Sin dudas resulta difícil escribir sobre notables como Stephen Hawking, pues se corre el riesgo de rozar interpretaciones equívocas de sus razonamientos. Pero dado que la motivación por hacerlo se debe a que fue una figura con quien aprendimos a pensar, no está demás ensayar humildes juicios a modo de homenaje, siempre y cuando nos alejemos de aquellas consideraciones que, por pretenciosas o superficiales, terminen convirtiéndose en ridículas y sin sentido. Con esta aclaración, les dejo la opinión de un trabajador que se hizo aficionado a la ciencia a través de su rico pensamiento.
Justamente uno de los principales logros de Hawking es que consiguió dar a las ciencias un carácter comprensible para el público en general, y no sólo para unos cuantos científicos. Este mérito ha sido mayor que cualquier galardón y a pesar de no haber recibido el Premio Nobel de Física.
Stephen Hawking partió de un justo análisis sobre el progreso de la ciencia en los siglos XIX y XX, en el que afirmó que sin embargo las mismas se convirtieron “ en demasiado técnicas y matemáticas para los filósofos, o para cualquiera que no se contara entre unos pocos especialistas". Esto motivó su interés por elaborar un conjunto de leyes completo que con el tiempo se simplificara y pudiera enseñarse en las escuelas, al menos sus líneas básicas. Sus palabras son suficientes para mostrar su objetivo que "todos podamos ser capaces de participar en la discusión de la pregunta de por qué existimos nosotros y el universo". Con este criterio, también interpeló a la mayoría de los científicos que "hasta ahora, han estado demasiado ocupados desarrollando nuevas teorías que describan cómo es el universo en vez de preguntarse por qué es el universo". Con esta lógica, hizo notar que el rol de los filósofos había quedado reducido a la nada, luego de no haberse podido mantener al día del desarrollo de las ciencias; contrariando así la rica historia de la filosofía íntimamente ligada al conjunto del conocimiento humano, y tratando que sea la ciencia la que ocupe este lugar, basada en su método de comprobación científico y desarrollo de un pensamiento teórico. (1)
Este propósito atravesó todas sus obras y publicaciones, destacándose entre las más conocidas "Breve historia del tiempo " publicado en 1988, cuyo prólogo fue escrito por otro gran divulgador de las ciencias, Carl Sagan. Este libro vendió 10 millones de ejemplares y fue traducido a treinta y siete idiomas. En 2005 publicó junto al físico norteamericano Leonard Mlodinow "Brevísima historia del tiempo", donde hace una reactualización del anterior, a través de los cambios operados en la rama de las ciencias en las últimas décadas. Estas publicaciones, junto a otras como Agujeros negros y pequeños universos (1994), El universo en una cáscara de nuez (2002) o El gran diseño (2010) desarrollan de manera simple las principales sugerencias revolucionarias que, a lo largo de la historia, derribaron concepciones arraigadas en las distintas sociedades. Desde que la tierra era plana y que los humanos éramos el centro del sistema solar hasta las principales leyes y descubrimientos que regulan el universo, brindando conclusiones parciales a modo de preguntas para lograr que cualquier persona pueda acercarse y explicar el porqué del origen del universo, el big bang, la expansión del universo, la materia, las leyes que rigen la gravedad, la relatividad general y la física cuántica entre otras.
Lejos de un pensamiento rígido y de ideas preconcebidas, que incluso en el mundo de las ciencias existen, Hawking trató de pensar todo desde un punto de vista histórico y comprender lo más preciso posible los nuevos descubrimientos, a partir de los cuales pensar la complementariedad entre las distintas teorías que se verificaban valederas; a modo de dotarnos de "una teoría del universo que sea consistente y que pueda predecir resultados finitos para las magnitudes mensurables" (2). Esta cualidad ubicó a Hawking, como científico por encima de sus colegas contemporáneos. Su preocupación como divulgador y su capacidad de pensar la ciencia en sus diversos campos de estudio, a partir de la concatenación entre las distintas teorías que se fueron corroborando experimentalmente y a través de ecuaciones matemáticas acertadas, sirvió para tender a conjugar un sistema de conjunto, dotado de un pensamiento teórico filosófico.
Un puente, de Engels a Hawking
Friedrich Engels, uno de los maestros de la doctrina científica del socialismo junto a Karl Marx, puso a las ciencias naturales entre los distintos y principales dominios a ser atendidos. En los trabajos publicados bajo el nombre Dialéctica de la Naturaleza planteó la necesidad de que las ciencias naturales tengan una trabazón con la ciencia del pensamiento filosófico para dotarse de una interpretación acertada de la naturaleza y, como tal, se apropie del método de la dialéctica.
Así, en el viejo prólogo para el Anti Duhiring sobre la dialéctica escribía: “La investigación empírica de la naturaleza ha acumulado una masa tan gigantesca de conocimientos de orden positivo, que la necesidad de ordenarlos sistemáticamente y ateniéndose a sus nexos internos, dentro de cada campo de investigación, constituye una exigencia sencillamente imperativa e irrefutable. Y no menos lo es la necesidad de establecer la debida conexión entre los diversos campos de conocimiento. Pero, al tratar de hacer esto, las ciencias naturales se desplazan al campo teórico, donde fracasan los métodos empíricos y donde sólo el pensamiento teórico puede conducir a algo. Ahora bien, el pensamiento teórico sólo es un don natural en lo que a la capacidad se refiere. Esta capacidad tiene que ser cultivada y desarrollada; y, hasta hoy, no existe otro medio para su cultivo y desarrollo que el estudio de la historia de la filosofía.”
Qué claridad de visión la de Engels y cuán justo el labor al cual el Sr. Hawking puso empeño!
Engels remarcó asimismo la necesidad de que los naturalistas se remonten históricamente a la gran civilización griega para pensar la historia de las ciencias y su pensamiento: (…) “ Y, en efecto, si se quiere llegar a ver claro en cualquiera de estos campos, no hay más solución ni otra posibilidad que retornar, bajo una u otra forma, del pensamiento metafísico al pensamiento dialéctico. Este retorno puede operarse por distintos caminos (…) Podría, sin embargo, acotarse notablemente si los naturalistas teóricos se decidieran a prestar mayor atención a la filosofía dialéctica, en las manifestaciones que de ella nos brinda la historia (...) La primera es la filosofía griega (...) Por eso las ciencias naturales teóricas no tienen más remedio que retrotraerse a los griegos, si quieren seguir la evolución hacia atrás de los que hoy son sus principios generales, hasta remontarse a sus orígenes.”
Y Stephen Hawking se remontó meticulosamente a la historia de las mismas ( 3 ), y claro está, a la de la gran civilización griega, rescatando entre otras a la ciencia de Jonia, pueblo colonizado por los griegos. El científico inglés afirmó que “La ciencia jónica fue una empresa marcada por un intenso interés por descubrir las leyes fundamentales que explican los fenómenos naturales, un hito formidable en la historia del pensamiento humano. Su formulación era racional y en muchos casos condujo a conclusiones sorprendentemente parecidas a las de nuestros métodos más sofisticados. Aunque representó un gran comienzo, con el paso de los siglos una gran parte de la ciencia jónica fue olvidada, para ser redescubierta o reinventada mucho más tarde, en algunos casos más de una vez “.
Entre algunas de las tantas genialidades que Hawking señala de los jonios está la primer formulación del atomismo suministrada por Demócrito (460 – 370 a. C.), que sentó también la idea de la ley de inercia, y dar la revolucionaria idea de que no somos más que habitantes ordinarios del universo y no seres especiales que se distingan por vivir en su centro sostenida por Aristarco (310 – 230 a.C.).
Un trabajo de divulgación que merece ser continuado
Hawking siempre marcó un punto de vista en polémica con las concepciones religiosas que basándose en la ignorancia, la censura o el engaño, han dominado (y lamentablemente aún lo hacen parcialmente ) sobre el conocimiento de las leyes que gobiernan la naturaleza. La concepción del origen del universo de Hawking se abordará en el próximo artículo, acá sólo va una muestra de ese estilo propio en la cual combina divulgación y polémica con humor y sarcasmo.
“Los sucesores cristianos de los griegos se opusieron a la noción de que el universo está regido por una ley natural indiferente y también rechazaron la idea de que los humanos no tienen un lugar privilegiado en el universo. Y aunque en el período medieval no hubo un sistema filosófico coherente único, un tema común fue que el universo es la casa de muñecas de Dios y que la religión era un tema mucho más digno de estudio que los fenómenos de la naturaleza. En efecto, en 1277 el obispo Tempier de París, siguiendo las instrucciones del papa Juan XXI, publicó una lista de 219 errores o herejías que debían ser condenados. Entre dichas herejías estaba la idea de que la naturaleza sigue leyes, porque ello entra en conflicto con la omnipotencia de Dios. Resulta interesante saber que el papa Juan XXI falleció por los efectos de la ley de la gravedad unos meses más tarde, al caerle encima el techo de su palacio.”
El astrofísico, matemático y cosmólogo Sr. Hawking, más allá que aún varias de sus teorías y cálculos matemáticos tengan que ser corroborados en el tiempo, logró en su afán de divulgador ese cometido vital que requieren las ciencias. Es ese que al decir de Engels reside en “no limitarse sólo en su especialidad sino de tener la capacidad de abarcar el todo con su mirada.” Indudablemente este es uno de los retos que tienen los científicos del nuevo período: tomar en sus manos este rasgo cualitativo de Hawking y darle curso para que las masas laboriosas se apropien de estas herramientas tan necesarias en los conocimientos y en la lucha por la emancipación social.
(1) " Los antiguos se esforzaron mucho por entender el universo, pero entonces no disponían de nuestras matemáticas y nuestra ciencia. En la actualidad contamos con recursos poderosos: herramientas intelectuales como las matemáticas y el método científico, e instrumentos tecnológicos como ordenadores y telescopios. Con su ayuda, los científicos han acumulado un rico acervo de conocimiento sobre el espacio. Pero ¿ qué sabemos en realidad del universo, y cómo lo conocemos ? ¿ De dónde viene el universo ? ¿ Adónde va ? ¿ Tuvo un inicio ? ¿ y, si es así, ¿ qué pasó antes de él ? ¿ Cuál es la naturaleza del tiempo ? ¿ Tendrá un final ? ¿ Podemos retroceder en el tiempo ? Avances recientes de la física, que debemos en parte a las nuevas tecnologías, sugieren respuestas a algunas de estas antiquísimas preguntas. Algún día, estas respuestas nos parecerán tan obvias como que la tierra gire alrededor del sol..., o quizá tan ridículas como una torre de tortugas. Sólo el tiempo ( sea lo que sea ) lo dirá.
" Brevísima Historia del Tiempo, Stephen Hawking y Leonard Mlodinow ( 2005 )
(2) El Gran Diseño, Stephen Hawking y Leonard Mlodinow ( 2010 )
(3) “ Vista a escala de la historia humana, la indagación científica es una empresa muy reciente. Nuestra especie, el Homo Sapiens, surgió en el áfrica subsahariana hace unos doscientos mil años. El lenguaje escrito empezó apenas unos siete mil años a.C., como producto de sociedades centradas en el cultivo de gramíneas. ( Algunas de las inscripciones más antiguas se refieren a la ración diaria de cerveza consentida a cada ciudadano.) Los documentos escritos más antiguos de la gran civilización de Grecia datan del siglo IX a.C., pero la cumbre de dicha civilización, llamada el “período clásico”, llegó varios siglos después, un poco antes del año 500 a.C. Según Aristóteles ( 384 – 322 a.C.) fue en aquella época cuando Tales de Mileto – una ciudad que hoy forma parte de la Turquía occidental – formuló por primera vez la idea de que el mundo puede ser comprendido, y de que los complejos acontecimientos que nos rodean podrían ser reducidos a principios simples y ser explicados sin necesidades de recurrir a interpretaciones teológicas o míticas “.
El Gran Diseño, Stephen Hawking y Leonard Mlodinow ( 2010 )