En Montevideo se organiza una concentración frente a la Embajada de Argentina como parte del Pañuelazo Internacional del próximo 8A cuando el Proyecto de Ley de Aborto se trate en el Senado argentino.
Lunes 6 de agosto de 2018 11:18
Uruguay se suma al Pañuelazo Internacional del próximo 8A cuando el Proyecto de Ley de Aborto se trate en el Senado argentino. Las mujeres se concentrarán en las Embajadas de Argentina de ciudades como México DF, Santiago de Chile, Madrid, Barcelona, París y también Montevideo. La cita es desde las 18 hs en Cuareim 1470.
El llamamiento es impulsado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito de Argentina, organización que ya presentó 7 veces el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo para que sea discutido y votado por el parlamento argentino. Desde el afiche se hace un llamamiento para manifestarse en las Embajadas de Argentina de todo el mundo para apoyar el reclamo de las mujeres argentinas.
#Quesealey
A partir del tratamiento de la ley de Aborto Legal Seguro y Gratuito, se viene desarrollando en Argentina un movimiento imparable de mujeres que comenzó a organizarse en sus trabajos, lugares de estudio y barrios para manifestarse a favor del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. Porque no quieren más muertes por abortos clandestinos (en Argentina, se calculan en unas 300 muertes por año). Se trata de las mujeres más pobres, las desocupadas, las flexibilizadas, las precarias quienes no pueden costear un aborto quirúrgico y terminan practicando abortos altamente peligrosos en condiciones de clandestinidad y sin ningún respaldo ni asesoramiento del sistema de salud.
“La rebelión de las pibas”, como se llamó al movimiento o marea verde, incluyó la presencia de jóvenes de liceos que tomaron los centros educativos, muchas veces junto a sus compañeros varones, en reclamo del derecho al aborto. Mujeres de 14 o 15 años, que nunca habían ido a una marcha, se pusieron a la cabeza de un movimiento que en todas las provincias argentinas se manifestó el pasado 13 de junio, cuando la ley se trató en la Cámara de Diputados y obtuvo media sanción.
Así como las liceales tomaron colegios, las mujeres trabajadoras se organizaron para ir juntas al Congreso argentino, se armaron ollas populares, fogones para enfrentar las bajas temperaturas y se mantuvo en alto la exigencia de #quesealey.
El próximo 8A, en la Cámara de Senadores, la perspectiva de que el proyecto se convierta en ley es difícil porque ya varios senadores y senadoras del oficialismo macrista y del peronismo más conservador han manifestado que votarán en contra. Sin embargo, en todas las escuelas, colegios y facultades del país se preparan para hacer “vigilia” en las calles y plazas de las ciudades y a seguir con atención el debate en el Senado. Porque saben que no pueden confiar en esos senadores y senadoras – como Romero de Salta, Menem de La Rioja o Reutemann de Santa Fé - que durante todos estos años mantuvieron la clandestinidad del aborto, que nunca se interesaron por quienes morían desangradas por abortos mal practicados y a quienes no les importan los derechos de las mujeres. Ellas saben que, como sucedió el pasado 13J, solo la movilización de millones en las calles y de una nueva “marea verde” podrá imponer la sanción en el Senado.
¡No podemos dejar en manos de un puñado de senadores aristocráticos nuestro derecho!
Por eso varias organizaciones de mujeres, como Pan y Rosas de Argentina, vienen exigiendo a las centrales sindicales la convocatoria de un paro general para que cientos de miles de mujeres trabajadoras puedan movilizarse hasta el Congreso para imponer su reclamo en las calles y en el parlamento. Un paro general que permita que el reclamo de las mujeres sea levantado por el conjunto de la clase trabajadora.
Si las mujeres trabajadoras conquistan este derecho, el conjunto de la clase obrera estará en mejores condiciones para luchar contra el ajuste que viene aplicando el gobierno de Mauricio Macri de la mano del FMI.
Las “pibas” enfrentan además un poder muy fuerte que es el de la Iglesia Católica que permanentemente está metiéndose en la educación pública opinando sobre contenidos de los planes de estudio y las formas de aprendizaje, que tranca la implementación de la educación sexual en las escuelas y que, con la campaña de “defender las dos vidas” impone su visión religiosa al conjunto de la población argentina. Muchas ya están preparándose para una futura campaña de Separación de la Iglesia del Estado. Algo que sería un gran golpe para estas ideologías oscurantistas, separando el culto religioso del estado laico.
“Porque si avanzamos las argentinas avanzamos todas”
El movimiento en Argentina fue contagiando la emoción de miles y miles de mujeres que en toda Latinoamérica siguen atentamente lo que sucede en el hermano país. Es que, como dice el mismo afiche de la Campaña, si avanzan las mujeres argentinas en la conquista de sus derechos, esto será un impulso para la lucha de las mujeres latinoamericanas que también enfrentan el aborto clandestino, la prohibición estatal y la injerencia de las religiones en nuestras vidas.
Un triunfo de las mujeres argentinas permitirá, no solo que las mujeres oprimidas y explotadas de toda América Latina luchen con más fuerza por sus derechos, sino también que los pueblos latinoamericanos podamos enfrentar los planes del imperialismo y del FMI en la región llevados adelante por los distintos gobiernos más o menos títeres. En este sentido, la intervención del feminismo socialista dando una perspectiva anticapitalista y revolucionaria para la verdadera emancipación de la mujer, está más vigente que nunca.
Las mujeres sabemos que nada, absolutamente nada de lo que tenemos se ha conseguido sin luchar. Y que todas las conquistas que hoy este sistema de explotación nos otorga, nos la querrá quitar mañana. Porque se trata de un sistema patriarcal y capitalista que merece ser derribado. Por eso mientras luchamos por arrancarle a estos estados machistas y burgueses todas las leyes que podamos, tenemos que pensar en preparar las luchas estratégicas contra el sistema que mantiene nuestra opresión y explotación.
