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Red Internacional
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PRIMARIAS EN LA DERECHA FRANCESA. Victoria de Fillon: la derecha más conservadora y partidaria del capitalismo salvaje

La segunda vuelta de las primarias de la derecha designó a François Fillon como candidato presidencial para las elecciones de la República en el año 2017. Ha sido una victoria holgada con más del 66% de los sufragios frente a la candidatura de Alain Juppé, que sufrió una contundente derrota con el 34% de los votos.

Lunes 28 de noviembre de 2016

Con una participación masiva en ligero ascenso, esta victoria de Fillon es una confirmación del giro político e ideológico de las bases y simpatizantes conservadores respecto a la primera vuelta: los de una derecha reaccionaria. Con estas primarias, en aras de una nueva legitimación del aparato político conservador, una facción de la coalición de partidos de la derecha noqueó con una aplastante derrota a Juppé, el último político “chiraquista” [En referencia a Jacques Chirac, expresidente de Francia]. Se ha resuelto con una voz de la derecha conservadora, en lo ideológico, y de un capitalismo salvaje, en lo económico, al estilo de José María Aznar, en el Estado Español, o de David Cameron, en el Reino Unido.

La operación de las primarias: un logro para la derecha

Una de las primeras lecciones a tener en cuenta tras el escrutinio de las primarias, es que la derecha tradicional francesa ha logrado, de forma parcial, su operación de “regeneración democrática”. La audiencia, récord en los numerosos debates televisivos, fue complementada por la participación masiva en las dos vueltas para la elección del candidato. Hablamos de más de ocho millones y medio de personas, un tercio de la cuota de pantalla, que siguieron en las cadenas France 2 y TF1 el cuarto y último debate. Son también más de cuatro millones de electores los que se desplazaron a votar en la primera vuelta, llegando hasta casi los cuatro millones y medio de electores en la segunda vuelta, logrando superar con creces los dos millones y medio de electores en las primarias del Partido Socialista en el año 2011. El plebiscito de Fillon, candidato inesperado frente a los dos favoritos, Alain Juppé y Nicolás Sarkozy, viene a apoyar las ilusiones “democráticas” de esta operación reconquistadora. Esto permite comprender y legitimar a la derecha como una alternativa política a la izquierda y como otra alternativa a la “aventura” del Frente Nacional.

El fin de la travesía del desierto que no resuelve para nada las contradicciones más evidentes

Este logro de la operación de las primarias es, a fin de cuentas, una buena noticia para la UMP, que, desde la derrota de Sarkozy en las elecciones presidenciales de 2012, había entrado en un periodo de crisis y tensiones internas. Éstas se habían focalizado en torno a la batalla por el liderazgo de la UMP en otoño del 2012 entre François Fillon y Jean-François Copé. Una batalla de líderes que dio lugar a acusaciones y reproches mutuos de fraude y de provocar una crisis abierta en el partido. Ésta fue parcialmente resuelta por un compromiso de Sarkozy a presentarse a la reelección en el año 2014, pero a cambio de la organización de las primarias. Un logro que venía atravesando una larga travesía en un desierto para la formación y reconstrucción de la derecha del país. Sin embargo, pese a que esta batalla de legitimación fue ganada por los republicanos, no resolvió, en ningún momento, los criterios y consideraciones generales de una crisis que se trasladaba a los “partidos tradicionales” y la propia mediación del régimen en una crisis creciente.

Una victoria que firma el fin del “chiraquismo”

Con este resultado, el nuevo discurso fue canalizado en la persona de Fillon. El electorado favorable a Sarkozy cambió de filas hacia el sector de Fillon. Los nuevos simpatizantes de la derecha lo eligieron por aclamación en las urnas. Fillon ha conseguido unificar las demandas de los electores conservadores bajo un aparente paraguas liberal, como las medidas en el entorno del sector público y la reforma de los seguros y enfermedades, así como su conservadurismo social en la cultura francesa. De esta forma, su victoria marca el fin del chiraquismo, que se había caracterizado por una derecha posterior al Mayo del 68 y que era consciente y temerosa de la correlación de fuerzas, sobre todo por la experiencia de las huelgas de 1995 y las que vinieron tras el plan Juppé. Cualquier cosa que suceda en las elecciones a la presidencia, incluso si se tiene voluntad de llevar un proyecto político, permite a François Fillon ponerse un traje como un “renovador” y “costurero” de la derecha del futuro.

Una elección clara del electorado conservador: un thatcherismo a la Fillon

La crisis económica, la polarización que se desarrolla en Francia, así como la deslegitimación del presidente Hollande, ha sido vencida y noqueada por la derecha. Centrándonos en los numerosos electores que han elegido a Fillon, ha sido designado como candidato bajo una dinámica de altura de miras respecto a la aglutinación de votos. La elección de Fillon representa a un capitalista salvaje que defiende un conservadurismo moral y social frente a una débil centro-derecha representada por Juppé.

Éste es el resultado de una batalla ideológica de calado entre los propios simpatizantes de la derecha, así como la definición y concreción de un programa reaccionario y atado bajo el “eje” de la problemática salarial, la lucha contra el paro y lograr el pleno empleo. Un programa basado en el retroceso social bajo la bandera de la “responsabilidad”, de la “libertad del mercado” para recuperar el “status” de Francia respecto a sus socios europeos. Esta es la elección de una nueva derecha dura, comparable a la época de Edouard Balladur, aunque más recientemente a José María Aznar en el Estado Español o de David Cameron en el Reino Unido.

Su principal receta es el ataque furibundo sobre las conquistas que Thatcher no consiguió derogar, como los seguros del Estado o la prestación por desempleo: una suerte de thatcherismo a la Fillon. Esta elección es, por lo tanto, la puesta a punto de un ataque de frente a las conquistas del movimiento obrero, heredadas después del “compromiso social” firmado tras la Segunda Guerra Mundial.

Traducción: Agustín Valverde

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