Docentes y estudiantes motorizaron la primera gran movilización nacional contra el gobierno de Bolsonaro. Más de un millón de personas salieron a repudiar en las calles las políticas de ajuste.
Sábado 18 de mayo de 2019 12:30
Brasil: el tsunami educativo se puede transformar en una tormenta perfecta para Bolsonaro - YouTube
Fuertes vientos de lucha soplan desde Brasil. Docentes y estudiantes motorizaron la primera gran movilización nacional contra el gobierno de Bolsonaro. Más de un millón de personas salieron a repudiar en las calles las políticas de ajuste.
El detonante: un recorte del 30% del presupuesto para gastos e inversiones en educación, lo que en algunas universidades alcanza el 54%. Esa medida indignó a amplios sectores de jóvenes y trabajadores, que se rehúsan a pagar con su calidad de vida las consecuencias de la crisis capitalista.
El recorte en la educación encendió una mecha profunda. La magnitud de la movilización, que alcanzó a cientos de miles en algunas capitales como San Pablo, Rio de Janeiro y Belo Horizonte, muestra que la defensa de la educación se combina con un enorme descontento en sectores amplios de la población.
El gobierno que asumió hace solo 5 meses se enfrenta a protestas multitudinarias, incluso en ciudades donde Bolsonaro ganó cómodamente, como las grandes capitales del sur y sudeste.
Bolsonaro cuenta con la peor aprobación para un presidente con tan poco tiempo en el cargo. Instaló un gabinete antiderechos para transformar en políticas reales su discurso homofóbico, misógino y de mano dura. Se alineó a las políticas imperialistas de Trump, apoyando por ejemplo el intento de golpe en Venezuela.
Este recorte en la educación es solo el principio, porque el ministro de Economía Paulo Guedes tiene como centro de gravedad de su ajuste lograr una reforma jubilatoria verdaderamente esclavista, que pretende que trabajadores y trabajadoras mueran sin poder jubilarse, literalmente. Y me detengo en esto un segundo.
El proyecto del gobierno aumenta la edad jubilatoria de las mujeres a 62 años y la de los hombres a 65 años, y 40 de contribución, con el argumento de que los brasileños viven más que antes.
La reforma jubilatoria afecta especialmente a los trabajadores estatales, que en algunos casos podrían llegar a tener descuentos del 22% de sueldo. Sin embargo, no corre ni para los políticos, ni para los jueces, ni para los militares.
Las causas de la bronca son profundas. Bolsonaro llegó cuestionando la corrupción, con un discurso anti sistema aun cuando era parte de él desde hace por lo menos 30 años. Ahora se apoya en los mismos partidos de siempre para imponer su plan antiobrero.
Su discurso meritocrático, ese que dice que “el éxito depende del esfuerzo de cada uno” contrasta con el desempleo que no para de crecer y ya alcanzó el 12,7%. En algunas provincias llega al 20%, y en la juventud supera el 28%. El gobierno utiliza este flagelo para justificar el aumento de la flexibilización laboral y legalizar la pérdida de derechos.
Este plan ajustes que está llevando adelante Bolsonaro, que no es muy distinto al de Temer, es continuidad del proyecto golpista que destituyó a Dilma Rousseff. ¿Por qué entonces este rechazo no se expresó antes?
Para entender por qué la bronca se viene acumulando como en una olla de presión, hay que mirar la política de las direcciones sindicales y estudiantiles, mayoritariamente dirigidas por el PT y sus aliados. La CUT y la CTB han convocado a jornadas de lucha en forma aislada, sin continuidad, para liberar un poco la presión, y así vienen siendo fundamentales para impedir que la bronca se transforme en un plan de lucha serio para frenar al plan golpista. Es que desde la destitución de Dilma Rousseff en 2016, el PT jugó a desmovilizar: porque no había la fuerza necesaria, porque había que esperar las elecciones... aun cuando la justicia y el parlamento habían cerrado filas en su contra.
Que durante el paro educativo se haya expresado fuerte el rechazo a la reforma previsional, e incluso en algunas ciudades la exigencia de libertad al expresidente Lula, muestra la potencialidad de un plan de lucha que unifique las demandas y combata al conjunto del plan antiobrero y antiderechos del gobierno.
El tsunami educativo mostró que la fuerza existe y que se puede frenar a Bolsonaro. Organizando desde abajo, con asambleas en los lugares de trabajo y estudio, disputando esta perspectiva a las organizaciones burocráticas que buscan mantener las luchas separadas, limitan su potencialidad, e impiden que se transforme en una tormenta perfecta para Bolsonaro.
Esa es la propuesta de los compañeros y compañeras del Movimiento Revolucionario de Trabajadores de Brasil, junto a mujeres de la agrupación Pão e Rosas, trabajadores clasistas del movimiento Nossa Classe, y los corresponsales de Esquerda Diário, en las principales ciudades del país.