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Red Internacional
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VUELTA A LAS AULAS. Vuelta a la escuela entre recortes

El curso escolar 2021-2022 ha empezado, y lo hace en el marco de una educación pública que continúa sufriendo los ataques de este sistema, que solo quiere educar a nuevas generaciones de explotados -y explotadores-.

Verónica Landa

Verónica Landa Barcelona | @lierolaliero

Miércoles 15 de septiembre de 2021

Antes que nada, los refuerzos covid -contratación de más personal por la pandemia- tendrían que ser permanentes, con la vista en una mayor contratación de personal docente y no docente en las escuelas. Estos bajaron un poco las ratios de las aulas, aunque fue insuficiente en los centros que antes las tenían de 28 y 30 alumnos. Un refuerzo implica una fecha de finalización, porque estás reforzando una situación que prevés que cambiará. El tema de las ratios y la falta de personal no es una novedad de la pandemia, es una cuestión estructural de la educación pública que hace años que se recorta a golpe de medidas neoliberales, tanto del gobierno central como del de la Generalitat.

Esta medida, que la Generalitat ya ha anunciado que mantendrá este curso con una inversión de unos 43 millones, tendría que ser permanente, como un primer paso para aumentar el personal contratado docente y no docente y no volver a unas aulas masificadas, docentes saturados, y una educación cortada por un patrón generalizado en el que no encaja todo el mundo.

Por otro lado, este curso empieza después de la polémica del ’Icetazo’, que prevé sacar a concurso oposición todas las plazas en situación temporal en más de 3 años de interinos e interinas, y que puede dejar en la calle a aquellos que no aprueben y no saquen la nota mínima pactada por los sindicatos mayoritarios pa, pueden quedar fuera y cobrar una indemnización de 20 días del sueldo base, independientemente de su antigüedad. Ahora bien, la indemnización solo corresponderá al personal interino que se presente a las pruebas y quede excluido de las listas; si por el motivo que sea no se presentan, perderán el trabajo y la indemnización.

También se ha modificado el protocolo de aislamiento para el alumnado en caso de covid o contacto, y se confinará solo el alumnado que no esté vacunado, lo que puede suponer una vulneración de derechos. Además como señala la CGT "sin directrices claras y sin aumentar la partida presupuestaria, se pretende crear un nuevo sistema de clase híbrido (presencial/virtual)".

Otra cuestión a tener en cuenta, son los recortes de plantillas y recursos en los centros con gran cantidad de alumnos en situación de vulnerabilidad. En mayo, Ensenyament comunicó la revisión de la clasificación de los centros educativos otorgando el título de máxima complejidad a centros que no la tenían y sacándosela a otros. Con la retirada de la categoría a estos últimos, llegan los recortes de personal y recursos, repercutiendo en las necesidades del alumnado, en especial del más vulnerable.

Por último, tenemos que señalar la precariedad de los ciclos formativos, donde más de 24.000 jóvenes se han quedado sin plaza para poder estudiar este año, tal como también denuncia la CGT.

En resumen, este año empieza con muchos focos que pueden parecer que no tienen nada a ver, pero está claro que tienen: tienen en común los recortes, las políticas neoliberales hacia la escuela pública. Tienen que ver qué tenemos un sistema educativo que se perfecciona para su supervivencia, formando a las futuras generaciones que serán explotadas, y lo hace buscando sacar el máximo beneficio, y esto implica recortes, ajustes, etc.

No solo tenemos este panorama en las escuelas. El estudiantado y el profesorado de las universidades, este año tendrá que hacer frente a la reforma de Castells y al recorte de personal asociado.

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Tenemos mucho por lo que salir a luchar este año. Hace falta que nos organicemos, en asambleas de estudiantes y de personal docente y no docente, para debatir nuestras demandas y nuestras formas de movilización y lucha. Sin corporativismos que nos dividen por sectores, por etapas, por tipos de contrato. Golpeemos juntas a este sistema depredador y a las instituciones que lo mantienen con vida, empezando por la Generalitat y el gobierno central.