Mientras todos los medios ven la vuelta a las clases como un gran logro, y los ojos del gobierno nacional están puestos en este ensayo, la vuelta a clases tiene sus costos para les trabajadores.
Martes 18 de agosto de 2020 10:46
El lunes 10 de agosto reabrieron las escuelas en San Juan como caso testigo de todo el país. La provincia ha sido la elegida con la excusa del “éxito sanitario” plasmado en los bajos contagios (22 contagios en el día de reapertura con ninguna muerte).
De 19 departamentos 14 regresaron a las clases para el último año de cada trayecto.
El trabajo docente a nivel nacional se intensificó. Desde la casa y con los insumos pagos por cada trabajador, sumado a la extensión horaria que no respeta horarios ni días de clases, se garantiza la educación. A ello hay que agregarle que les trabajadores debieron aprender a utilizar herramientas de conexión y adecuar los contenidos.
Esto también sucedió en San Juan, pero ahora se agrava. El protocolo establece el dinamismo de concurrencia alternada: un grupo asiste a la escuela durante una semana, y luego otro grupo del mismo curso. Mientras, quienes no asisten, realizan actividades desde su hogar. Que obviamente, genera, prepara y corrige el docente, quien es el mismo que genera, prepara y corrige la clase presencial. Como se ve, una precarización laboral amparada en una resolución con acuerdo del gobierno.
A esto hay que sumarle que el salario del docente sanjuanino se encuentra entre los más bajos del país, por lo que la ley provincial establece un máximo de carga horaria muy por encima de lo que sucede en otras provincias, para que cada trabajador llegue a un salario que cubra las necesidades. Es decir, que en lugar de pagar un salario igual a la canasta familiar por un cargo, algo que redundaría en mayor posibilidad de clases con buen nivel académico, obligan al docente a luchar por la supervivencia en desmedro de su salud y sus clases. Sólo en el mes de marzo se ajustó el salario, mediante un acuerdo entre la burocracia sindical de UDAP y el gobierno provincial y de espaldas al conjunto de los trabajadores. Lo que empeora aún más el panorama es que el aumento del año quedó incompleto, porque solamente se cumplió con la cuota de marzo (5%) de las paritarias.
Otro tema importante que se discute para la vuelta a clases son las condiciones edilicias. Desde el Ministerio Nacional de Educación se repite una y otra vez que se atenderán las necesidades de los edificios escolares para poder garantizar las condiciones de higiene. Sin embargo, San Juan no es la excepción a las realidades que se replican a lo largo y ancho de todo el país: edificios viejos, sin refaccionar; falta de luz, o de gas, o de agua, o de todas ellas. En algunas escuelas, tuvieron que desinfectar dos veces durante la cuarentena, e incluso hasta se encontraron mosquitos de dengue.
En la “provincia modelo” se habla de extender el ciclo lectivo hasta el 20 de diciembre, siendo una provincia que tiene más de 35°C de temperatura en verano y con suerte hay ventiladores en las aulas, a la vez que escasez de ventilación natural uno de los requisitos fundamentales para evitar contagios.
Mónica Jofré, la jefa de epidemiología de San Juan, el lunes mismo de la vuelta a clases, afirmó: “Si entra el virus va a ser un reguero de pólvora”.
Con una política sanitaria precaria y de la mano de precarización laboral, eso no parece tan imposible. Una educación que ya no es pública, y mucho menos gratuita, cuando se requieren elementos como computadoras (que aumentaron estrepitosamente en este último tiempo) y conexión a Internet (que el mes que viene vuelve a aumentar). Esta crisis, que es sanitaria, pero también económica, ya vemos en quién recae: en los trabajadores y en las familias más vulnerables. Será necesario organizarse para que esta crisis no la sigan pagando siempre los mismos.