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Red Internacional
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Crisis habitacional. Vivir al borde del desalojo: el drama de quienes alquilan afecta más a mujeres y jóvenes

El CELS y la Escuela IDAES de la Universidad Nacional de San Martín elaboraron el Índice de Vulnerabilidad Inquilina (IVI). Viviendas precarias, aumentos constantes, deudas impagables, contratos de “palabra” (que incluyen todo tipo de atropellos) forman parte de la cotidianidad de millones. El derecho a la vivienda, sigue siendo vulnerado por el Estado.

Celeste Vazquez

Celeste Vazquez @celvazquez1

Jueves 28 de octubre de 2021 23:28

Foto: Aymara Pais Negrin
“Del proletariado al propietariado”, primer premio Concurso "La ciudad alquilada".

“El alquiler es un modo de acceso a la vivienda cada vez más extendido en los sectores populares, en barrios alejados de las zonas céntricas y en personas adultas”, afirma un informe elaborado por el Centro de Estudios Legales y Sociales ( CELS) y la Escuela IDAES de la Universidad Nacional de San Martín en base a una encuesta realizada en la región del AMBA.

Con el correr de los años, el “sueño de la casa propia” cada vez se alejó más y a la mayoría de las familias trabajadoras hoy no les queda otra opción que afrontar los gastos de un alquiler, lo que en muchos casos ni siquiera garantiza que se pueda vivir en condiciones dignas y habitables.

Aumentan los alquileres (que junto a los gastos en alimentación) se llevan gran parte de los ingresos mensuales de las familias, pero también aumenta la precariedad en las que se vive.

El trabajo, realizado en base a una encuesta telefónica, evalúa precisamente esa precariedad al medir el "riesgo habitacional" de quienes alquilan, llamado Índice de Vulnerabilidad Inquilina (IVI).

"El riesgo habitacional de los hogares que alquilan es heterogéneo y depende de un conjunto de factores: la vivienda precaria, no tener contrato por escrito, tener dificultades para afrontar el pago del alquiler, arrastrar deudas y, en definitiva, correr un mayor riesgo de desalojo", explican los autores en dicho trabajo.

Los resultados muestran que los hogares sostenidos por mujeres, personas trans o no binaries y jóvenes son los que presentan mayor vulnerabilidad.

El 38 % de los hogares sostenidos por personas trans o no bineries y el 34 % por mujeres solas tienen riesgo habitacional alto, es decir que están más expuesto a los factores antes mencionados. En tanto, que al medir el rango etario, quienes más vulnerabilidad tienen son las y los jóvenes entre 16 y 29 años.

La vulnerabilidad inquilina es una muestra más de cómo el impacto de la pandemia profundizó la crisis social y pegó más fuerte en las mujeres, sobre todo aquellas que sostienen a su familia solas.

No por casualidad en los desalojos más brutales de los últimos tiempos, uno llevado adelante por el oficialismo bonaerense (Kicillof y Berni) en Guernica y el otro por el oficialismo porteño (Rodriguez Larreta) en la Villa 31, mujeres y niñes son quienes más tuvieron que soportar las topadoras y la violencia policial.

Hogares con menores de edad y personas que requieren el cuidado de un adulto, como personas con discapacidad o adultos mayores, registran altos índices de vulnerabilidad.

Los bajos ingresos, la alta la inflación, la informalidad laboral a la que son sometidas más de 3 millones de asalariados no registrados y 2 millones monotributistas y el desempleo aumentan la posibilidad de sufrir vulnerabilidad inquilina. Sin recibo de sueldo, no hay contrato, además de lo imposible que resulta juntar el dinero para ingresar a una vivienda o conocer a alguien que pueda prestar una garantía.

El 43 % de los encuestados “alquila de palabra”, sin ningún tipo de contrato. Lejos de pensar que esto puede resultar beneficioso para quienes alquilan, en la realidad lo que termina sucediendo es que bajo estas condiciones lo que aumentan son los atropellos y el riesgo de sufrir aumentos de precios y empeoramiento de las condiciones de alquiler para la economía familiar. De la mano de esto, por supuesto, lo que aumenta es el riesgo de sufrir en desalojo.

El 47 % de las personas que es el sostén del hogar del total de los encuestados está desocupado, mientras que el 33 % está subocupado.

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El aumento descontrolado y desproporcionado de los alquileres es hoy uno de los dramas que afrontan las familias trabajadoras, tanto de aquellos que tienen la posibilidad de elegir un departamento o casa con el espacio necesario para que sus integrantes estén cómodos y condiciones habitables, como los que no y viven hacinados en una pieza sin baño.

Vivir al borde del desalojo es una realidad que muchos hogares padecen, aunque haya existido en algún momento un decreto que lo prohibía. Igual que con los despidos, ¿te acordás?

Según un relevamiento del Indec, más de tres millones de personas viven en terrenos o viviendas tomadas. Nadie elige porque sí hacer que sus hijos pasen frío, hambre y estén expuestos a sufrir la violencia policial para tener un pedazo de tierra y un techo. Terminaron allí sin opciones, echados por propietarios y maltratados por los Gobiernos y la Justicia que privilegian los intereses de los especuladores inmobiliarios y por eso impulsan desalojos.

A un año de la represión de Berni y Kicillof contra las familias en Guernica, estas siguen exigiendo su derecho a la vivienda debido al incumplimiento de lo prometido por parte del Gobierno. Desde La Izquierda Diario acompañamos el reclamo de techo y trabajo y denunciamos la política criminal del Frente de Todos de privilegiar el pago de la deuda y el sometimiento al FMI, por sobre las necesidades de las mayorías populares y trabajadoras.