“1917”, “Sin novedad en el frente” son algunas de las películas más recientes que recuerdan la Primera Guerra Mundial. Se cumplen 107 años de Verdún, una de las batallas que enfrentó al Estado alemán y francés en esa guerra. Algunas pistas de qué fue y por qué se transformó en un mito nacional.
Liliana O. Calo @LilianaOgCa
Martes 21 de febrero de 2023 00:00
El asesinato en 1914 de archiduque de Austria-Hungría y heredero al trono Francisco Fernando de Habsburgo y su esposa Sofía en Sarajevo por un nacionalista serbio fue el disparador del mayor conflicto bélico de la época, la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Este conflicto en el que participaron todas las grandes potencias, se enfrentaron inicialmente los Imperios Centrales (Alemania, Austria-Hungría y el Imperio otomano) y la llamada Triple Entente (Francia, Gran Bretaña y Rusia), inauguraba en el lenguaje de las armas la época del imperialismo, la disputa de las principales potencias por la dominación mundial, el reparto de colonias y áreas de influencia. Un conflicto que cobró la vida de millones y arrasó ciudades enteras.
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Verdún, la estancia en el infierno. Para comprender la batalla de Verdún deberíamos revisar brevemente el frente Occidental de la guerra que si bien no fue el único se transformó para Alemania en el ordenador inicial de su plan de combate: lograr aplastar rápidamente a Francia en el oeste y avanzar al este sobre Rusia. La avanzada alemana sobre aquella región se había iniciado a poco del estallido bélico, con la ocupación de Bélgica y Luxemburgo en agosto de 1914, andando sobre territorio francés y alcanzando en pocas semanas las puertas de la ciudad de París. Sin embargo, esta primera y rápida ofensiva no logró el objetivo central siendo detenidos en septiembre de 1914 en la batalla del Marne, obligándolos a la retirada hacia el noroeste, constituyéndose una zona de líneas paralelas, de trincheras defensivas entre los dos ejércitos, provocando cierto estancamiento entre el Mar del Norte y la frontera suiza que permaneció estabilizado por casi un año.
Trincheras transformadas en tumbas de millones de soldados, el frente Occidental como escribe Hobsbawm se convirtió probablemente en la maquinaria más mortífera que había conocido hasta entonces la historia del arte de la guerra, que además se prolongaba más de lo imaginado por nadie. No solo la economía siguió a la guerra sino que gran parte de las innovaciones tecnológicas (segunda revolución industrial) se orientaron a favor de la carrera armamentista, al aumento de su capacidad destructiva: armas químicas, artillería de grueso calibre y ametralladoras transformadas en el arma codiciada por su “efectividad” en las trincheras, flexibles para destruir formaciones de atacantes. Y en otro plano, el telégrafo para las comunicaciones con el frente o el ferrocarril como un medio rápido y masivo para el traslado de tropas.
21 de febrero de 1916. La ofensiva sobre Verdún fue el intento alemán de alterar el status quo heredado de 1915, atenuando el peligro estratégico de ambas fronteras, comenzando por destruir las defensas francesas y evitar las ofensivas aliadas previstas para el verano. El plan ideado por el jefe del Estado Mayor del Ejército alemán, Erich von Falkenhayn se proponía obligar a Francia a reconsiderar las condiciones y su continuidad en la guerra. Tal como lo expuso en una memoria dirigida al emperador alemán, Falkenhayn reconocía a Gran Bretaña como la fuerza central de la Entente y al ejército francés como su “instrumento”. Se trataba de “abatir” al ejército francés, esta vez eligiendo un objetivo que “convenciera” a las tropas francesas de resistir, como la plaza de Verdún que además de valor simbólico tenía su importancia logística. Como explica el historiador Pierre Renouvin, la ofensiva se presentaba “en condiciones favorables porque el frente francés forma, alrededor de esta plaza fortificada, un saliente que puede ser atacado en los dos flancos, y porque las tropas francesas sólo podrán ser abastecidas por una vía férrea de interés local —la línea de Bar-le-Duc a Verdún—, cuyo tránsito es muy débil. Para Falkenhayn, lo esencial no es ‘tomar Verdún’. Lo importante es fijar las fuerzas enemigas en este campo de batalla, donde serán ‘diezmadas’”. Falkenhayn lo imaginaba como un duelo de “desgaste” ya que si la victoria no podía lograrse de un solo golpe, obligaría a las fuerzas francesas a desplegarse y de ese modo la derrota provendría de infringirles un número elevado de bajas.
La batalla se prolongó diez meses, se inició en febrero de 1916 y finalizó en diciembre del mismo año. El ejército alemán inició el ataque en la región cercana a orillas del río Mosa, destruyó los puestos defensivos franceses e impuso un bombardeo continuo de artillería que trágicamente transformó en un día el paisaje de Verdún, “los bosques de los alrededores son pulverizados por los obuses, las trincheras se destruyen y las alambradas quedan destrozadas. (...) Después de la artillería, es el turno de la infantería alemana, cuya misión es llegar a la primera línea de trincheras y descubrir dónde se encuentra la segunda a través de un paisaje lunar lleno de cráteres. (...) Todo está permitido: fusiles, bayonetas, metralletas, granadas, minas o incluso gases extremadamente tóxicos.”
Esta avanzada obligó a Francia a lanzar el contraataque. Para ello combinó, con ayuda británica, la ofensiva en el Somme para obligar a los alemanes a desistir y dispersar sus fuerzas al tiempo que mantuvo una férrea resistencia. Se estima que tres cuartas partes del ejército francés pasó por Verdún, la conocida “estancia en el infierno” durante varios meses, que finalmente dio a Francia la victoria. Se calculan más de 350.000 víctimas francesas y otro número similar alemanas, comparables solo a la batalla del Somme (julio 1916) que produjo más de un millón de víctimas. Aunque no alteró significativamente el curso general de la guerra, el éxito para la burguesía francesa fue político, logró que la masacre de miles de soldados al servicio de sus intereses se transformara en un mito y orgullo patriótico. En 1916 las tropas al mando de Philippe Pétain, el mismo general que a partir del prestigio ganado en Verdún encabezó durante la Segunda Guerra Mundial el gobierno colaboracionista con los nazis en Vichy, lograron frenar el avance alemán reforzando el patriotismo imperialista francés indispensable a esa altura para continuar la guerra, cuyo eco llegó a las ciudades. Como analiza el historiador Marc Ferro en La Gran Guerra, “los soldados de Verdún no conservaban ya sus ilusiones de juventud, no pensaban que iba a ganar la guerra en una sola batalla, pero tenían al menos la certeza de que los alemanes no pasarían. Habían sufrido todos juntos para salvar al país y Francia entera conocía su sacrificio y la prensa exaltaba esta victoria por encima de todas las demás, pues a decir verdad era la primera victoria obra de toda la nación.” Por efecto de Verdún y una serie de derrotas Alemania replanteó su estrategia, entre otros efectos, abriendo un nuevo momento al autorizar la actuación submarina con el objetivo de afectar los intereses de la fuerza naval británica.
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Liliana O. Calo
Nació en la ciudad de Bs. As. Historiadora.