De ratificaciones y recambios. Los rostros encargados de ejecutar los ajustes que se avecinan. El difícil escenario abierto que aguarda al Ejecutivo: crisis económica y social, amenazas destituyentes, y lucha de clases.
Humberto Zavala Venezuela | @1987_zavala
Viernes 8 de enero de 2016
A un mes de la derrota del chavismo en las parlamentarias del 6D y el inmediato llamado de Maduro a su gabinete ministerial “a poner su cargo a la orden” para “reestructurar” su equipo de gobierno, este miércoles fueron anunciados los recambios y ratificaciones en el tren Ejecutivo. Del total de 31 ministros designados, son dos los nuevos vicepresidentes, 16 nuevos ministros y 15 ratificaciones como puede verse en la imagen. Hay algunas “caras nuevas”, pero de conjunto se inscribe en el ya cuestionado “juego de sillas”.
Ratificaciones y recambios
Algunos de los rostros más reconocidos del chavismo que integran dicho equipo de gobierno, ya sea por recambios o ratificaciones, son: Aristóbulo Isturis como vicepresidente Ejecutivo, que viene de desempeñarse como gobernador de Anzoátegui; Jorge Arreaza como vicepresidente Social y ministro de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología; Ricardo Menéndez como vicepresidente de Planificación; Jesús Farías como ministro de Comercio Exterior e inversión internacional; Eulogio del Pino ratificado como ministro de Petróleo y Minería, además de presidente de PDVSA; Delcy Rodriguez como ministra de Relaciones exteriores y vicepresidenta de Soberanía Política, Seguridad y Paz; y Vladimir Padrino Lopez ratificado como ministro de la Defensa. En tanto, otras figuras reconocidas, como el diputado Diosdado Cabello y Rafael Ramírez, no prefiguran en este nuevo organigrama.
Entre los “nuevos” figuran Luis Salas como ministro de Economía, cuyas publicaciones poseen la impronta de la “Guerra Económica” que el gobierno busca reforzar como instancia explicativa de la crisis económica, evadiendo así su responsabilidad en el despeñadero económico imperante y el ajuste que garantizan sus medidas económicas. En medio de la crisis, estas medidas caen con fuerza sobre la clase trabajadora. Este nuevo ministro también defiende la medida del aumento de la Gasolina para un plazo inmediato.
También figura el empresario Miguel Pérez Abad para el Ministerio de Industrias, quien es presidente de Fedeindustria y un autodeclarado capitalista que responde a la lógica de que no se necesita ser chavista para sostener jugosos negocios con el Estado. También incluye al ex diputado Oswaldo Vera para el Ministerio del Trabajo, uno de los promotores de la vigente Ley del Trabajo (2012) cuyo contenido, más allá de ampliar algunos aspectos de la ley anterior, vulnera la autonomía del movimiento obrero frente al Estado y legaliza prácticas tercerizadoras como las que ejecutan las contratistas.
Ya desde el propio chavismo, tensionados por los bajos niveles de aceptación de Maduro, le dedican timoratas y limitadísimas críticas a lo “cosmético” de sus rutinarios cambios ministeriales, como la del ex ministro Héctor Navarro: “Tienes que simplificar el Estado…porque es ingobernable un estado con más de 30 ministros, 32 ministros, no sé cuántos, y vicepresidentes por todos lados”. Pérez Pirela hizo una crítica parecida, cuestionando las rotaciones de funcionarios de un lugar a otro en la dirección del gobierno, o aggiornarlo con simples “cambios generacionales”.
Entre la crisis económica y social, y la amenaza destituyente
El reto para este nuevo gabinete no es menor. El gobierno enfrenta una verdadera crisis de Estado que se abre en el régimen político desde la desaparición física de la figura en torno a la cual se edificó toda una estructura de poder político. A esto se suma la debilidad de origen con que entra el gobierno de Maduro, coincidiéndo con los claros síntomas de la crisis económica, que ya entra en su tercer año.
A ello se suma el hecho de mayor trascendencia política del pasado año: la derrota electoral del 6D y las fuertes tensiones políticas dentro de un escenario altamente polarizado. La figura presidencial y su forma de gobernar es altamente cuestionada, algo que se reflejó en el resultado electoral. Por otra parte, la pugna de poderes entre el Ejecutivo -apoyado en el poder Judicial- y otros instrumentos estatales intentará disminuir el “poder de fuego” de la oposición de derecha que ahora controla el Poder Legislativo.
Parte de esta pugna de poderes se expresa en las modificaciones realizadas en la Ley del Banco Central de Venezuela. Según esta norma, la elección de la directiva y sus políticas económicas pasarían a depender directamente del Poder Ejecutivo, quitándole estas atribuciones a la Asamblea Nacional.
Pero lo que acelera los tiempos políticos en el país es la pérdida de iniciativa política del gobierno, atrapado entre la fuerte derrota electoral, una crisis política y económica que lo agobia. En este marco, se muestra incapaz de tomar ninguna medida de fondo, sino que implemente solo aquellas que apuntan a darle una sobrevida a una burocracia que muestra sus crisis por doquier. Por si esto no fuera suficiente, se le anexa la asunción del nuevo Parlamento que ya ha declarado su agenda destituyente, con plazo ya fijado de 6 meses.
De hecho, el verdadero significado de este nuevo “cambio” de gabinete ha sido el intento del Gobierno de mostrar una iniciativa de acción. Los varios enroques, ratificaciones y una que otra “nueva cara” develan las múltiples contradicciones y frustraciones que genera sobre el Gobierno la profundidad de esta crisis económica y social.
Reorganizar la fuerza de los trabajadores con plena independencia de clase
Con la profundización de la crisis económica, exacerbada por la caída en picada del precio del petróleo y por los cuantiosos vencimientos del pago de la deuda externa en 2016, se recrudecerán los ataques del Gobierno y de la oposición contra el pueblo trabajador.
Si hasta el momento la crisis económica y social se ha venido expresando “por arriba” entre las distintas fracciones de la burguesía nacional y sus representantes políticos en el gobierno o en la oposición de derecha, las medidas que se proponen para “salir de la crisis”, descargándola sobre el pueblo trabajador, puede alentar la lucha de “los de abajo” por la necesidad de enfrentar los ajustes económicos venideros que es lo único de lo que ambos bandos saben hablar.
Esta posibilidad latente de que se desarrollen procesos de lucha de clases importantes en este próximo semestre nos obliga a conjurar sin descanso la mayor unidad posible entre los trabajadores y la mayor independencia frente a las distintas fracciones de la clase dominante y de la casta política gobernante, sin caer en la demagogia de derecha ni en las ilusiones del gobierno.
* * *
El próximo domingo 10 de enero, el nuevo Parlamento presidido por el viejo derechista Henry Ramos Allup, recibirá al presidente Maduro y a su equipo de gobierno para el mensaje anual donde se transmitirá la memoria y cuenta referente al año 2015, año marcado por el ocultamiento de las cifras macroeconómicas oficiales que le correspondía publicar al Banco Central de Venezuela. En los próximos días continuaremos la cobertura de la política nacional venezolana para La Izquierda Diario.