Esta semana se cumplen 90 años de la última lección del educador y psicólogo soviético Lev Vigotski. Le preguntamos a Juan Duarte, psicólogo y editor de “El significado histórico de la crisis de la psicología” y de “Lecciones de paidología”, qué cita elegiría a propósito de esta fecha.
Viernes 10 de mayo 00:08
Enfoque Rojo.
La cita que elegí forma parte del libro Lecciones de paidología, que acabamos de publicar en Ediciones IPS y que reúne clases para futuros docentes que dictó entre 1933 y 1934 en el Instituto Herzen de Leningrado, referidas centralmente al desarrollo infantil, que incluye esa última lección impartida el 3 de mayo de 1934 ("El pensamiento del escolar"), unos días antes de sufrir, el 9 de ese mes, su último ataque de tuberculosis, a raíz del cual fallecería el 11 de junio de ese año.
La cita es la siguiente,
Cada crisis [en el desarrollo infantil] se presenta como una emancipación del niño, como el crecimiento de su actividad, como su separación de quienes le rodean, pero esa separación, esa diferenciación y esa actividad no significan necesariamente un aislamiento, sino el surgimiento de relaciones más complejas. [1]
La elegí porque me parece muy significativa sobre la obra de Vigotski, me parece un prisma desde la cual se puede iluminarla en varios sentidos. Destaco solo tres entre muchos otros posibles.
En primer lugar, me parece profundamente dialéctica. La dialéctica (de Marx, Engels, Lenin y Trotsky) es central en Vigotski. Para decirlo rápido, Vigotski plantea que el dualismo mente-cuerpo es el gran problema teórico de la psicología, que lleva a visiones reduccionistas y explicaciones mecánicas, por ejemplo las que hoy reducen lo mental al cerebro (neurociencias mainstream), las que reducen la mente humana al “procesamiento de información” (cognitivismo; TCC), o las que naturalizan la mente humana como un producto evolutivo exclusivamente biológico (psicología evolucionista). Dicotomías como innato/adquirido, interior/exterior, individual/social, etc. están asociadas a ese enfoque dualista, impiden conocer científicamente los fenómenos y, sobre todo, naturalizan procesos sociales e históricos que generan padecimientos, muchas veces promovidos por la mercantilización de la salud mental. Por ejemplo, explicar la falta de atención en la niñez como un problema cerebral o neuronal, diagnosticar Trastorno de Déficit Atencional por Hiperactividad (TDAH) y medicar al niño (y así con la depresión, bipolaridad, etc. etc.).
Ante esas explicaciones, adoptar una posición dialéctica y materialista como punto de partida, a partir de la cual forjar métodos de investigación científica y conceptos y métodos propios que permitan comprender la dialéctica concreta del desarrollo infantil, entendido como una unidad compleja de un desarrollo biológico (filogenia) e histórico cultural que se realiza en el desarrollo individual humano. La clave es comprender la emergencia de lo nuevo en el desarrollo individual, eso que no puede explicarse por los factores constitutivos previos, sino que surge como producto del encuentro biológico y cultural: centralmente el desarrollo de la conciencia, la voluntad, funciones psicológicas “superiores” (memoria, atención, pensamiento) y una emocionalidad profundamente cultural e histórica.
El desarrollo infantil implica desde ahí una relación compleja entre procesos biológicos y culturales, individuales y sociales, internos y externos, caracterizados por la emergencia de fenómenos conscientes, que suponen, pero que son irreductibles a su base biológica previa. Un proceso en el cual el propio ambiente del desarrollo es social, inescindible de cómo lo vivencia el niño según el desarrollo de su personalidad consciente, y en el cual a partir de la comunicación y la colaboración mediada culturalmente con otros, se desarrollan individualmente productos de origen social e histórico. Desarrollo individual y social, contrariamente al sentido común neoliberal y su afán de competencia, van juntos.
En segundo lugar, ligado a lo anterior, la importancia de las crisis. Desde ese enfoque dialéctico y materialista, Vigotski analiza el desarrollo infantil como un proceso marcado por momentos de estabilidad pero también de crisis, “acontecimientos revolucionarios” análogos al estudio de los regímenes históricos o del surgimiento de nuevas especies orgánicas. Hay, señala, 6 crisis a lo largo de todo el desarrollo (neonatal, al año, a los tres, siete, trece y diecisiete –"edades paidológicas", ciclos del desarrollo, no la "cronológicas" del año calendario). La mayoría fueron descubiertas empíricamente, pero aún si no hubieran sido descubiertas así "el concepto de ellas habría que haberlo incluido en el esquema de desarrollo, sobre la base del análisis teórico” [2] (tal es la importancia de la teoría dialéctica como guía para la acción científica).
Se trata de momentos donde las relaciones sociales se vuelven más difíciles e incluso el aprendizaje, se vuelve terco, caprichoso, parece que solo se destruyen los intereses previos, la forma de vida interior y exterior previa del niño desaparece… Pero,
La labor destructiva del desarrollo se produce en estos períodos solo en la medida en que es suscitada por la necesidad de desarrollo de nuevas cualidades y rasgos de la personalidad. La investigación empírica demuestra que el contenido negativo del desarrollo en estas edades es solo un aspecto inverso, o concomitante, de los cambios positivos de la personalidad, que constituyen el sentido principal y fundamental de toda edad crítica. [3]
En esas crisis surge un “nuevo tipo de estructura de la personalidad y de su actividad, esos cambios físicos y sociales que surgen en un estadio dado por primera vez y determinan fundamental y radicalmente la conciencia del niño respecto del medio, su vida interna y externa y todo el curso de su desarrollo en el período en cuestión”. Se trata, dice Vigotski, de "neoformaciones de caracter transicional".
Por ejemplo, en la crisis de los tres años aparece por primera vez algo tan importante como la voluntad, pero de una forma negativa, hipobúlica, se vuelve terco y negativo. Ahora bien, si no se da esta crisis, esa voluntad incipiente vacila, dado que “un desarrollo sin crisis es un desarrollo que conduce a la abulia”. Al contrario, luego de esa crisis, surgen en el niño las relaciones sociales: aparece cierta conciencia de la relación con quienes lo rodean, aparece el juego de roles, por ejemplo. En la de los siete años surge la diferenciación de los aspectos internos y externos de la personalidad, o el “sentido de las vivencias” propias. Y así en todas.
Sin embargo, Vigotski plantea que "muchos autores ponen incluso en duda la necesidad interna de su existencia. Muchos tienden a tomarlas más por ’enfermedades’” del desarrollo, por una desviación de este proceso de la vía normal, que por períodos internamente necesarios de cualquier desarrollo infantil. Casi ningún investigador burgués ha logrado tomar conciencia de su verdadero significado teórico".
Lo que me interesa resaltar es ese contraste entre este enfoque y los enfoques que ven en las crisis solo solo su aspecto negativo, los atribuyen a “anormalidades” puramente individuales y muchas veces biológicas del desarrollo a etiquetar y “normalizar” mediante tratamientos médicos o conductuales. ¿Cuántxs niños atravesando estas crisis caen en las redes normalizadoras de enfoques dualistas, reduccionistas y mecánicos promovidos por los laboratorios?
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Finalmente, la relación entre emancipación individual y social-histórica. Si bien la dialéctica del desarrollo infantil apunta a una comprensión científica que destaca las posibilidades de la emancipación biosocial y desde allí enfocar cuestiones relacionadas a la educación, la discapacidad, la clínica psicológica y neuropsicológica, la psicología del trabajo, etc., Vigotski nunca pierde de vista la necesidad de cuestionar las condiciones sociales e históricas. En otras palabras, así como la constitución individual y social van de la mano, también su emancipación: es necesario terminar con las relaciones de explotación y opresión capitalistas para desplegar verdaderamente las potencialidades de la psicología humana.
Esto está planteado de múltiples maneras en su obra. Por ejemplo, en el artículo “La transformación socialista del hombre”, incluido en la edición de El significado histórico de la crisis de la psicología (Ediciones IPS, 2022), por ejemplo, aborda directamente esta cuestión:
El colectivismo, la unificación del trabajo físico y el intelectual, la modificación de las relaciones entre los sexos, el fin de la separación entre el desarrollo físico y el intelectual son ya hoy los aspectos decisivos de esa transformación del hombre de la que hablamos. El resultado de esta conquista, aquello que viene a coronar todo este proceso de transformación de la naturaleza humana, debe ser esa libertad superior del hombre de la que habla Marx: “Solo en el colectivismo adquiere el individuo los medios que le permiten desarrollar íntegramente sus potencialidades; por consiguiente, solo en el colectivismo es posible la libertad personal”. Al igual que la sociedad humana en su conjunto, la personalidad humana también deberá realizar ese salto del reino de la necesidad al reino de la libertad al que refiere Engels. [4]
O incluso en El significado histórico..., una obra programática centrada en los problemas filosóficos y epistemológicos de la psicología, concluye con una reflexión sobre la necesidad de terminar con el capitalismo para emancipar a la vez las potencialidades humanas y la propia Psicología como disciplina científica:
Nuestra ciencia no podía y no puede desarrollarse en la vieja sociedad. Dominar la verdad sobre la persona y la propia persona es imposible mientras la humanidad no domine la verdad sobre la sociedad y la propia sociedad. Por el contrario, en la nueva sociedad nuestra ciencia se convertirá en el centro de la vida. [...] Huelga aclarar que esa psicología se parecerá tan poco a la actual como, en palabras de Spinoza, la constelación del Perro Mayor se parece al perro, el animal que ladra. [5]
Se podrían destacar muchos más aspectos, pero termino acá e invito a las y los lectores del diario a tomarla en sus manos y hacer sus propias lecturas de esta obra que constituye uno de los principales aportes de la Revolución rusa al pensamiento marxista y a la ciencia universal.
Acerca del autor
Juan Duarte es psicólogo y docente universitario en la UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Escribió en El psicoanálisis y la revolución de Octubre, (Topía, 2017). Y editó y prologó Genes, células y cerebros (Hilary y Steven Rose), La biología en cuestión (Richard Lewontin y Richard Levins), La ecología de Marx (John Bellamy Foster), La naturaleza contra el capital (Kohei Saito), El significado histórico de la crisis de la psicología y Lecciones de paidología (Lev Vigotski), La revolución traicionada (León Trotsky) y León Trotsky y el arte de la insurrección (1905-1917) (Harold Nelson), en Ediciones IPS. Escribe y edita en las secciones Ciencia y Ambiente de La Izquierda Diario.
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[1] Vigotski, Lev, Lecciones de paidología, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2024, p. 216.
[2] Vigotski, Lev, Lecciones de paidología, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2024, p. 178.
[3] Ídem.
Juan Duarte
Psicólogo y docente universitario en la UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Editó y prologó Genes, células y cerebros (Hilary y Steven Rose), La biología en cuestión (Richard Lewontin y Richard Levins), La ecología de Marx (John Bellamy Foster), El significado histórico de la crisis de la psicología y Lecciones de paidología (Lev Vigotski), La naturaleza contra el capital (Kohei Saito) y León Trotsky y el arte de la insurrección (1905-1917), de Harold Nelson (2017), en Ediciones IPS.