Sectores del chavismo disidente y el PSL –que impulsa la recién formada OIL– se juntaron con la derecha en el acto en que, tras la profunda crisis de la MUD, esta se reinventa planteando un “frente” desde “la sociedad civil”.
Viernes 16 de marzo de 2018
A falta de MUD, bueno es un “frente amplio”
La coalición de los partidos de la derecha proimperialista viene en crisis terminal. El fracaso de su última ofensiva con la que pensaban sacar a Maduro se cerró con la imposición de la fraudulenta y “todopoderosa” ANC, que existe como tal gracias al sostenimiento de las FF.AA., lo que significó un salto en el bonapartismo del gobierno, entendido como el aumento del poder y atribuciones del Ejecutivo Nacional, respaldado en la corporación militar, a expensas del resto de los poderes y mecanismos de la propia democracia burguesa. Esta crisis de la MUD ha golpeado también la imagen de los partidos de la derecha, que no han servido de vehículo para lograr sus objetivos.
Ante esta situación y un gobierno sostenido cada vez más sobre la imposición, el fraude, la proscripción y la represión, la derecha se reinventa, poniendo por delante una convocatoria no ya desde los partidos sino desde “la sociedad civil”, desde el eufemismo de “los gremios”. Poniendo eje de su propaganda en “la democracia”, la “tolerancia política”. Democracia y tolerancia que no ha tenido la derecha contra los adversarios a sus regímenes cuando ha gobernado, ni con las luchas obreras y populares que la han enfrentado con determinación. A la derecha tampoco le interesa que el pueblo trabajador pese con sus propias exigencias y demandas en las decisiones sobre la catástrofe nacional, sin embargo, el bonapartismo puro y duro del gobierno le permite levantar demagógicamente consignas democráticas.
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Los “gremios” de esta “nueva” iniciativa incluyen a la principal corporación patronal Fedecámaras, las autoridades de las universidades autónomas dirigidas por la derecha, los dirigentes estudiantiles de AD, VP, PJ, etc., periodistas tradicionales de la derecha, también por supuesto los partidos de la convaleciente MUD. De conjunto, nadie lo duda, el acto inaugural (en el Aula Magna de la UCV, el 06/03) tuvo el contenido y el espíritu de los actos de la derecha, como no podía ser de otra manera, por los convocantes, asistentes y objetivos del mismo. La simbología, los contenidos, los discursos, la proclama final, tenían ese contenido. Con las alegorías de siempre a “el progreso, la democracia y la libertad”, el llamado a una política económica capitalista menos desastrosa que la actual, “que acabe con la hiperinflación y la especulación… que favorezca el desarrollo productivo, la multiplicación del empleo decente”, una petición a “los industriales, agricultores y comerciantes” para que “continúen elevando las capacidades productivas”.
Por supuesto, una derecha que aún con todo el gran malestar social reinante y la profundida impopularidad de Maduro, aún con toda la demagogia que ha hecho sobre los problemas del pueblo, no ha podido pasar el límite de acciones cuya composición fundamental es de clase media, sin poder arrastrar tras de sí para sus objetivos reaccionarios al movimiento obrero y popular, debe hacerle más guiños, debe profundizar la demagogia. Por eso, la proclama incluye frases como la “recomposición del salario real” y el llamado a que los sindicatos de trabajadores defiendan a sus agremiados. La nueva estrategia es presentar un llamado a la “unidad nacional” buscando mostrar que no son realmente la misma derecha de siempre sino un espacio que incluye tanto a la derecha como a la izquierda, tanto a empresarios como trabajadores, un “frente amplio, para la “lucha democrática” y el rescate del país. Una “unidad superior”, dicen.
Ayudar a convalidar tal “amplitud” y la idea subyacente de la colaboración de clases, es lo que han hecho, lamentablemente, corrientes que se reivindican de izquierda, aunque unas han llegado mucho más lejos que otras.
Del chavismo disidente a la “unidad” con la derecha y el empresariado tradicionales
El desabarranque total se lo han lanzando sectores que tras ser parte del gobierno durante todos los años de Chávez y los primeros de Maduro, habiéndose distanciado en los últimos años han terminado amalgamados en este “frente amplio” de la derecha. No solo participando del acto inicial en el Aula Magna de la UCV con el que se inauguró el “Frente Amplio Venezuela Libre”, sino incorporándose plenamente a las actividades del mismo. Destacan aquí el Movimiento Amplio Desafío de Todos (MADT), que aunque nucleado alrededor del Mayor General Miguel Rodríguez Torres, ex jefe del SEBIN bajo Chávez y ex ministro de Maduro (incluso durante las represiones de 2014), es decir, que “de izquierda” no puede catalogarse, contiene en su dirección y en su base militante a muchos sectores históricamente de la izquierda chavista. Así también están en este nuevo “frente” figuras del chavismo con menos peso partidario o ex altos funcionarios, como Nicmer Evans y Gabriela Ramírez (ex Defensora del Pueblo).
Estos sectores forman parte del frente en nombre del “chavismo democrático” y su lógica política es la de unirse con quien sea que “defienda la Constitución” contra el bonapartismo de Maduro, así sea la derecha reaccionaria y proimperialista, para lograr un nuevo “piso democrático” donde poder dirimir las diferencias. También convalidan un programa económico de mayor ajuste capitalista, de liberalización de la economía y contenido proempresarial, acorde con las conclusiones que la derecha difumina sobre el fracaso del chavismo: la clave para sacar la economía de su severa crisis es facilitarle más las cosas a los empresarios, incentivar la producción junto a los capitalistas privados y extranjeros.
Tras esa lógica, el MADDT ha planteado al mismísimo Lorenzo Mendoza, representante clásico de esa burguesía tradicional que creció al amparo de la renta petrolera pública y sobre la explotación de los trabajadores y pequeños productores, como “nuevo líder” de una oposición amplia para salir de Maduro. Evans por su parte se postuló hace poco a sí mismo con alternativa para Vicepresidente en una eventual fórmula de gobierno de transición junto a Enrique Ochoa Antich (un temprano disidente de la MUD) o el ex coordinador de la misma Ramón Guillermo Aveledo. En ese camino, han renunciado hasta al más mínimo atisbo de oposición a la injerencia imperialista en el país, encabezando la petición hecha a la ONU por el naciente “frente amplio” para que no convalide las elecciones presidenciales amañadas que adelanta el gobierno.
Ciertamente, es cada vez más difícil ubicar los rastros de algún contenido de izquierda en estos sectores. Si ya era bastante discutible su identidad de izquierda antes al ser parte de un gobierno que no hacía sino administrar el capitalismo dependiente en clave “soberanista” y con enfrentamientos parciales al imperialismo, al mismo tiempo que estatizaba y regimentaba al movimiento obrero y popular, golpeando a quienes iban más allá de los límites permitidos por Chávez, en estos meses han soltado amarras y dejado atrás cualquier posición que pudiera identificarse como de izquierda.
El PSL: ¿obreros y clasistas en un mismo acto con Fedecámaras y la derecha?
Sin embargo, ese discreto encanto de la “lucha por la democracia” de la derecha, sigue arrastrando tras de sí no solo a estos sectores sino incluso a quienes se definen como revolucionarios socialistas: es el caso del PSL, grupo que ya en la crisis del año pasado no resistió el atractivo de las movilizaciones e iniciativas de la derecha proimperialista, llamando a los trabajadores y el pueblo a nutrir la mismas y a participar del plebiscito impulsado por esta. El PSL no llegó tan lejos como este sector del chavismo disidente, claro está, pero sí lo suficientemente lejos para un grupo que se reivindica marxista, obrero y socialista: participó con su dirigente sindical, José Bodas (Sec. Gral. de la FUTPV), en ese acto en que la derecha lanzaba su “frente amplio”, sin siquiera denunciarlo en lo más mínimo al tomar la palabra, sin desnudar la maniobra con que la derecha pretende maquillarse y aparecer como representante de la “lucha por la democracia” contra el régimen autoritario de Maduro y las FF.AA.
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Bodas cuestionó el Arco Minero y los contratos con las transnacionales, así como señaló estar en contra de una intervención extranjera, sería el colmo que no plantearlo. Sin embargo, todas demandas en el marco de lo que gustaba a ese público, acorde totalmente con el espíritu limitadamente antigubernamental, sin nada que rompiera ese consenso “democrático” y de “todos contra el gobierno”, mientras tenía como colegas de acto al presidente de la principal corporación empresarial y a dirigentes de los partidos de la derecha, nada dijo contra la burguesía nacional, nada dijo contra la derecha. Eso no puede tener otro nombre sino oportunismo político.
Habló contra los salarios de hambre que impone el gobierno, lo cual arrancó por supuesto aplausos del auditorio… ¿pero alguna mención a los salarios de hambre que impone la empresa privada (de lo cual la lucha en curso de las obreras textiles de la Ovejita es apenas un ejemplo)?, no, evitando así chocar precisamente con el representante de esos empresarios privados que imponen salarios de hambre, presente en el acto. ¿Alguna denuncia a los empresarios que imponen aumentos de precios a expensas del hambre del pueblo?, no, porque hubiese sido romper lanzas con los empresarios y políticos pro-empresariales allí presentes, como Tomás Guanipa (PJ) y Andrés Velásquez (CR). ¿Alguna denuncia contra la demagogia “democrática” de la derecha?, no, eso seguramente no hubiese recibido aplausos en ese auditorio. ¿Alguna crítica mordaz a la inmoral fuga de capitales en que han participado empresarios y banqueros, tanto chavistas como los opositores representados en ese acto, y que está en el centro de la crisis actual?, no. ¿Algo siquiera para desnudar que tras esa “unidad” proclamada en ese evento esconden la búsqueda de imponer un plan económico totalmente proempresarial?, no. ¿Algo para develar el verdadero objetivo del evento?, no. Nada de esto planteó la intervención, nada que rompiera la “unidad” que tal acto buscaba mostrar, limitándose así a una “convivencia pacífica” con los convocantes y partícipes del evento.
Lo del PSL fue un discurso a la carta, acorde con las apetencias del evento. Todo lo que fuere contra el gobierno, sin que cuestione a la clase capitalista ni a la derecha, fue bienvenido, lamentablemente así fue la intervención del PSL, que no en vano pudo ser reseñada por la prensa sin mayor contradicción con las del presidente de Fedecámaras. Los planteamientos contra los salarios de hambre del gobierno –sin decir ni pío sobre la empresa privada–, contra los contratos del gobierno con las transnacionales, contra las mesas de diálogo (la extrema derecha también cuestiona esas mesas, eso en sí no lo hace de izquierda) y contra una intervención extranjera porque “somos los trabajadores los que vamos a sacar a este gobierno”, no molestaron sino que sirvieron para darle precisamente ese barniz “obrero” y de “unidad nacional” que requería el evento.
La derecha buscaba un escenario en el cual mostrar que “hasta la izquierda” y “hasta los trabajadores” coinciden con ella en su “lucha democrática” contra el gobierno cuenta, el PSL ayudó a ese propósito.
Un asunto “genético”: negar la independencia política de los trabajadores y convivir pacíficamente con representantes de la derecha
El PSL no se ha incorporado formalmente a la coalición que surgió del evento y empezó a funcionar públicamente el mismo día siguiente, donde sí pasaron a primer plano los representantes de los partidos de la derecha, ayudados por el trampolín que le dieron el día anterior “los gremios”. Aunque tampoco ha denunciado el evento del que participó, habiendo quedado claro con el pasar de los días que fue el primer acto de un nuevo frente político de la derecha. Pero no hace falta que se integre, con esa participación en el acto de lanzamiento ya aportó bastante a la confusión, a negar la independencia de clase y a reafirmar que no puede resistir las presiones de los campos políticos de moda ajenos a la clase obrera: ayer el chavismo y la “revolución bolivariana”, hoy las movilizaciones y actos “por la democracia” de la derecha.
El núcleo histórico del PSL viene de militar largos subordinados al chavismo, negándose entonces a cuestiones elementales como levantar una candidatura propia de los trabajadores y la izquierda, llamando al contrario a “reventar las urnas de votos para Chávez”, haciendo alianzas electorales con el partido de Lina Ron que levantaba el “Con Chávez todo, sin Chávez nada” (también leer aquí). Luego de su distanciamiento ensayaron alianzas con sindicalistas de los partidos de la derecha, algunos con claro pasado neoliberal, defensores férreos de la propiedad privada burguesa y terrateniente, cuando no directamente golpistas proimperialistas, con los cuales se proponían “luchar todos sin importar la tendencia política” para levantar “una alternativa sindical y sociopolítica (…) que se propone construir un nuevo camino y una nueva propuesta para la defensa y el avance de los trabajadores (as)”. Para no romper tal unidad y mantener la convivencia, evitaban denunciar a estos representantes del capital en el movimiento obrero. En ese camino tejieron también alianzas electorales con el PPT, un partido oportunista y gestor del Estado burgués.
El denominador común es mantener espacios, frentes y alianzas políticas en los cuales se compromete la independencia de clase, en los cuales se niega la lucha por construir referencias políticas de los trabajadores y la izquierda anticapitalista claramente diferenciados y enfrentados a las referencias políticas de los diferentes campos burgueses. La convivencia pacífica otrora con burócratas sindicales de la derecha, en aras de esa “alianza”, está a tono con la misma lógica que primó en la participación en el evento en que se la derecha lanzó su “frente amplio”, cuidando de no decir nada que chocara con el sentido común y los propósitos de los convocantes del evento: otra manera de “convivencia pacífica”.
La consecuencia de esto es que se contribuye a la confusión y debilitamiento de cualquier posibilidad de surgimiento de referencias claras de independencia de clase, en lugar de fortalecer en tamaño y calidad referencias clasistas revolucionarias, se traduce en su contrario.
Hace falta pelear por un polo de independencia de clase
La intervención en la situación nacional, marcada por grandes proyectos y fuerzas políticas reaccionarias –el gobierno y la oposición de derecha–, necesita de la lucha por el surgimiento de un polo de independencia de clase, una referencia de izquierda anticapitalista, de una izquierda revolucionaria y de los trabajadores, que exprese una política de clase propia de los trabajadores frente a los grandes problemas nacionales, de la política, la economía y todos los ámbitos. Y esa independencia no puede ser solo declarativa, para los documentos, o para unos actos sí y para otros no. Tiene que expresarse en la lucha por espacios políticos y de lucha totalmente independientes de cualquiera de los bandos reaccionarios en pugna, donde la lucha por los derechos democráticos, contra el régimen autoritario y represivo de Maduro, se haga desde una perspectiva de clase, con personalidad política propia, sin mezclar banderas con la demagogia de la derecha. Es la ubicación con la cual intervinimos desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) en la crisis del año pasado.
Ver también: (Video) Desde la izquierda contra la "Constituyente" de Maduro y el plebiscito de la MUD
Esta orientación debe ir en estrecha relación con el impulso al desarrollo del frente único de los trabajadores para resistir los ataques del gobierno y los empresarios, donde se coordinen las luchas, las demandas y las exigencias, tomando formas organizativas que superen el inmovilismo y las divisiones que tanto la burocracia sindical gobiernera como la ligada a la derecha le imponen a la clase obrera. Un frente único que lleve a los trabajadores a intervenir en la crisis nacional no solo en luchas particulares sino como clase de conjunto, bregando allí los revolucionarios para que se levante un programa de emergencia obrero y popular, contrapuesto a las “soluciones” empresariales y de mayor subordinación nacional que proponen tanto el gobierno como la actual oposición.
Solo así podría abrirse camino un polo de independencia de clase que pueda ser referencia y atractivo para sectores avanzados de los trabajadores, de la juventud y el pueblo pobre que saquen conclusiones por izquierda del fracaso del chavismo, sin caer en la demagogia “democrática” de la derecha proimperialista. Solo desarrollándose tal polo puede abrirse paso al crecimiento de una izquierda anticapitalista, con banderas limpias, sin nada que deberle al fraude y fracaso del “socialismo del siglo XXI” ni punto de contacto alguno con la lucha por “la libertad y la democracia” de la derecha.
Precisamente en ese sentido iba el piquete contra la represión a los trabajadores y las luchas que como LTS impulsamos con varias corrientes políticas que nos oponemos por izquierda al gobierno (entre esas el PSL), junto a dirigentes sindicales. Acciones con un claro contenido de izquierda y de independencia de clase. La participación oportunista en los actos de la derecha es un camino contrario al que se avanzó en este tipo de actividades, daña con los pies los que se hace con las manos, es un embarque para quienes honestamente buscan una alternativa de militancia clasista y revolucionaria, de consecuente lucha por la independencia política de la clase trabajadora.
Ver también: Videos de la protesta contra la represión a los trabajadores y las luchas
Ángel Arias
Sociólogo venezolano, nacido en 1983, ex dirigente estudiantil de la UCV, militante de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) y columnista de La Izquierda Diario Venezuela.