Entre lo ácido y lo dulce Forqué se nos ha ido demasiado pronto, sin dar explicaciones, en un Madrid gris, fatuo, pretencioso y derechizado y en épocas poco gratas para las “malas noticias”. Hasta siempre.
Eduardo Nabal @eduardonabal
Martes 14 de diciembre de 2021
Nunca he sido un seguidor incondicional de la actriz Verónica Forqué pero me he topado con ella en algunas buenas películas españolas de los ochenta y noventa, destacando su papel de ¿prostituta ingenua? en la almodovariana “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”, una de las mejores películas del cine español del periodo.
Su registro fue la comedia y en ese terreno no es el cine español uno de mis campos favoritos, pero también supo poner su sonrisa perenne y maliciosa ya en “Las truchas” de Jose Luís García Sánchez (con guión de Azcona y ecos de “El ángel exterminador” de Buñuel) y posteriormente apareció en otros filmes de Almodóvar como “Matador” o, sobre todo, en la controvertida “Kika”.
Estudió psicología, pero se decantó por la actuación, había rasgos de afilada inteligencia en su sonrisa ingenua, humor sarcástico a raudales y, aunque no siempre, buenas dosis para las tablas, aunque sus registros fueran limitados.
Frecuentó mucho el teatro, mal conocido por estos lares, llevando incluso obras de Woody Allen a los escenarios y protagonizando su propia versión de la protagonista de “¡Ay, Carmela!”.
Entre lo ácido y lo dulce Forqué se nos ha ido demasiado pronto, sin dar explicaciones, en un Madrid gris, fatuo, pretencioso y derechizado y en épocas poco gratas para las “malas noticias”. Hasta siempre.
Eduardo Nabal
Nació en Burgos en 1970. Estudió Biblioteconomía y Documentación en la Universidad de Salamanca. Cinéfilo, periodista y escritor freelance. Es autor de un capítulo sobre el new queer cinema incluido en la recopilación de ensayos “Teoría queer” (Editorial Egales, 2005). Es colaborador de Izquierda Diario.