“No somos una colonia” y “Están mal informados” fue la airada respuesta presidente ante el hipócrita pedido de Blinken, secretario de Estado de Biden, de garantías para los periodistas. Van al menos 6 periodistas asesinados en 2022.
Jueves 24 de febrero de 2022
El secretario de Estado Blinken se sumó a las voces estadounidenses de los partidos demócrata y republicano que “reclaman” ante la violencia que día tras día enfrentan los periodistas. Este martes publicó en su twitter “El alto número de periodistas asesinados en México este año y las continuas amenazas que enfrentan son preocupantes. Me uno a quienes piden mayor rendición de cuentas y protección para los periodistas mexicanos. Mi corazón está con los seres queridos de aquellos que dieron su vida por la verdad”. Mayor cinismo, imposible.
Fue la primera respuesta que puede considerarse “oficial” del gobierno estadounidense, ante la creciente violencia contra las y los periodistas en México.
La respuesta de AMLO, en la conferencia matutina de este miércoles, fue contundente: “Pedirle de favor que se informe y que no actúen de manera injerencista porque México no es colonia de EE UU ni es un protectorado”. Después, Ebrard, titular de Relaciones Exteriores y presidenciable hacia 2024 acusó que las armas con las que matan a los periodistas vienen de Estados Unidos.
Hipocresía imperialista
Las palabras de Blinken, conjugadas en el aire con las del republicano Ted Cruz y del embajador Ken Salazar, suenan como espejos de colores.
La violencia que se vive en México se debe en gran medida a la continuidad de las operaciones de los cárteles del narcotráfico y a la militarización, iniciada desde fines de los ’70 por órdenes de Washington, y relanzada en el sexenio de Felipe Calderón con la “guerra contra el narco” y la Iniciativa Mérida. Hoy continúa con el despliegue de la Guardia Nacional, involucrada en la represión contra normalistas y migrantes, por ejemplo.
Fueron los gobiernos de Washington los maestros en sus vínculos con el crimen organizado: en la década de 1980, el gobierno estadounidense alió a cárteles mexicanos y colombianos para surtir de recursos a la “contra-nicaragüense”, los paramilitares armados contra la revolución nicaragüense de 1979.
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Y de esa escuela aprendieron los altos funcionarios en México. Así es que sectores de los tres niveles de gobierno tienen una tradición de décadas de asociarse con el crimen organizado, como quedó en evidencia con la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014.
Hoy, según datos de Artículo 19, en 40 % de los casos de crímenes de periodistas que en la mayoría de los casos han investigado casos de vínculos del poder con el narcotráfico o casos de corrupción, los responsables son altos funcionarios locales, civiles o uniformados.
Respuestas duras y subordinación
Más allá de la respuesta de AMLO a Blinken, incluso aunque las investigaciones de los crímenes estén en curso, la realidad es que cada día amanecemos con periodistas de a pie silenciados a punta de pistola.
Buscar minimizar el problema, como hace AMLO, no frena los crímenes contra los periodistas y la violencia, como no frena los feminicidios. El realismo mágico de “abrazos no balazos” -la máscara de la militarización- junto con el despliegue de la Guardia Nacional y darle cada vez más poder al Ejército no conjura la asociación entre uniformados y crimen organizado. Pero son la clase trabajadora y los sectores populares quienes enfrentan los costos más altos por la continuidad de la violencia.
Probablemente sea cierto que las armas con las que matan a los periodistas vengan de Estados Unidos, como señaló Ebrard en una carta de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Pero más allá del origen de las armas y del cruce con los funcionarios estadounidenses, el imperialismo sigue poniendo las reglas de juego en México. Con el T-MEC (antes TLCAN, el marco que impide por ejemplo el desarrollo de vacunas en México, antes país exportador de inmunizaciones), con la política antimigrante ante la cual se rebelan personas que recorren el país para llegar a Estados Unidos.
Del dicho al hecho hay mucho trecho dice el refrán. A pesar de las palabras duras, la subordinación en materia económica, migratoria y de seguridad se mantienen.
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