En la jornada de este domingo se celebran las elecciones internas, en donde se eligen a los candidatos presidenciales únicos por partido y a los órganos deliberativos. Hacemos un repaso general del panorama político que está aconteciendo en relación a este tema.
Sábado 29 de junio
Este domingo 30 de junio se cumple la primera etapa del proceso electoral en Uruguay, se celebran las elecciones internas, en donde se dirimen las candidaturas para la presidencia de la República para cada lema (candidato único por partido) y los integrantes de los órganos deliberativos nacionales y departamentales. Esta etapa del ciclo electoral es la única instancia en donde el voto no es obligatorio.
Para esta ocasión se han registrado en la Corte Electoral numerosos nuevos partidos, los que sumados a los ya existentes suman 18 partidos que serán participantes en el acto electoral, esta cantidad marca un récord histórico, como también el de las candidaturas que suman un total de 31 precandidatos presidenciales.
Hasta ahora, en la campaña desarrollada, se han destacado sobre todo por la mediocridad del debate, sin una discusión de ideas y propuestas que se propongan solucionar los problemas del país a fondo. Más allá de alguna idea o propuesta aislada, el discurso estuvo dominado por las chicanas y los pases de factura entre los principales candidatos.
Por supuesto dentro de todo este universo, los sectores y candidatos con reales chances de ganar el ciclo electoral son unos pocos, los cuales en general mantienen acuerdos mínimos en la continuidad del régimen político que domina en el capitalismo uruguayo. Si bien cada uno tiene su perfil, ninguno cuestiona las bases estructurales de la sociedad y el modelo macroeconómico forjado desde la salida de la dictadura.
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El gobierno pro patronal de Lacalle Pou y sus candidatos de la continuidad
Lacalle Pou y su gobierno pro patronal y ultra corrupto ha entrado en los últimos meses de gestión, con la esperanza de que su principal candidato Álvaro Delgado logre garantizar la continuidad de sus políticas. Muy lejos y con pocas chances de competir se puede destacar, entre otros candidatos, la candidata del herrerismo personificada por Laura Raffo.
A los candidatos del gobierno los siguen una comparsa de mini candidatos de la coalición multicolor, que se presentan con sus propios lemas, pero bajo la hegemonía de Lacalle Pou en el espectro de la derecha. Desde los múltiples candidatos del Partido Colorado, hasta la interna de Cabildo Abierto y su principal figura Manini Ríos, entre otros sectores de menor peso, incluso que los mencionados.
Si bien Lacalle Pou ha logrado sostener cierta popularidad, la realidad que muchos politólogos poco señalan, es que es por todo el mundo sabido los escándalos de corrupción que han marcado su gestión de gobierno. Desde el caso Astesiano, pasando por el escándalo del pasaporte para el narcotraficante Sebastián Marset, el espionaje a líderes políticos y sindicales, los acomodos en las intendencias de su partido en el interior del país y en organismos del Estado como el caso de Salto Grande, y así una interminable lista de mugre que siempre caracteriza a los gobiernos herreristas.
Otra realidad a la vista de todo quien la quiera contrastar con la evidencia abiertamente a disposición de todos, es su carácter pro patronal y antiobrero. Recordemos que su gobierno inició impulsando la LUC (Ley de Urgente Consideración) que estableció los parámetros pro patronales y en algunos casos represivos (cada vez que pudo: la última fue contra los trabajadores del mar, pero hubieron otras) que caracterizaron a su gobierno. Otro objetivo que intentó llevar a cabo el gobierno de Lacalle es el ajuste fiscal, en detrimento de la salud, la educación y otros sectores de interés popular, para obtener resultados mediocres de acuerdo a sus metas originales.
Hubo una enorme transferencia de riqueza de 2.000 millones de dólares desde los trabajadores y sectores populares a los sectores ultra ricos, una pérdida del salario real durante la mayor parte de su gestión, el aumento de la precariedad y la desigualdad, con una grave crisis social para los sectores más desfavorecidos de la sociedad. De acuerdo a un estudio presentado por el Instituto Cuesta Duarte, en Uruguay hay 548 personas que tienen ingresos inferiores a 25 mil pesos y dentro de ellos unos 166.000 no alcanzaron los $ 15.000 líquidos al mes, en comparación con 2019 significa un aumento de 100 mil personas en esta situación, además si tomamos en cuenta a los que ganan menos de 35 mil pesos abarca al 52 % [1].
Este es el Uruguay que deja como legado el gobierno de Lacalle Pou, un país desigual y que tiene en situación de precariedad y pobreza a una gran masa de población, a la que ninguno de los candidatos da una respuesta seria para revertir, e implícitamente se acepta como parte del modelo post dictadura sobre el que todos tienen consenso en apoyar.
Marcando claramente su perfil a favor de los “malla oro” como el propio Lacalle Pou definió al comienzo de su presidencia, intentó cada vez que pudo favorecer y regalar recursos del Estado a las transnacionales y a los oligopolios privados de distinto tipo, perjudicó todo lo que pudo a las empresas públicas como por ejemplo a la compañía telefónica estatal Antel, en favor de los oligopolios privados que dominan los medios de comunicación y las empresas teléfonicas transnacionales que compiten con la misma Antel, le regaló el puerto de Montevideo a la empresa belga Katoen Natie por 80 años, entre muchos ejemplos. Y para rematar impulsó una reforma de la seguridad social totalmente regresiva para los trabajadores, que entre varias cosas aumentó la edad jubilatoria.
En definitiva, el prontuario del gobierno de Lacalle Pou no deja dudas a favor de que intereses gobernó y que métodos de lo peor de la política, uno más ruin que el otro, utilizó para imponerse y beneficiarse él y su entorno.
La oposición “responsable” del Frente Amplio y sus candidatos
Como lo ha caracterizado su historia, la oposición del Frente Amplio al gobierno de Lacalle Pou, fue en todo momento parlamentaria, limitándose a señalar el empeoramiento de las condiciones sociales que provocaba la gestión económica y denunciando los casos más sonados de corrupción. Pero siempre manteniendo como regla el garantizar el equilibrio del gobierno, para no perjudicar al régimen político de que es parte.
En este sentido, la influencia sobre la clase trabajadora y el Pit-Cnt, y otros movimientos sociales de masas (cuyos dirigentes en su mayoría se identifican con esta coalición de centro izquierda). Fueron la pata social que contribuyó en todo momento a que se sostenga la paz del régimen, movilizándose, haciendo paros y otras medidas de lucha, solo para descomprimir la situación y preparar el terreno para convertirse en la próxima “esperanza” electoral.
En definitiva, la oposición apostó al desgaste dentro de las reglas del régimen, para convertirse al día de hoy en una de las opciones para un futuro gobierno, que administre la estructura capitalista, pero con el matiz de “rostro social” como señala su identidad de pata izquierda del régimen post dictadura.
En una discusión crucial para el futuro de los trabajadores y mayorías populares, como lo es el plebiscito por la Seguridad Social, el Frente Amplio llega dividido a esta etapa del proceso electoral, teniendo algunos sectores a favor de la iniciativa que impulsaron lo trabajadores, y otros que directamente se pronunciaron en contra o se negaron a manifestar una postura clara.
El FA presenta tres candidaturas, dos de las cuales son las principales, una es Carolina Cosse con un perfil más de izquierda pero sin romper con el consenso del modelo macro económico (ver sus elogios a Danilo Astori) y el otro el candidato moderado, “dialoguista”, en la figura de Yamandú Orsi que de tan moderado se auto define como “pragmático” y que ha asegurado que “no habrá un cambio sustancial” con respecto a la política económica del actual gobierno.
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Una expresión de esto fue el debate de las últimas semanas acerca de la posibilidad de que Gabriel Oddone, el ex economista de CPA Ferrere, sea ministro de Economía de un futuro gobierno de Yamandú Orsi. Oddone se ha caracterizado por su acompañamiento crítico por derecha de la conducción económica de Danilo Astori, a quien consideraba un economista por momentos demasiado de izquierda.
Asamblea Popular: viejas recetas para más de lo mismo
Se presentan como novedad de izquierda en esta elección el frente electoral bajo el lema Asamblea Popular, un frente que es liderado por el Movimiento 26 de Marzo que es una ruptura del Frente Amplio en los inicios de su primera gestión de gobierno y que históricamente se presentan como los defensores de una versión “pura” del mismo.
El 26 de Marzo por ejemplo, en su línea “nacionalista” apoyó, en un principio por verlo supuestamente “progresivo”, al movimiento ultra reaccionario “Un solo Uruguay” que pujaba por los intereses más rancios del sector rural en oposición al entonces gobierno del frenteamplista Tabaré Vázquez, en otra oportunidad hizo alianzas con la derecha para las elecciones del BPS.
Este lema también está compuesto esta vez y presentado como novedad, por otros sectores como el Partido de los Trabajadores de identidad trotskista, la Lit-CI (trotskistas-morenistas) y el Frente de los Trabajadores en Lucha (estalinistas). En este lema hay un candidato presidencial único que es Gonzalo Martínez del 26 de Marzo y compiten en internas a través de listas por los órganos deliberativos.
Configuran un extraño conglomerado de partidos filo estalinistas y trostkistas, a través de un programa mínimo, que desde nuestro punto de vista y de crítica hacia los grupos trotkistas que lo componen, es un error que no suma a la construcción de una alternativa revolucionaria para Uruguay.
Nos llama la atención que para el caso del PT, cuyo líder histórico internacional Jorge Altamira, despotricó contra el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad (FITU) de Argentina, e incluso se negó a llamar al voto por Myriam Bregman (del PTS-FITU) en las elecciones generales de Argentina, ahora vengan a proponer sumarse a una alianza electoral, que no suma nada y aporta a más confusión dentro del espectro de la izquierda revolucionaria.
Queremos aclarar que, en esta discusión específica, la naturaleza del FITU argentino es muy distinta a la alianza electoral a la que entraron los compañeros del PT acá en Uruguay. El FITU de Argentina es un frente electoral compuesto principalmente por partidos trotskistas y que defiende un programa clasista (independencia de clase), anti capitalista y de gobierno de los trabajadores. En este sentido es un bloque político independiente al servicio de los trabajadores que aporta a la construcción de una alternativa revolucionaria.
En cambio la alianza de Asamblea Popular apunta a como decíamos más arriba, a lo sumo a un programa mínimo: “construir una alternativa a los partidos que plantean mantener y hasta profundizar la entrega de la soberanía nacional, la pérdida de conquistas laborales y sociales, la limitación del derecho de huelga y la represión de la protesta.” [2] Si bien en algún pasaje se definen como anti capitalistas y anti imperialistas, tampoco es una novedad en el mundo, los experimentos de acuerdos de frentes anti capitalistas amplios, han fracasado una vez puestos a prueba (ver por ejemplo el Syrisa griego o Podemos del Estado Español), siendo en esencia ejemplos de neorreformismo.
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El PT reconoce abiertamente este carácter de amplitud [3] del frente electoral, reconociendo las inocultables “diferencias políticas y programáticas entre los participantes” y plantea como virtud que cada corriente “tendrá autonomía para desarrollar su campaña y sus planteamientos políticos y programáticos” [4]. Quedando habilitado por ejemplo el 26 de Marzo para agitar su estrategia nacionalista de "gobierno popular y antiimperialista", que es una estrategia que renuncia a la independencia política de los trabajadores, en favor de una concepción de conciliación de clases.
Claramente este acuerdo de Asamblea Popular, no pasa de una perspectiva soberanista y de defensa de derechos mínimos, como tampoco se defiende una perspectiva de gobierno de los trabajadores. Todas estas características repetidas en los experimentos de estos frentes anti capitalistas amplios, que a la larga confunden y no aportan a la construcción de una perspectiva revolucionaria de los trabajadores.
¿Cuál es nuestra posición?
Desde la Corriente de Trabajadores por el Socialismo (CTS) y La Izquierda Diario Uruguay, en esta ocasión no respaldaremos a ninguna de las opciones que presenta el sistema electoral.
Los trabajadores y trabajadoras no deben resignarse ante “lo posible” o a estrategias limitadas y de corto vuelo. Por el contrario se trata de luchar por terminar con este sistema injusto que no tiene nada para ofrecer a los trabajadores y sectores populares.
Por eso la clave es construir una herramienta política de los trabajadores, anti capitalista y socialista, las decisiones y acciones tomadas para tal fin, son el camino que hay que tomar y preparar, para lograr que los trabajadores/as y sectores populares tomen el destino en sus manos.
[1] “LOS SALARIOS SUMERGIDOS EN 2023: 100.000 “veinticincomilpesistas” más que en 2019.” Instituto Cuesta Duarte.
[2] Ver: "UNIDAD POPULAR – FRENTE DE TRABAJADORES ¿POR QUÉ NOS UNIMOS?". En: https://pt.org.uy/wp-content/uploads/2023/12/Acuerdo-UP-PT-FTL.pdf
[3] Ver: "El acuerdo electoral del PT con la UP y el FTL: Lanzamos la campaña, con todo". En: https://pt.org.uy/el-acuerdo-electoral-del-pt-con-la-up-y-el-ftl-lanzamos-la-campana-con-todo/
[4] Idem.