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Red Internacional
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MEDIOS Y REDES. Visita de Obama: ¿por qué se enojó Clarín con Macri?

Optó por darle la cobertura de la intimidad de la visita del presidente estadounidense a una red social extranjera: Snapchat. ¿Será un anticipo de lo que se viene en el mercado de los medios y las TIC bajo el gobierno macrista? ¿Qué hay detrás del enojo de Clarín?

Martin Espinoza @martinespi05

Sábado 26 de marzo de 2016

En una nota publicada el viernes 25 en la sección Sociedad, titulada “Macri volvió a entregar contenido exclusivo a un medio extranjero”, Clarín puso el grito en el cielo por la decisión del equipo de comunicación de la Casa Rosada de darle la exclusividad para mostrar las imágenes de la intimidad de la visita oficial de Barack Obama a la Argentina, a la ascendente red social estadounidense “Snapchat”.

La red social del momento fue creada en 2010 por tres estudiantes de la Universidad de Stanford y hoy tiene más de 100 millones de usuarios en el mundo, en su mayoría menores de 25 años. Ya es usada ampliamente por Macri.

El matutino de Noble y Magnetto señala que el “equipo de Macri cubrió el evento con ‘un teléfono’, que accedió a perspectivas excepcionales del acontecimiento histórico, y no se la entregó a ninguno de los canales de televisión argentinos. Ni siquiera publicó esa cobertura a través de las cuentas de Mauricio Macri o Casa Rosada en Twitter, Facebook o Youtube (salvo breves extractos). Y tampoco ofreció las imágenes a las aplicaciones para dispositivos móviles de los principales medios digitales argentinos: ni los usuarios de las apps de Clarín, La Nación, Infobae o TN.”

En un “arrojo nacionalista” Clarín agrega que la “cita del presidente argentino con Barack Obama es un acto de Estado, así como lo son prácticamente todas las actividades que hace Macri desde el 10 de diciembre de 2015. La realización de una cobertura audiovisual oficial y su entrega a un medio extranjero como Snapchat, cuya plataforma no favorece la reproducción libre de los contenidos en otros medios, no es la forma más conveniente de hacer publicidad de los actos de un gobierno republicano y democrático.”

Y dice además que no es la primera vez que el equipo de comunicación de Macri los “ningunea”, citando como ejemplo el 1º de marzo, cuando “habían entregado en exclusiva a Facebook la transmisión de la llegada del presidente a la Asamblea Legislativa. El resto de los medios tuvieron que depender de las reglas de esa red social para el uso de contenidos (bastante menos laxas que, por ejemplo, las de Twitter o Youtube)".

¿Qué hay detrás de reclamo de Clarín?

En nombre de su supuesta preocupación por “el libre acceso a información pública", Clarín manifiesta su malestar en tanto aliado mediático central del gobierno macrista, acostumbrado además a las exclusividades informativas, no solo bajo este gobierno, sino a lo largo de toda su historia.

Algunos recordarán incluso aquella tapa de Clarín de febrero de 2008, único medio que anunciaba el acuerdo logrado entonces entre Néstor Kirchner y Roberto Lavagna para reorganizar el PJ, con fotos inéditas del encuentro entre el expresidente y su exministro de Economía en la residencia de Olivos.

Eran épocas todavía de “amistad” entre “El Pingüino” y Magnetto, que poco meses después se rompería con el conflicto del campo; por lo que la “exclusiva” para Clarín llegó hasta generar la queja de otros matutinos como La Nación.

(Tapa de Clarín del domingo 03/02/2008)

Sin embargo, el reclamo de Clarín ahora parece expresar una tensión más profunda, donde política y negocios capitalistas se mezclan. Se trata de una tensión “versión nacional” que remite a los profundos cambios en un sistema infocomunicacional convergente, que augura nueva “guerras” capitalistas en el mercado.

El docente universitario y especialista en medios, Martín Becerra, señala en la nota de su blog titulada “Todo lo sólido se desvanece (la comunicación de Macri, medios y redes)”, que Clarín reconoce “desde las páginas (papel y digital) de un medio tradicional, de la dificultad de sobrellevar la disputa por la atención pública con las redes sociales digitales. La atención pública, que migra hacia las redes sociales y hacia espacios desprogramados en los que los usuarios deciden qué, cuándo y cómo acceder a un banco de contenidos más vasto que el que ofrecen los medios tradicionales, también desplaza la inversión publicitaria hacia las redes.”

Y agrega que la “disputa - de la que la nota es síntoma - es desigual no tanto porque las empresas gestoras de las redes sociales digitales sean extranjeras, como sostiene la nota, sino fundamentalmente porque las redes crean y vinculan incesantemente contenido local e inmediato y, más aún, percepción local combinada con una escala global de operaciones. Y también por otros motivos igualmente importantes: porque las redes sociales digitales logran al mismo tiempo ser en parte producidas por los usuarios en una combinación novedosa y explosiva de atención a lo largo del día, capilaridad, significación personal y masividad que supera el alcance de los medios tradicionales; porque además rompen con la programación y la jerarquía editorial de los medios, reemplazándola por una clasificación algorítmica que se presume (y no es) aséptica y que podría ostentar con mayor fundamento la bandera de la ‘independencia’; y, finalmente, porque integran (embeben), descomponiendo su orden, los contenidos de los medios tradicionales, ante lo cual éstos carecen de alternativa: o se prestan a esa integración iconoclasta –discutiendo las condiciones con inédita debilidad- o, para decirlo de un modo dramático, perecen.

Un salto en la concentración

El estallido y vaciamiento del Grupo 23 puso en crisis y al desnudo el esquema de medios desarrollado durante el gobierno kirchnerista, bajo el cual supo desarrollarse un conglomerado de radios, canales de TV y diarios absolutamente dependientes de la pauta publicitaria estatal y al servicio del “relato K”.

Un esquema que encubre una forma indirecta de censura, donde son premiados los obsecuentes y castigados los críticos. Sin embargo, este esquema “pauta-dependiente” no fue utilizado solo por el kirchnerismo, sino también por el macrismo a través de la pauta de la Ciudad y los favoritismos que quedaron al desnudo con el escándalo Niembro.

Mientras tanto, los convidados de piedra por supuesto, son los trabajadores y las cientos de familias que pierden sus puestos de trabajo o no perciben sus salarios hace meses. Es el caso de los trabajadores de Radio América y Tiempo Argentino que se mantienen en pie de lucha con trasmisiones y ediciones autogestionadas, en defensa sus fuentes de trabajo y la pluralidad de voces.

El contexto es de reordenamiento en el mapa de medios y comunicaciones. Adquisiciones, fusiones y desprendimientos es la norma que tiñe la coyuntura cuyo nombre propio en términos de “Cambiemos” es modernización, convergencia y maximización de ganancias.

Todos se preparan para una “guerra” entre capitalistas que depara un salto en los niveles de concentración y cuyo marco legal deberá dar pasos en el Congreso con una nueva ley que abarque todo el espectro de medios y tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que bajo el gobierno de CFK quedó dividido en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) y la ley Argentina Digital, superando la precaria legalidad dejada por los DNU estivales de Macri .

Según Becerra, en este escenario de retracción económica y achicamiento de la pauta oficial, “la venia gubernamental a la compra de Nextel por el grupo Clarín, junto con la autorización al ingreso de Fintech, de David Martínez, a Telecom Argentina –violando el propio DNU 267 de Macri, dado que Fintech controla una empresa de servicio público de telefonía y es accionista minoritario de un cableoperador–, los rumores de venta de Telefe (Telefónica) a la norteamericana Turner, de DirecTV (AT&T) a Telefónica, de Telecentro (Pierri) a Claro (Slim) y de alianza entre los ya socios Fintech y Cablevisión, son movimientos mayores tanto en términos económicos como, consecuentemente, políticos.” (El business de la convergencia, 21/03/2016).

En síntesis, en la base del malestar de Clarín se encuentra esta “batalla” abierta entre los grandes actores de medios y las comunicaciones, que nada tiene que ver con el verdadero interés por el derecho al acceso a la información pública, ni la libertad de prensa, ni la pluralidad de voces.

Pues de política y negocios capitalistas se trata.