Desde que Trump tomó posesión ha implementado medidas anticientíficas, como quitar la página web de la Casa Blanca dedicada al tema del cambio climático y limitar las publicaciones y comunicados de agencias públicas relacionadas con actividades científicas y de protección ambiental.
Lunes 6 de febrero de 2017
Seguro eres de los que no ha sido ajeno a las noticias de México y del mundo en los últimos meses y sobre todo de las últimas semanas. Donald Trump ha tomado posesión del cargo de presidente de Estados Unidos y ha comenzado a tomar decisiones que impactan la forma de vida de los propios estadounidenses, y como era de esperarse, dado el poder de esa nación, la de naciones de otras partes del orbe.
Desde que estaba en campaña este personaje arremetió contra los políticos tradicionales, contra las mujeres, los practicantes del Islam y contra los inmigrantes, especialmente los de origen mexicano. Hizo acusaciones basadas en prejuicios que sólo evidenciaron su misoginia, racismo y xenofobia. Y aun así conquistó a una buena parte de los ciudadanos estadounidenses, aunque ciertamente logró menos votos populares, pero debido al sistema electoral de EU logró imponerse.
Desde que Trump tomó posesión ha implementado medidas anticientíficas, como quitar la página web de la Casa Blanca dedicada al tema del cambio climático y limitar las publicaciones y comunicados de agencias públicas relacionadas con actividades científicas y de protección ambiental. Incluso ha puesto al frente de un organismo de salud a una persona que cuestiona la efectividad real de las vacunas y está proponiendo a un fundamentalista evangélico al frente de una reforma educativa que no contempla la diversidad social, cultural y económica de EU, y muchos sospechamos que seguramente tratarán de quitar temas de las escuelas intratables para los conservadores, como los referentes a la sexualidad o a la evolución biológica.
Recientemente amenazó con retirar fondos a la Universidad de California en Berkeley —una de las pocas pero muy importantes universidades públicas de EU— debido a las protestas de estudiantes en contra de la presencia en su campus de un escritor ultraconservador cercano al equipo de Trump. Y por si fuera poco, de manera similar a como lo hiciera la Alemania nazi, ha señalado y maltratado a personas, incluso a ciudadanos y residentes estadounidenses sólo por poseer ciertos rasgos étnicos, pertenecer a un país o practicar alguna religión. Algo totalmente condenable.
Afortunadamente la sociedad estadounidense desde el 20 de enero, el primer día de la nueva administración, inició la resistencia, inclusive sin contar con la presencia de los actores políticos tradicionales y de oposición obvia, como el Partido Demócrata. Cabe destacar la marcha masiva convocada por mujeres del 21 de enero y su réplica en decenas de ciudades de ese país y otros países, que ha sido una de las manifestaciones más grandes en la historia de EU.
Por otro lado, el 27 de enero se publicó una orden ejecutiva de Trump prohibiendo la entrada a EU a personas con pasaporte de siete naciones con población mayoritariamente musulmana. Desde ese momento miles de ciudadanos acudieron a diversos aeropuertos para protestar por esta medida injusta al mismo tiempo que realizaron acciones legales tratando de revertirla. El pasado 4 de febrero esta medida fue suspendida por un juez, no sin controversia porque otra juez trató de suspenderla en la semana y fue separada de su cargo por orden de Trump.
También desde la semana pasada empezó surgir una oposición un tanto inesperada: la de los científicos que no están dispuestos a asumir las políticas irracionales de este nuevo gobierno. Desde iniciativas personales o de grupo, han creado cuentas y páginas no oficiales para seguir informando sobre sus actividades científicas. No aceptan los “hechos alternativos” que empiezan a proponer las autoridades políticas sobre asuntos cuyo entendimiento científico es incuestionable en temas como contaminación ambiental por uso de combustibles fósiles o el cambio climático.
Asimismo, han convocado a una marcha multitudinaria para el sábado 22 de abril, Día Mundial de la Tierra. Esto como una clara muestra de que los científicos de EU están dispuestos a luchar contra su propio gobierno para defender no sólo al pensamiento científico, sino al planeta mismo.
Por otra parte en México no estamos mejor. Además, de que se han profundizado las políticas de las últimas décadas que sólo han potenciado la desigualdad social y económica de la población y han provocado la migración de millones de compatriotas a nuestro vecino del norte, ahora con esta nueva administración en EU los están criminalizando de facto y se verán recrudecidas sus de por sí difíciles condiciones de vida. Lo peor es que quienes están al frente de nuestras instituciones no saben o no pueden impulsar una defensa digna tanto de los que están de aquel lado de la frontera como de los que estamos al sur.
No es un secreto que muchos científicos mexicanos han visto a Estados Unidos como un lugar más propicio para su desarrollo profesional. EU es el destino preferido para hacer estancias de doctorado, de posdoctorado e incluso para buscar puestos de investigación en universidades y empresas. Los nuevos cambios en las políticas migratorias de EU podrían ayudar a que los científicos decidan quedarse en nuestro país, pero para lograrlo debemos cambiar y mejorar las posturas respecto al apoyo para la creación de universidades de calidad, centros de investigación, así como tener mejoras salariales para los científicos; si no, seremos víctimas de este antirracionalismo y anti intelectualismo que está surgiendo en el mundo.
Aunque suena difícil cumplir esto, ya que las actuales políticas científicas de nuestro país no ayudan mucho. Por ejemplo, este año se aprobó un recorte a las becas de los estudiantes de posgrado y a los estímulos de los científicos registrados en el Sistema Nacional de Investigadores. Por suerte hay voces que se alzan en contra de estas medidas. En entrevista para Cienciorama, el Dr. Antonio Lazcano nos dice que “es un error que los gobiernos estatales y federales recorten el presupuesto para actividades culturales en general, porque no sólo es atentar contra el presente sino contra el futuro del país”. Abunda diciendo que “no es un favor, sino una obligación de la sociedad y del Estado mexicano apoyar la creación de un aparato científico y cultural para garantizar el desarrollo armónico de la sociedad”.
Para finalizar, hay que ser conscientes de que hay una clara disputa por el sentido común en la sociedad estadounidense, por un lado el gobierno tratando de apelar a la irracionalidad de sus acciones para supuestamente defender sus intereses, y por otro, la gente que lucha por la libertad de ser y de expresarse, entre estos últimos los científicos que no pueden aceptar puntos de vista que no se basan en datos claros y contundentes cuyo entendimiento es incluso un consenso mundial.
Para que se lo cuentes a todos.
Fuentes
Thomas Fuller. “A Free Speech Battle at the Birthplace of a Movement at Berkeley”. Febrero, 2, 2017
Catherine Matacic. A March for Science—in April: The ScienceInsider briefin. Febrero 1, 2017.
Lizzie WadeJan. Mexican scientists feel the Trump effect. Enero 31, 2017
Acuerdo por el que se emite el nuevo reglamento del Sistema Nacional de Investigadores. Diario Oficial de la Federación. Enero 27, 2017.
Imagen de Julie Dermansky. Tomada de http://bit.ly/2jLlwrM