Durante la noche del miércoles, 3 de noviembre, decenas de vecinos de Mejillones se reunieron en la calle Salvador Allende en una velatón para condenar el femicidio de Gabriela Machicado, mujer pobladora y migrante de 34 años. ¡Juicio y Castigo para Wilson Navarrete Contreras!
Viernes 5 de noviembre de 2021
La pandemia sigue, aumenta la pobreza y aumentan los femicidios
La pandemia sólo agudizó las contradicciones del Chile capitalista y neoliberal. Mientras las grandes empresas como Minera Escondida multiplicaron sus ganancias y los empresarios festejan llevándose las utilidades fuera del país, la pobreza se multiplicó en todo Chile. En el caso de la región de Antofagasta, se duplica, y la extrema pobreza se triplica llegando a 25.738 personas.
Pero son las mujeres las que terminan llevándose la peor parte de la vida precaria, trabajando sin contrato, en calidad de inmigrantes, vendedoras, trabajadoras de la comida rápida, empleadas domésticas, vendedoras ambulantes, trabajadoras por cuenta propia, micro emprendedoras, cuidadora de niñes y/o personas dependientes, entre otra, miles de mujeres que de la noche a la mañana se quedan sin trabajo y muchas de ellas sin derecho a prestación o ayuda estatal.
Es en ese marco donde se produce la mayor parte de las situaciones de violencia machista, incluidos los femicidios, ocurriendo al interior de los hogares; en ese sentido las llamadas al número 1455 -la línea de atención telefónica del Ministerio de la Mujer- se dispararon en un 70% el 2020, pero a pesar de llamadas más, llamadas menos, a las mujeres nos siguen matando.
El caso de Gabriela Machicado en Mejillones no es un caso aislado. Basta de que violencia contra las mujeres.
Es así como el caso de Gabriela no queda alejado de la realidad de muchas mujeres que su final es un femicidio, pero la violencia no solo se ve reflejada en este último hecho, viene desde antes como en la violencia parte del Estado que normaliza el contexto social de la sociedad patriarcal, donde las mujeres ocupan un rol subordinado, y como señalamos arriba, terminan arrojadas siempre a los trabajos más precarios, con una brecha salarial que en Chile llega al 27%, cargando con el trabajo doméstico impago, estando recluidas muchas veces al ámbito de la casa, sin ingresos, viviendo con el agresor y no tienen recursos para salir de este círculo. El caso de katheryn pobladora de Tocopilla, no es muy lejano, cuando son los mismos vecinos que prestan ayuda para que una no sea asesinada una mujer agredida. El estado es responsables que aquellas compañeras tengan condiciones de vida muy vulnerables y precarias.
Así es como se normaliza el femicidio, y se trata como un problema entre particulares, naturalizando una verdadera epidemia que expresa de forma cruda una violencia estructural que hay contra las mujeres, donde el femicidio es el último eslabón de una cadena de femicidio.
Los femicidios se siguen multiplicando, demostrando que no es un problema de equidad, es un problema estructural. La magistrada Silvana Donoso, dejó libre al asesino de Ámbar el año 2016, que en ese entonces había sido condenado por un asesinato doble, o el caso de Nabila Rifo en el cual a su agresor le bajaron la condena en 10 años. No va haber justicia mientras no conquistemos que los jueces sean elegidos por sufragio popular y sean revocables. No terminaran los femicidios mientras no nos organicemos en las calles por un plan de emergencia contra la violencia.
¡Es urgente un plan de emergencia contra la violencia hacia las mujeres!
Desde La Izquierda Diario Mejillones consultamos a Galia Aguilera, profesora de historia y fundadora de la agrupación de mujeres y diversidad sexual, Pan y Rosas, hoy candidata al senado por la región de Antofagasta, nos plantea:
“El caso de Lucy en Calama, la terrible situación de Khaterine en Tocopilla, y Gabriela en Mejillones nos recuerdan que es urgente levantar una Ley de Emergencia en contra de la Violencia hacia las Mujeres. Para aquellas mujeres que dependan económicamente de su agresor, el Estado les proporcione ingresos de $550 mil hasta que puedan sustentarse por sí solas; además de construir refugios transitorios para ellas y sus hijos; que las mujeres que están siendo víctimas de violencia puedan acceder a licencias pagadas, mientras puedan resolver su situación y también aquellas que estén estudiando, se les garantice completar sus estudios; al igual que entregar oportunidades laborales
Es importante salir a las calles, no podemos seguir permitiendo más femicidios, naturalizando la violencia hacia la mujer y las diversidades sexuales, necesitamos organizarnos hasta conquistar un plan de emergencia contra la violencia de género que se financie en base a impuestos a las grandes fortunas y grandes empresas, como lo es Minera Escondida, o el grupo Luksic. Basta de que nos maten. ¡Ni una menos!”.