La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Diaz, expresó sus intenciones de formar una candidatura para las generales de 2023 en un acto en las fiestas del PCE, arropada por representantes de su partido y la cúpula de la burocracia sindical de CCOO y UGT.
Roberto Bordón @RobertoBordon13
Martes 28 de septiembre de 2021
Fiesta del PCE. Twitter
Yolanda Díaz ha roto el “silencio” que mantenía respecto a su futuro político y ha anunciado su intención de formar candidatura propia, al margen de los planes que tuviesen los partidos que conforman Unidas Podemos, para las elecciones generales de 2023. Acompañada de Enrique Santiago, secretario general del PCE y secretario de Estado del Gobierno PSOE-UP; Unai Sordo, secretario general de CCOO, y Pepe Álvarez, secretario general de UGT, Díaz anunció en un acto público en las fiestas del PCE su intención de crear una candidatura que no dependa de las decisiones de las direcciones de los partidos del espacio de Unidas Podemos. Además, la ministra de Trabajo quiso reforzar su imagen anunciando que derogarían la reforma laboral del PP en esta legislatura.
Díaz expresó un deseo por unificar en una candidatura a las fuerzas a la izquierda del PSOE de cara a los próximos comicios, aunque por ahora no se sabe con qué programa ni quienes conformarán realmente las listas. Aunque ha anunciado querer estar al margen de las direcciones de los partidos políticos y querer escuchar a sectores de bases, sindicatos y movimientos sociales, la jugada parece estar más bien dirigida a buscar acuerdos desde arriba entre las distintas cúpulas teniendo ya de su parte a la burocracia sindical y presumiblemente la bendición del PCE.
A simple vista, esta jugada de la ministra pareciera deslegitimar a Podemos, que si bien, designó a Yolanda Díaz como sucesora de Pablo Iglesias, tras la dimisión de este último, esperaba que la candidata se mantuviese en las siglas del espacio de Unidas Podemos y no que afirmarse que dicho espacio estaba moribundo y que hay que expandirlo. Aunque, visto desde otro ángulo, tal vez esta sea la única salvación que tiene la formación morada de no desaparece completamente del mapa político. La organización de Ione Belarra ha anunciado una reunión a principios de octubre para estudiar estos cambios en la hoja de ruta de una fuerza que buscaba en Díaz solucionar el vacío provocado por la dimisión de Iglesias.
Por otro lado, la llamada a un “frente amplio” provoca tensiones con el espacio liderado por Iñigo Errejón, que deberá situarse frente a este reclamo de unidad en el que uno de sus socios principales, Compromís, parece haberse posicionado a favor de la candidatura de Díaz. Desde su ruptura con Podemos, el errejonismo ha expresado en múltiples ocasiones su intención de construir una fuerza política propia, a largo plazo, buscando aprovechar el tirón del ecologismo que reina en Europa para tratar de ocupar un rol parecido a otros partidos ecologistas europeos. Pero estos intentos de implantarse en el territorio podrían chocar con la presión externa del resto de actores políticos que les piden que acepten una candidatura cortoplacista siguiendo la trampa del mal menor que todos los partidos neorreformistas han usado recientemente para pedir el voto.
Más País puede acabar en una situación difícil si sus aliados aceptan los planes de la vicepresidenta. Su líder, Íñigo Errejon, acaba de publicar un libro donde se quema cualquier puente que quedase con su exorganización. No obstante, existe el precedente de las elecciones autonómicas de Madrid, donde Más Madrid no quiso confluir con Unidas Podemos a pesar de que se ejercieron presiones similares en búsqueda de un frente amplio contra la derecha y donde quedaron como segunda fuerza del parlamento autonómico, lo que reforzó la idea de que su tesis de ir por libre era acertada. En esta ocasión, con los sectores más afines a Pablo Iglesias alentando el miedo a un gobierno de extrema derecha PP+VOX, puede ser más difícil para los de Errejón resistirse a esta presión, más cuando en realidad cada federación de la organización podría decidir de forma libre sumarse a la opción que Díaz propusiese para cada territorio.
Pero los problemas de la candidatura amplia del reformismo no terminarían ahí, sino que se extiende la problemática de la crisis del eje territorial. En primer lugar, la aparición de fenómenos como Adelante Andalucía obligaría a Díaz a negociar con un nuevo actor que al igual que el errejonismo, tiene un sentimiento de agravio frente a Unidas Podemos y, además, ha rechazado la idea de participar en un espacio con centro en Madrid. La obediencia andaluza a la que en teoría se deben las nuevas organizaciones andalucistas, implica que Díaz no puede simplemente tratar de integrarles, sino que o les cede el terreno y negocia una alianza posterior o deberá competir con ellos en las circunscripciones provinciales si quiere tener escaños por Andalucía. Un problema que se agrava teniendo en cuenta la feroz competición existente entre Adelante Andalucía e Izquierda Unida por ser la candidatura a la izquierda del PSOE más fuerte de cara a las próximas elecciones autonómicas, donde se comprobará que peso real tiene el andalucismo organizado frente al aparato del PCE en Andalucía.
En segundo lugar, el surgimiento de nuevas candidaturas de la llamada “España vaciada” tras el éxito de Teruel Existe, que ya ha anunciado una candidatura autonómica en Aragón del mismo corte, abre la veda a nuevas iniciativas por toda una serie de territorios que pueden no verse apelados por un llamado a “una izquierda amplia”. Muchos de estos grupos ni siquiera se consideran de izquierda ni tienen motivos para confiar en la vicepresidenta de un gobierno que no está trabajando para solucionar sus problemas. Por lo que nuevamente supone decidir entre tratar de competir con ellos en unas circunscripciones donde es difícil rascar escaños si no se es 1º o 2º fuerza, o esperar un posible pacto tras los comicios.
A todo esto, cabría sumarle la duda de qué posibilidades de estructuración tiene dicha candidatura más allá del alcance orgánico de Izquierda Unida, que, junto con la burocracia sindical, son los únicos actores favorables al proyecto que pueden realmente aportar tejido y militancia más allá de unas pocas posiciones institucionales. Si bien es previsible que todo el entorno del neorreformismo trate de vender esta operación como la última oportunidad de elegir entre lo que hay ahora mismo o un gobierno de la extrema derecha, no deja de ser cierto que la mayor sensación que produce el actual gobierno PSOE-UP es decepción y apatía una vez uno se aleja de estos círculos.
La candidatura de Yolanda Díaz puede ser el revulsivo que el neorreformismo buscaba para evitar desaparecer como actor relevante en el próximo periodo electoral, pero también es cierto que se enfrenta a su propia división, producto de la estrategia mantenida en el nacimiento de Podemos y que ahora se agrava con la crisis territorial.
Un movimiento “por arriba” que no ofrece nada nuevo, porque todo lo que se propone es seguir apuntalando un Gobierno PSOE-UP bis con el mismo contenido antiobrero, pro imperialista y pro monárquico.
¿Cuajará este nuevo engendro? Aún no lo sabemos. Pero desde nuestra óptica la pregunta más importante no es si es posible un nuevo frente amplio de la izquierda neorreformista, sino si el agotamiento del espacio de Unidas Podemos por su integración al régimen político no es la oportunidad que hacía para plantear la necesidad de una nueva hipótesis política que tenga como eje vertebrador la independencia de clase y un programa revolucionario.
Roberto Bordón
Andalucía