Los hermanos Yago (28 años) y Klaus (21), hijos del reciente medallista dorado Santiago Lange, se despidieron de los Juegos Olímpicos disputando la Medal Race de la clase 49er con una gran actuación.
Jueves 18 de agosto de 2016 16:18
En la previa de la carrera por la medalla, la tabla general de la categoría 49er, la más dinámica y exigente del yachting olímpico, marcaba el séptimo lugar para los hermanos Lange. Cuando el martes por la tarde papá Santiago luchaba en su carrera consagratoria junto a Cecilia Carranza, sus dos hijos disputaban en simultáneo las últimas tres regatas regulares del torneo, en las cuales rescataron 11, 3 y 11 puntos. Estos resultados, sumado a lo que fue, según Yago, una injusta descalificación en la sexta carrera, los dejaron con mínimas chances de acceder al podio. Sin embargo, para los argentinos la Medal Race representaba la oportunidad no sólo de obtener un diploma olímpico, sino también de observar con mejor estímulo su proyección hacia Tokio 2020.
Soplaba viento muy cambiante en la Bahía de Guanabara, y la habilidad de los navegantes para olfatear las mejores rachas fue un factor decisivo. Una buena largada por la derecha de la cancha dejó bien ubicados a los Lange: mientras los tres líderes de la prueba, Nueva Zelanda, Australia y Alemania, elegían el sector izquierdo; los argentinos se jugaron por marcar de cerca a sus competidores directos, el binomio irlandés Ryan Seaton y Matthew McGovern.
La disputa entre la embarcación argentina e irlandesa fue intensa durante toda la regata. Pasada la quinta marca, detrás del Pan de Azúcar, la baja en el viento puso dramatismo a la definición. El viraje fue bueno para los hermanos Lange, pero no para los irlandeses, que tuvieron problemas para desplegar el spinnaker –la vela con forma de bolsa que se extiende en la proa de los barcos para capturar el viento de popa y ganar velocidad-. Esto le aseguró el puesto al binomio argentino, a pesar de la impresionante recuperación de Seaton y McGovern sobre el final.
Al entrar en la séptima colocación, por delante de los irlandeses, el diploma olímpico ya estaba en los bolsillos de Yago y Klaus. Desde la playa en la Marina da Glória, Santiago Lange no pudo disimular su emoción ante las cámaras. Veintiocho años después de su debut en Seúl 88, sus hijos mayores comenzaron a escribir su propia historia olímpica. La dinastía parece tener continuidad.