La guerra ha desplazado a 90.000 habitantes del límite libanés con Israel. Los que se quedan resisten los enfrentamientos diarios entre Hezbolá y las fuerzas de Netanyahu, que se han intensificado en paralelo a las negociaciones
Lunes 4 de marzo 10:43
Una vivienda civil destrozada por un cohete israelí en Alma al Chaab, pueblo libanés fronterizo con Israel. Imagen tomada el 25 de noviembre de 2023. Crédito: Marta Maroto. Fuente: Ctxt.es
Artículo original publicado en Ctxt el 26/2/2024 desde Beirut.
Los ritmos de la tierra no entienden de guerras. Los campos de olivos del sur del Líbano, resistentes a una frontera acostumbrada a décadas de violencia e invasiones, siempre necesitan los mismos cuidados. Es por eso que Ramez Najdi, agricultor, trata de mantener una rutina lo más parecida a la anterior al 8 de octubre, cuando Hezbolá comenzó a atacar las tierras ocupadas por Israel dentro del Líbano, arrastrando el conflicto sobre Gaza a una dimensión regional.
La milicia libanesa Hezbolá, la más poderosa de Oriente Medio y aliada de Hamás, justifica la “solidaridad” y utilidad de este segundo frente, que ha obligado a desplazar al norte de Israel a 150.000 soldados. De otra manera, sostiene el grupo chiíta, todas las fuerzas del país hebreo estarían concentradas en masacrar la Franja de Gaza.
“Vivimos junto a un vecino al que no le gusta la paz”, sostiene Najdi. El sur del Líbano ha sido escenario permanente de conflicto, recuerda, y a sus 66 años le faltan manos para contar con los dedos los enfrentamientos entre el Líbano e Israel, que incluyen 18 años de ocupación hasta el 2000 y los 33 días continuados de destrucción de la última guerra con Israel en 2006.
Quizá lo que más le afecta, relata Najdi, es vivir en soledad la incertidumbre de no saber dónde caerá la siguiente bomba. Su mujer y su hijo se han unido a las 90.000 personas que ya ha desplazado esta guerra. El agricultor insiste: mientras queden vecinos en Srifa, “marcharse sería como abandonar a tu gente”.
Con una población de 10.000 habitantes, el pueblo se sitúa a 20 kilómetros de la frontera. Los enfrentamientos diarios entre Hezbolá e Israel se producen a unos cinco kilómetros hacia el interior de ambos territorios, por lo que la posición geográfica de Najdi a priori lo mantiene a salvo.
Sin embargo, en las últimas dos semanas las hostilidades entre ambos bandos han escalado, con ataques cada vez más alejados de la frontera en el interior del Líbano. El lunes 19 de febrero se produjeron dos fuertes explosiones en una zona industrial al sur de Sidón, a 50 kilómetros del límite entre los dos países. Este ataque, después del asesinato en Beirut de Saleh al Arouri, número dos de Hamás, ha sido el de mayor alcance en estos casi cinco meses de guerra.
El mismo día que CTXT entrevistaba a Najdi, se celebraban los funerales de Amal al Dur, una niña de seis años, y de su madre. Fallecieron en su casa, alcanzada por un misil israelí. El 14 de febrero fue el día más mortífero del conflicto: 11 civiles, entre ellos 6 niños. Dos familias fueron masacradas en sus viviendas, una técnica similar a la que Israel utiliza sobre Gaza. Según el Ministerio de Salud Pública libanés, las bajas civiles ya suman 48.
En esta frontera se libra una guerra táctica, de apoyo al frente principal en Gaza. Ambos bandos, Hezbolá e Israel, son conocedores de las consecuencias que una guerra a gran escala podría traer a la región, y por eso ninguna de las partes está utilizando toda su fuerza. Los ataques se centran en respuestas calculadas a posiciones estratégicas, dirigidas a mantener lo que se conoce como “equilibrio de disuasión”, eso es, evitar nuevas agresiones del enemigo demostrando la capacidad de cada bando de infligir daño a su oponente.
En las últimas semanas, sin embargo, con ataques también a posiciones civiles más allá de esos cinco kilómetros de profundidad que de forma tácita restringen el escenario de los enfrentamientos, las reglas que acotaban los límites de esta guerra que nadie quiere se han desdibujado.
La tensión de las negociaciones se refleja en los frentes de la guerra
“Tanto Israel como Hezbolá han estado forzando los límites del otro, y esta última escalada se produce en medio del estancamiento de la mediación de Estados Unidos entre Israel y el Líbano, crecientes tensiones regionales entre Israel e Irán y un crítico punto muerto [de las negociaciones] en Rafah”, explica Joe Macaron, analista libanés.
El frente libanés depende de lo que ocurre en Palestina, repite Hezbolá sin descanso, y esta reciente escalada en el campo de batalla es reflejo de la tensión de las negociaciones por un alto al fuego. “Es una nueva fase de violencia donde cada lado está proyectando fuerza hasta que Estados Unidos logre reducir las tensiones o se alcance un alto el fuego en Gaza”, continúa Macaron.
Hezbolá se mantiene firme en que no tiene nada que hablar hasta que no termine el genocidio israelí sobre la Franja. “Nuestra prioridad es parar la agresión sobre Gaza, y esa es la única manera de que terminen los ataques en el resto de frentes. Quien tenga interés en avanzar en las negociaciones no tiene que venir a Líbano, a Iraq o a Yemen”, insiste en una charla con CTXT Hassan Ezzedine, diputado del bloque parlamentario de Hezbolá Lealtad a la Resistencia.
Pese a la negativa de la milicia, que no se sienta a la mesa directamente con Estados Unidos –Washington considera a Hezbolá una organización terrorista–, las conversaciones a varias bandas se han intensificado en las últimas semanas. Muestra de ello es la reunión entre el primer ministro libanés, Nahib Mikati, con el asesor de Joe Biden, Amos Hochstein, negociador de la Casa Blanca en Oriente Medio. “Estamos trabajando en minimizar el conflicto en el sur del Líbano”, declaró Hochstein.
Otro de los motivos por los que Israel intensifica ahora sus ataques sobre Gaza y el Líbano, considera David Wood, analista en International Crisis Group, tiene que ver con “mejorar su posición negociadora” y mostrar fortaleza de cara a las conversaciones para una tregua.
El experto menciona también otro factor relevante en el tablero actual, y una de las cuestiones que hacen pensar que las hostilidades no escalarán: “Irán, en este momento, no parece querer una guerra abierta”. Líder del Eje de la Resistencia, el Régimen Islámico pide contención a Hezbolá, ya que una guerra a mayor escala debilitaría a su principal activo en la región.
Preguntado por una posible expansión del conflicto, el diputado de Hezbolá considera que el intercambio de fuego “se mantiene dentro de unos límites porque ambas partes quieren mantener la situación bajo control”. A su juicio, el reciente aumento de la violencia responde a “conflictos internos” en el Gobierno israelí y a la falta de liderazgo del primer ministro, Benjamin Netanyahu: “Los sionistas están frustrados y temen su caída, por eso tratan de bloquear todos los intentos de un alto al fuego y de parar la guerra en Gaza”.
“Monitorizamos todas las acciones del enemigo y en el caso de que la situación avance hacia una guerra abierta, tenemos el armamento y la preparación para responder. Estados Unidos y parte de los países europeos, que crearon los conceptos de democracia y Derecho Internacional, son responsables de lo que está ocurriendo ahora”, sentencia Ezzedine.
Artículo original publicado en Ctxt el 26/2/2024 desde Beirut.