El canciller de México apuesta a mantener el tratado sin aranceles ni alza de cuotas, pero ya había anunciado disposición a añadir cláusulas al TLCAN sobre energéticos, telecomunicaciones y comercio electrónico.
Miércoles 19 de abril de 2017
Desde su gira a la Comisión Binacional que tiene lugar en Madrid, Luis Videgaray afirmó en conferencia de prensa que el TLCAN debe conservar su “esencia” de acuerdo de libre comercio, con el telón de fondo de las negociaciones en puerta con la administración estadounidense.
Según el funcionario, esto implica que "no vamos a aceptar, porque sería contrario al interés nacional, una modificación al tratado que implicara por ejemplo establecer aranceles o establecer cuotas". "El comercio tiene que seguir siendo libre", agregó.
Asimismo, ratificó que el gobierno de México "por supuesto que sí" está dispuesto a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde 1994 entre Estados Unidos, México y Canadá.
Aunque Videgaray reconoció que con la administración Trump "hay diferencias públicas y notorias", aunque de cara a la renegociación del TLCAN se han "logrado establecer todos los conductos formales de trabajo, y hoy tenemos un horizonte sin lugar a dudas de mayor certidumbre que el que teníamos hace algunas semanas." Respecto a la renegociación, señaló que se espera que "inicie formalmente en el verano".
Respecto a la ampliación del muro para impedir la migración, declaró que no forma parte de la negociación. Y a continuación explicó que ante la administración Trump, el reto de México es profundizar relaciones comerciales con países de otras regiones del mundo, como Latinoamérica y Asia, al tiempo que se avanza en el proceso de renegociación del tratado comercial con la Unión Europea. En particular, destacó que España es el segundo inversor extranjero en México luego de Estados Unidos.
Subordinación y entrega
El tono conciliador de Videgaray –que justifica diciendo "no hay que confundir diplomacia con falta de firmeza ni estrategia con falta de claridad" y que el país se presenta como "una nación soberana"- va de la mano con la subordinación del gobierno de Peña Nieto a las administraciones estadounidenses.
Bajo la administración del demócrata Obama, y por orden directa, aplicó una dura política migratoria contra los centroamericanos que intentan atravesar México para llegar a Estados Unidos. Se mantuvo y se amplió la militarización del país, con la presencia de agentes estadounidenses encubiertos en las filas del Ejército, la Marina y la policía.
En ese contexto, el obediente Peña Nieto impuso las reformas estructurales –cuya columna vertebral son la laboral, la energética, la educativa y la de telecomunicaciones- para profundizar la precarización laboral de la clase trabajadora con miras a aumentar la explotación y la entrega de recursos del país a las trasnacionales, entre las cuales las de capital estadounidense son las más beneficiadas.