Excusándose en ayudar en la lucha contra el hambre, empresas multinacionales donan restos de comida a las familias pobres. Detrás hay una historia de evasión, explotación y persecución sindical.
Victoria Sánchez @VickytaTw
Domingo 24 de abril de 2016
Recientemente la revista Fortune dio a conocer que la mayor cadena de hipermercados del mundo, Wal-Mart, donará en el año U$S 3 millones a la ONG estadounidense Feeding América.
La cadena de hipermercados posee 11.600 establecimientos en todo el globo, de los que 4.600 se encuentran en Estados Unidos. Cuenta, según el mismo medio, con una facturación anual cercana a los U$S 300 mil millones. El proyecto comenzó con una donación de U$S 1.5 millones y estimulará el aporte de sus clientes para luego igualar sus contribuciones, hasta un total de U$S 3 millones.
Fundada en 1962 por Sam Walton, un empresario estadounidense, Wal-Mart se encuentra según Forbes primera en el ranking de las 25 empresas familiares más grandes del mundo. Para ello considera el “Índice Global de la Empresa Familiar”, elaborado por la Universidad de St. Gallen, Suiza. El mismo entiende a una empresa familiar como aquella en la que más de 50 % de la propiedad pertenece a la familia y tiene derecho de voto.
Con un patrimonio estimado en U$S 476.300 millones y 2.200.000 empleados en todo el mundo se ha erigido como el gigante de los “retails”, término anglosajón utilizado para señalar a las tiendas de consumo masivo que realizan ventas minoristas.
La empresa que se hizo conocida por tener los precios más bajos y lo inmortalizó primero bajo el lema "Siempre los precios más baratos", cambiado en 2007 por "Ahorre dinero. Viva mejor", amasó su gran fortuna utilizando prácticas abiertamente antisindicales.
Precios bajos, alto costo para sus trabajadores
La multimillonaria empresa ha sido pionera en desarrollar prácticas que violan abiertamente los derechos de los trabajadores en todo el mundo. Con tal seriedad se ha tomado este trabajo que elaboró un instructivo interno titulado “Manual de Gerentes de Wal Mart para mantenerse libre de sindicatos” (en inglés “A manager’s Toolbox To Remaining Union Free”), en el que brinda pautas para adoctrinar a los trabajadores y evitar su sindicalización.
En 53 páginas, el Manual señala vías de acción para evitar la organización de los trabajadores. Entre las aspectos destacados se encuentran las escuchas de conversaciones entre trabajadores, filmaciones en los lugares de esparcimiento y descanso, kit identificatorio de posibles activistas, entre otros. Mantenido como confidencial para los mandos gerenciales, el manual le valió la denuncia de la ONG Human Rights Watch (HRW) en Estados Unidos en 2007. Un informe elaborado por HRW señala entre otras cosas la utilización en “las sesiones de capacitación, de videos y otros medios para adoctrinar a los trabajadores con la idea de que los sindicatos son perjudiciales para ellos y para la compañía”.
Otra de las medidas disciplinatorias consiste en la inestabilidad laboral, vía la utilización de contratos a corto plazo, no permitiéndoles a los trabajadores acumular antigüedad.
Wal-Mart tiene una política especial para las mujeres, quienes soportan una doble carga, como denunció en México el Proyecto de Desarrollo Económico Social y Cultural (Prodesc) en una investigación titulada “Lo barato sale caro, violaciones a los derechos humanos en Wal Mart, México”.
La empresa no solo no renueva el contrato a aquellas mujeres que quedan embarazadas, sino que obliga a realizar test de embarazos compulsivamente en cada contratación y recontratación, dejando fuera a aquellas que el test les dé positivo.
En la misma denuncia de Prodesc se señala también la utilización de trabajo infantil encubierto. Bajo la excusa de no recibir un salario la empresa señala que no existe una relación laboral. Mientras miles de niños trabajan un promedio de ocho horas diarias, recibiendo como paga la propina de los clientes por el embolsado.
Wal-Mart pionera en evasión
Como si no alcanzaran los atropellos cometidos, Wal-Mart lleva hasta el límite la prepotencia patronal. Hace unos años en la provincia argentina de Córdoba obligó a las cajeras a utilizar pañales para no “perder tiempo” yendo al baño. Los trabajadores rechazaron enérgicamente este ataque y frenaron el avance. Esto forma parte de una práctica sistemática que tiene como fin obtener hasta la última gota de ganancia a costa de explotar a los trabajadores. Para hacerlo cuenta con el aval de los gobiernos, que actúan como verdaderas escribanías de las patronales y recurren al uso de “las fuerzas públicas” cuando es necesario. El favor se completa con la inestimable ayuda de las burocracias sindicales que en todo el mundo funcionan como furgones de cola del empresariado.
En un informe elaborado por Americans for Tax Fairness, una organización ciudadana estadounidense, se conoció que la cadena cuenta con U$S 76 millones en quince paraísos fiscales repartidos en el extranjero. Queda claro que el escándalo conocido como Panama Papers muestra una práctica que es común entre los capitalistas.
Las políticas empresariales de Wal-Mart son un botón de muestra de la desidia y la ambición de una clase que no duda en atacar todos los derechos que pueda para obtener una tajada extra de ganancia.
Victoria Sánchez
Nacida en Bs. As. en 1986. Es economista y docente. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2010. Coedita la sección de Economía de La Izquierda Diario.