La defensa de Benjamin del surrealismo es que éste es un movimiento profundamente libertario que intenta coincidir con el comunismo. La última instantánea libertaria de Europa.
Lunes 11 de septiembre de 2017 23:09
Walter Benjamin siempre quiso ser crítico literario. De todas las corrientes literarias europeas contemporáneas, el surrealismo fue la que más atrapó al escritor de Las Tesis sobre la Historia. Benjamin visitó París en 1926 y 1927 luego de su viaje por Moscú. Existe, según su amigo Scholem, una correspondencia del judío-alemán con el “León” (así le llamaban a André Breton, por su pelo rizado) pero está perdida.
¿Algún día se encontrará? En tanto Benjamin se fascinó del movimiento luego de leer las revistas que editaba Breton en París y que inauguraban una revolución en el campo artístico. Bloch siempre consideró Dirección Única de Benjamin una obra “surrealista”. De las correspondencias disponibles se sabe que el Libro de los Pasajes, que el pensaba era su “más importante obra”, se inspiraba en el surrealismo.
El texto que más impactó a Benjamin fue El aldeano en París de Louis Aragón. Este bello libro relata el paseo, viaje, vagabundeo por el pavimento de París: pero en un ejercicio de desencantamiento de la ciudad moderna. Entre el absurdo y la poesía, El aldeano de París es un collage que presenta la sensación de la gran urbe y la modernidad.
Benjamin escribió El surrealismo. La última instantánea de la inteligencia europea en 1929. De este texto se desprenden dos grandes ideas. El surrealismo es un movimiento radical, el más libertario de Europa. Dice Benjamin "hacer estallar desde dentro el campo de la literatura", gracias a un conjunto de experiencias (Erfahrungen) mágicas de alcance revolucionario; más exactamente, de un movimiento "iluminado”. La defensa de Benjamin del surrealismo es que éste es un movimiento profundamente libertario que intenta coincidir con el comunismo.
Walter Benjamin
El arte no está en las letras: el arte es la vida y las experiencias. No es la erudición, ni siquiera el estilo, o la métrica. Las estética surrealista era pues un elogio a la experimentación, a la libertad y a las ganas de vivir. Es un vitalismo y un llamado a sacar el arte de las galerías, de los museos y re encantar el mundo tradicional: regresar el arte a la vida y romper el curso cotidiano de las cosas.
Por otro lado, Benjamin consideró que el surrealismo es "hostil a la burguesía”. Dice Michael Löwy: “ante cualquier declaración de libertad espiritual radical" la que empujó al surrealismo hacia la izquierda, hacia la revolución y, a partir de la guerra del Rif, hacia el comunismo. Como es sabido, en 1927 Breton y otros surrealistas se afiliarán al Partido Comunista Francés.”
De este texto se desprende la idea, citada pero poco discutida, de Benjamin (que en realidad es de Pierre Naville), “hacer de la «organización del pesimismo» [propuesta por Naville] la exigencia del día”. Para Benjamin, el surrealismo rechazaba la enajenación del mundo moderno. En ese sentido era pesimista, pero intentaba cambiarlo todo de raíz: desde la vida misma. Cambiar el mundo y la vida era una solo y una misma cosa: unir a Rimbaud con Marx, como decía el Segundo Manifiesto del movimiento.
Marxismo estalinista y surrealismo: la coincidencias de Benjamin y Trotsky
El surrealismo fue el movimiento vanguardista fundado por André Breton. Agrupó a decenas de poetas, pintores y cineastas que en diversos manifiestos transformaron el arte del siglo XX. De Benjamin Péret a Luis Buñuel, pasando por Leonora Carrington y Paul Éluard, los surrealistas ingresaron al Partido Comunista de Francia pero muy pronto se separaron de él. Los surrealistas fueron tildados de “radicales pequeñoburgueses” y “diletantes”.
La principal razón de la ruptura de los surrealistas con el el PCF es que el partido consideraba que el arte debía ser propaganda y debía tener un férreo control ideológico. Los postulados del realismo socialista que convirtió el arte en un aparato del Estado soviético en la época de Stalin (el creador del concepto fue Lunacharsky), en medio de la degeneración de la primera revolución socialista de la historia, generó que los surrealistas simpatizarán con el anarquismo y el trotskismo. El propio Benjamin sufrió de la “censura” estalinista: Radek consideró que el texto que escribió para la enciclopedia de la URSS era confusa.
Los surrealistas, fuera del PCF, denunciaron los crímenes del estalinismo: el arte debía ser libre en su contenido y forma pero los individuos que la creaba eran sujetos políticos que participan en organizaciones políticas. Péret fue un importante militante en Brasil, Eugenio Granell en República Dominicana, por sólo mencionar dos ejemplos. Los surrealistas adhirieron exigencias por la liberación de Victor Serge, en rechazo a los Procesos de Moscú, por la aparición con vida de Andrés Nin y también denunciaron la represión de la GPU a los trabajadores de Cataluña durante la “Guerra Española”.
De estas acciones se desprende el odio enfurecido del estalinismo a André Breton que incluso fue hostigado en México por el PCM y por la CTM. Se sabe, por las nuevas elaboraciones de Fabienne Bradu, que Trotsky puso a disposición de Breton una guardia de trabajadores de la construcción para su presentación en el Palacio de Bellas Artes y cómo ésta lo acompañó en 1938 en la Alameda Central: Trotsky tenía miedo de que la amenaza de agresión física fuese materializada.
Bretón y Trotsky en México
Nada más surrealista que intentar encontrar cosas en común con W. Benjamin y L. Trotsky: eso lo consiguió el surrealismo. Benjamin leyó varios libros de Trotsky y siempre ofreció una simpatía por sus ideas. Esto le llevó a una discusión con Brecht sobre la naturaleza de clase de la URSS. Trotsky, por su parte, nunca supo de W. Benjamin y es probable que su obra generara algún tipo de reacción. No podemos saberlo.
Dos vidas desgarradamente distintas y que divergen en su totalidad: Trotsky un hombre de acción revolucionaria, Benjamin un erudito de biblioteca. Trotsky asesinado por un sicario estalinista y Benjamin suicida por una dosis de morfina huyendo del fascismo. Trotsky el más completo del marxismo estratégico y Benjamin el más intenso del marxismo occidental.
Trostky invitó a Breton a México para impulsar el proyecto de la Federación Internacional del Arte Revolucionario Independiente (FIARI). Del encuentro surgió el Manifiesto por un arte revolucionario independiente que es el texto que mayor afinidad electiva podría existir entre Benjamin y Trotsky.
El “viejo” escribió que el arte no debía convertirse en propaganda y que debía “ser enteramente libre”: el marxismo luchaba por la revolución por la máxima libertad del arte y los artistas debían luchar por la revolución.” Ese texto de Trotsky y Breton es un documento central para pensar el marxismo y la estética.
Más allá de las vidas extremadamente divergentes, uno entregado a la revolución y otro pesimista de las organizaciones existentes, algo tuvieron en común: su afinidad por el surrealismo.