Que el modelo educativo chileno está al servicio del mercado no lo niega nadie, este sistema solo ha perjudicado a trabajadores y estudiantes mientras llena los bolsillos de empresarios nacionales y extranjeros. 450 estudiantes, 80 trabajadores del colegio Winterhill de Viña del mar sumado al anuncio de embargo de la universidad de Playa Ancha reflejan que la crisis educacional no se ha cerrado.
Martes 30 de octubre de 2018
La crisis que abrieron los estudiantes el 2011 develó el lado más crudo del sistema educacional Chile: El lucro. Con millones de jóvenes movilizándose a lo largo del país, los fundamentos ideológicos del modelo chileno fueron impugnados y contra la voluntad de quienes se han beneficiado del él, se volvió a debatir de educación y gratuidad en el país.
La extinta Nueva Mayoría intentó treparse sobre la ola del 2011 prometiendo una educación gratuita que tuvo el visto bueno de la derecha y el Tribunal Constitucional gracias a que no terminaba con el negocio de la educación y además aseguraba millonarios ingresos para las universidades privadas que hasta ese entonces se veían limitadas al acceso de financiamiento estatal.
Además, en materia de liceos secundarios obligó a las sociedades educacionales que ganaban millonarias sumas a través del subarriendo de inmuebles a transformarse en sociedades sin fines de lucro, pero se les permitió mantener ciertos beneficios bajo nuevas normas. Hecha la ley hecha la trampa dice el dicho, el lucro se perpetuó con un nuevo rostro.
Finalmente, el progresismo "en la medida de lo posible" demostró, una vez más, que cuando gobiernas con las ideas de la derecha, quien gana siempre es la derecha. No se terminó con el negocio en la educación, se perpetuó el lucro y además se extendió la subsidiariedad del Estado a instituciones privadas.
El modelo empresarial: proyectos educativos desechables.
Como la razón de ser de la educación en Chile es estar al servicio del mercado, los proyectos educativos que se crean tienen como prioridad que estos sean rentables económicamente. No importa si el colegio tiene tradición, se corresponde a tal o cual paradigma o si tienen una comunidad educativa robusta y cercana. Si no produce dinero, los sostenedores se buscan otro negocio.
Es la realidad que por estos días vive el liceo Winterhill de Viña del Mar. Un proyecto educativo que se presentaba como alternativo en los años de dictadura, un colegio nacido al alero de militantes de izquierda que desde el exilio o viviendo la represión en Chile se atrevieron a desafiar el modelo oficial. Pero con la democracia, dichos ideales fueron guardados en el cajón de los aniversarios para dar paso al negocio.
Durante la semana recién pasada la comunidad del colegio viñamarino fue notificada de que se terminaba el proyecto debido a la insolvencia económica de quienes administraban el colegio. Una vez más: no importan los niños, no importan las y los trabajadores, no importa el proyecto, si es rentable se mantiene, si no, se desecha. Hoy trabajadores, estudiantes y apoderados luchan por mantener el colegio abierto, esta vez no para la ganancia de los dueños, sino en beneficio de la comunidad.
Que los liceos vuelvan al Estado y que las universidades reciban 100% aporte basal
A la realidad del Winterhill se suma la crítica situación que está viviendo la Universidad de Playa Ancha, una de las dos universidades estatales que existen en la región de Valparaíso.
No es para nadie desconocido que las instituciones estatales viven en un constante déficit económico debido a la lógica del autofinanciamienteo que se impuso desde la dictadura hasta el día de hoy.
La lógica del autofinanciamiento universitario replica la lógica individualista del mercado y del neoliberalismo. Cada Universidad debe ser capaz de generar sus propios recursos y si no lo hace cierra. Hasta ahora las universidades estatales han logrado sortear crisis tras crisis, pero no se puede esquivar por siempre, en algún momento se debe tomar una decisión: o se enfrenta o se muere en el intento.
Ante situaciones como la del winterhill es necesario reponer la necesidad de una desmunicipalización efectiva y que los colegios pasen al estado. Pero como lo plantean los trabajadores, estudiantes y apoderados del colegio viña marino, deben ser los estamentos quienes definan el proyecto educativo. Hoy día la juventud pobre es condenada a una mala educación, hay que recuperar una educación al servicio del pueblo trabajador, no solo en financiamiento es necesario recuperar proyectos educativos que transmitan valores diferenciados a los del neoliberalismo, para eso los estamentos deben tomar el control del establecimiento.
En el caso universitario una demanda histórica, gratuidad el 2011 era entendida también como 100% de aporte basal directo a los planteles educativos terminando con la lógica de autofinanciamiento.
Para estas demandas, no podemos caer en la espera pasiva del lobby parlamentario como lo hacen hoy sectores de frente amplio, que en el municipio porteño van y vienen por mayor presupuesto regional. Es urgente articular una fuerza social para recuperar un pliego histórico educacional que solo se ganara con movilizaciones masivas, que cuestionen los pilares de la educación de mercado.
Ataques empresariales, las perspectivas de la izquierda y la lección brasileña
¿Qué puede tener que ver lo de Brasil con la crisis de un colegio viñamarino o una universidad estatal? En este caso todo.
La derecha en América viene tomando fuerza, desde Trump en EEUU hasta Bolsonaro o Macri en Brasil y Argentina respectivamente. El factor en común: mayores ataques a la clase trabajadora y los sectores populares.
Hasta ahora la izquierda como el PT, el kirchnerismo o la Nueva Mayoría decidieron hacer una oposición responsable, que respeta las reglas de democracia aun cuando esta esté tutelada empresarios, jueces o militares. Este camino se ha mostrado completamente fracasado.
El paradigma brasileño es muy ilustrativo de cómo el sistema neoliberal y las constituciones hijas de las dictaduras han sido altamente eficientes para mantener el sistema sin exabruptos en la lucha de clases. Mientras jueces y militares prepararon el triunfo de la ultraderecha el PT y la burocracia sindical decidieron no perturbar el orden constitucional mientras eran encarcelados sus dirigentes por casos de corrupción que tenían más de "convicción" que de realidad.
La pasividad frente al avance de la derecha fortalece a quienes están dispuestos a matar para preservar la seguridad y el orden. La ilusoria pretensión de enfrentarlo con dádivas electorales sin tocar el corazón de las ganancias capitalistas como lo hacen en la práctica los personeros del frente amplio es repetir ese viejo esquema.
Desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios creemos que no tenemos por qué acostumbrarnos a la "medida de lo posible" y que es urgente que no nos acostumbremos a eso, en el Chile actual queremos hacer el esfuerzo por ser un factor que recomponga la conciencia combativa de la clase trabajadora. Pero estas luchas cobran peso si logramos nuclearlas en una alternativa y un programa anticapitalista.
El 17 de noviembre, con la presencia de referentes de la izquierda revolucionaria Argentina y brasileña, nos veremos en el encuentro anti capitalista.
Alejandra Valderrama
Redacción La Izquierda Diario Chile. Valparaíso, Chile