienes pregonan la igualdad para los trabajadores, contrapuesto claro, a la inmunda ética de los privilegiados referentes de Upadep. No es abstracto aquello de la ética. Hemos tenido el privilegio como delegados y trabajadores de Latam de ayudar y compartir desde adentro, la magnífica campaña de nuestros compañeros tercerizados de GPS/Ezeiza por conquistar los puestos de delgados. Sorteando las mil y una trampas de Sansat para evitar oposición alguna, la Lista Bordo logró presentar una nómina de candidatos amplia para darle pelea a la burocracia de Upadep. En menos de una semana se generó una movilización interna en aquella empresa como hace años no se veía. La maratón de reuniones y encuentros para definir los pasos a seguir, las nuevas trampas, los materiales de publicidad, todo en un ritmo frenético que nos impuso el hecho de tener solo una semana. Las compañeras idearon una sala de niños para que pudiesen dormir y jugar mientras los adultos organizábamos la campaña. Sucede que La Bordo es masiva y aquello se nota. La voluntad de los tercerizados para hacerse de un futuro mejor es un ejemplo que deberían imitar muchos trabajadores efectivos.
Del otro lado estaba la oficialista Lista Blanca. En todos los años de nuestra militancia en el aeropuerto no hemos visto una campaña tan reaccionaria, basada en el terror y el apriete. Entiéndase que nos hablamos solamente del vil macartismo que recorre toda la estructura sindical argentina. No. Hablamos de apriete liso y llano. De amedrentamiento. De cobardes perros del patrón, a quienes la propia empresa les da curso para la amenaza del despido, el traslado y el descuento. Pero tampoco esto alcanzaría a definirlos por completo. Fueron unos videos de claro sesgo Nazi lo que nos impulsó a indagar sobre quiénes eran los operadores de la aberrante campaña.
Es así como llegamos a descubrir que aquellos operadores pregonaban abiertamente su adhesión al partido nazi y sus publicaciones estaban cargadas de propaganda de corte skinhead. El enemigo a enfrentar era difícil. Pero también era nazi.
Te puede interesar: Elecciones Upadep: fraude contra los trabajadores aeronáuticos
Como denuncian en su comunicado los compañeros de La Bordo el oficialismo consumó un fraude escandaloso. El fraude no se redujo solo a las restricciones de urna, rotaciones y horarios. No. Tampoco al manejo a gusto de todos los resortes que mueven el aparato electoral. No. Tampoco a la complicidad del Ministerio y la ausencia de veedores. No. La cosa fue un tanto más desprolija: ¡Se afanaron la urna! Si. Así fue la cosa. Un tanto más evidente. No reconocen la idea de vergüenza aquellos que están dispuestos a todo por mantener el privilegio de no laburar y vivir en el mundo del dinero y la lujuria. Se afanaron la urna y la urna nunca más apareció. Así las cosas, podemos decir que la “legitimidad” de aquella elección esta floja de papeles. Como se podrá apreciar en las imágenes y fotos una enorme movilización se desarrolló de manera espontánea. Los primeros en acudir a la indignación colectiva fueron aquellos trabajadores que estaban pacíficamente en una larga fila para poner su voto en la urna. Pero la urna ya no estaba. Eran de la partida la militante Lista Bordo de Aeroparque, que fueron un apoyo fundamental en todo el transcurso de la campaña. El robo no se consumó de manera sigilosa. Una patota irrumpió en medio del escrutinio y a golpe de puño sustrajo la urna. La compañera Ayelen fue cobardemente golpeada, como tantos otros compañeros que intentaron evitar la consumación del fraude. Ya en las oficinas del sindicato la movilización de trabajadores se enfrentaba a una patota ajena al mundo del trabajo. Los improperios que deslizaba la burocracia eran muchos, pero uno se destacaba ¡Heil Hitler! Fue entonces que recordamos acerca de aquel operador filo nazi que había impulsado la campaña de los muchachos del fraude.
Quien escribe se quedó observando a aquel personaje. Los compañeros contaron que el mismo se jacta de su andar parapolicial golpeando y amedrantando a personas en situación de calle y de meter bala a los pibes de la villa. Cordón policial de por medio, intento no perder de vista al nazi, ya un tanto más asustado por la masiva movilización que exigía la urna que nunca apareció. Luego de una escaramuza, este se recompone y con orgullo levanta su brazo derecho. ¡Heil Hitler!, dice.
La impugnación de la elección es un hecho. El reclamo de los trabajadores por elecciones limpias será una conquista que solo podrá lograrse si todos los trabajadores peleamos nuestro derecho al voto. Pero a la vera de aquella demanda se impone una consigna. ¡Fuera nazis de Upadep! ¡Fuera nazis de los sindicatos!