En el marco de una crisis colosal que golpea sin piedad a los sectores más vulnerables, la gobernadora Vidal niega a miles de pibes acceder a un plato de comida.
Viernes 12 de abril de 2019 14:35
Ya en el inicio del último tramo del gobierno que prometió “pobreza cero”, la realidad –en números del INDEC- nos demuestra que su fracaso se traduce hoy en más de un 50% de pibas y pibes menores de 17 años sobreviviendo debajo de la línea de pobreza en el Gran Buenos Aires.
También los índices marcan que la educación pública está sufriendo el presupuesto educativo más bajo de la última década, y esta cuestión se palpa día a día en la realidad de cada escuela; con edificios literalmente en ruinas, inseguros, sin equipamiento y sin personal suficiente. El 2019 indica que nada está cambiando para mejorar; la “exigencia” de los gremios –sin verdadero ánimo de exigir nada- no están a la cabeza de organizar un contundente plan de lucha, sino más bien todo lo contrario, enfrascados en sus armados electorales de cara a las próximas elecciones.
El drama de los comedores
Los comedores escolares, que desde hace varias décadas vienen cumpliendo un rol preponderante en la sociedad, deben poner un plato de comida contando tan solo con $24 por estudiante, que aunque parezca de no creer, ese es el monto que destina el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia a través del Servicio Alimentario Escolar (SAE) de cada municipio.
Pero la gravedad de los problemas no termina acá. Desde una inmensa cantidad de escuelas en diferentes distritos abundan las denuncias por viandas en mal estado que llegan a los establecimientos educativos, ya que las cocinas en las escuelas no funcionan. Por otro lado, las viandas son insuficientes, ya que el SAE calcula el número de cupos de los que irán a comer de acuerdo a la asistencia media; es decir, en un curso de 30 alumnos, calculan que irán 15 y sumado a esto suelen enviar menos viandas de las estipuladas.
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Pero como si todo lo anterior no fuera un padecimiento cotidiano, el empeoramiento en la situación económica de las mayorías hace que exista un aumento cada vez mayor de pibas y pibes que necesitan comer en la escuela; ante este estado de cosas, la salida de Vidal, muy contrariamente a elevar la cantidad de cupos y brindar comida digna, es “seleccionar” entre los alumnos que “más y menos necesiten” y bajo este criterio perverso, dejar sin alimento a miles.
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Como bien se sabe, desde tiempos del kirchnerismo, las pibas y pibes en edad escolar son alentados por sus familias a asistir a la escuela debido a que en sus casas los ingresos no eran suficientes como para cubrir necesidades básicas de alimentación.
En momentos en que estamos inmersos en una profundización de la carestía, con miles de despidos y suspensiones, tarifazos e inflación creciente (solo en 2018 el aumento de la canasta básica alimentaria fue del 53,5 %), nuestros alumnos se ven obligados a salir a “changuear” para ayudar a “parar la olla” en sus hogares, lo que viene resultando en un aumento cada vez mayor de deserción escolar.
En este contexto el FMI, el gran organizador del ajuste que viven nuestros pibes, admite que la crisis económica en nuestro país se agravará, pero por supuesto llamó a continuar a rajatabla con su plan de ajuste y saqueo que llevan adelante Macri y Vidal y que continuarán al pie de la letra los falsos opositores.
Es necesario llamar urgentemente a un plan de lucha contundente, que se plante a la altura de semejante ataque a las condiciones de vida de las mayorías, enfrentando a las políticas que impone el FMI; y para esto es necesario que las Centrales Sindicales se pongan al frente de una gran organización de todos los sectores.
Para que la plata se destine para educación, salud, vivienda y para cada uno de los derechos que no se cumplen.
Hay que llevar adelante asambleas conjuntamente de docentes, auxiliares y familias para poner en pie una verdadera organización desde las escuelas y frenar los planes de ajuste del gobierno y sus cómplices.