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1ro de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

Debate
Ideología de género y las nuevas guerras del sexo
Leah Muñoz | @leahdanmunoz

No podemos negar que estamos en un momento de intensa batalla política respecto a lo sexual en donde el movimiento internacional contra la “Ideología de Género” busca estrechar de nuevo las fronteras de la conducta sexual.

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En los últimos dos años, en México, América Latina y otros países de Iberoamérica hemos visto el surgimiento de un movimiento conservador que se opone a lo que llaman “la ideología de género”.

Este movimiento internacional, y de magnitudes no vistas en las últimas décadas, está en una cruzada en defensa de la “familia natural” y en contra de lo que consideran un pensamiento que niega las “diferencias naturales” entre hombres y mujeres.

Para este movimiento todo el pensamiento heterogéneo desarrollado en el feminismo, la filosofía y las ciencias sociales que ha hablado del carácter histórico y socialmente construido de la opresión de las mujeres y de las diversidades sexuales, oponiéndose al conservador “biología es destino”, sería para ellos un pensamiento “contranatura” que ha llegado bastante lejos con la modificación de las leyes al implementar derechos para las personas LGBT.

Es por esto que este movimiento internacional, ahora con sus campañas en los distintos países, tiene como propósito rechazar el matrimonio igualitario, la adopción por parte de parejas homosexuales, los derechos de las personas trans, la educación sexual y el derecho al aborto.

En su discurso dicen defender" la verdad científica" sobre el género, la sexualidad y la familia basándose en el conocimiento que proviene de las ciencias biológicas, por ello niegan las ciencias sociales y las humanidades al considerarlas un conocimiento no científico sino “ideológico” que sólo ha deformado la “verdadera naturaleza humana”. Sin embargo este movimiento no quiere realmente saber lo que dirían sobre el género, la sexualidad y la familia la diversidad de posturas en la biología, sino solamente usarla de forma sesgada de tal forma que se respalde un sentido común machista.

La política: arena de disputa de las conquistas LGBTI

Dado este escenario, mal haríamos con mantenernos en la pasividad y subestimar la capacidad de estos grupos- respaldados y movilizados por el poder político y económico de la Iglesia, partidos políticos y empresarios- para arrebatarnos lo poco que como diversidad sexual hemos ganado no sólo en el terreno de lo legal sino también en lo sexual y erótico-afectivo del tránsito cotidiano en el espacio público. Eso que algunos llamarían lo ganado por lo micropolítico cotidiano.

Y es que sí. Lo que se ha ganado con la historia se puede perder con el devenir mismo de la historia; y lo sexual no está exento de esto. Como señaló la teórica feminista Gayle Rubin, en su clásico ensayo Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad [1], el sexo es política, lo erótico es política; y por lo tanto el estado actual de lo sexual y lo erótico se ha jugado y se ha de jugar en la política.

Siguiendo el pensamiento de Marx respecto a la permanente lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, Rubin señala que en la sociedad estamos en una constante guerra del sexo. Hay un conflicto constante sobre las conductas eróticas y los valores sexuales. Escribe la teórica:

En este sentido, el sexo es siempre político, pero hay períodos históricos en los que la sexualidad es más intensamente contestada y más abiertamente politizada.

Según lo anterior, muy seguramente Rubin señalaría que hoy estamos ante uno de esos momentos históricos en que la sexualidad está siendo intensamente contestada y politizada.

Luego de décadas de lucha del movimiento de la diversidad sexual que ha ganado, de forma geográfica y socialmente diferenciada a lo largo del mundo como de los mismos países, ciertos derechos, aceptación y permisividad social acotada; hoy este movimiento conservador busca restablecer un orden sexual y de género que se ha debilitado.

Buscan una reorganización de las relaciones sexuales ahí en donde la “ideología de género” ha atentado pervirtiendo el campo de lo sexual heteronormativo. Pretenden reinstaurar la lógica de que los hombres y las mujeres son radicalmente diferentes física, sexual y psicológicamente, y por lo tanto naturalmente complementarios para llevar la función “natural” de la familia monógama heterosexual.

Les incomoda la posibilidad de que se normalice el hecho de que, por decisión, dos hombres o dos mujeres se unan legalmente, realicen una vida y puedan criar hijos de la misma forma que las parejas heterosexuales, poniendo así en cuestión la jerárquica familia heterosexual; el cambio de género de las personas trans que a la vez evidencie que el ser hombre o ser mujer no es un destino dictado por los genitales; o el hecho de que los niños puedan recibir educación sexual que les haga ver que la heterosexualidad no tiene que ser obligatoria y que otras sexualidades son posibles; o que las mujeres pueden decidir sobre sus cuerpos y la maternidad.

En defensa de la familia, desde el Morena hasta el PAN

Este pánico moral que se nos presenta ahora tiene en su discurso ciertos paralelismos con los discursos de pánicos morales que han habido al menos desde finales del siglo XIX. Hoy escuchamos gritar al Frente Nacional por la Familia: “Con mis hijos no te metas”, para rechazar la educación sexual en las escuelas. En los setentas gritaban en Estados Unidos: “Salvemos a nuestros hijos” de un supuesto reclutamiento homosexual.

“Durante más de un siglo, la táctica más fiable para promover la histeria erótica ha sido la llamada a proteger a los niños”, señala en el mismo texto Gayle Rubin. Esta táctica estuvo presente en las décadas de 1880 en Inglaterra en contra de la masturbación y la prostitución, y en la de 1950 en Estados Unidos en contra de la homosexualidad. Ahora vemos esta misma táctica en contra del avance legal y social que ha tenido la diversidad sexual en general, y la visibilidad que han adquirido sexualidades específicas como la transexualidad.

Mientras que para algunos parecieran risibles los argumentos de este movimiento y los consideran un grupo de locos decimonónicos, la realidad es que este movimiento no sólo está bien articulado sino que ha mostrado que tiene capacidad de incidencia política tanto en las agendas de partidos políticos como con el sentido común de las mayorías.

Esta fuerza política el Frente Nacional por la Familia la mostró con sus masivas movilizaciones en junio del 2016 en distintos estados del país, logrando que el PRI reculara en su propuesta-aunque con claros fines electorales- de implementación nacional de matrimonio igualitario y otros derechos LGBT.

El discurso “en defensa de la familia”, que antes pertenecía solamente al Partido Acción Nacional (PAN), en tan sólo un año se ha vuelto una causa común que todos los candidatos y partidos políticos que hoy van a las elecciones han decidido tomar en sus agendas. Esto no se explica sin la fuerza política que ha mostrado tener el Frente Nacional por la Familia y la Iglesia.

Desde el candidato nacional del Morena hasta el candidato para la Ciudad de México del PRI, el discurso de la Iglesia y el Frente Nacional por la Familia está presente.

Leer: López Obrador, la derecha cristiana y la constitución moral

“Vamos a elaborar entre todos una Constitución moral”, dice Andrés Manuel López Obrador. Por su parte José Antonio Meade hace unos días señaló, tras reunirse con el Frente Nacional por la Familia, que él comparte con dicho frente “valores y la centralidad de la familia como eje rector de la política pública”, y Mikel Arriola ha dicho: "La familia será mi prioridad, la Ciudad de México será la Ciudad de los valores, de la familia.

Los ataques

En los últimos dos años el tema de lo sexual ha pasado a ser centro de la escena política. Esta atención al tema de lo sexual por los partidos políticos está movida por la fuerte promesa de que una sociedad conservadora otorgará el voto a la agenda más conservadora en lo sexual.

En momentos de fuerte tensión social, como los que ahora vivimos en México y América Latina (crisis económica, desapariciones, feminicidios, alto desempleo, pérdidas de derechos laborales históricos y bajos salarios), las disputas sobre la sexualidad se vuelven desplazamientos de las ansiedades y frustraciones sociales.

El Frente Nacional por la Familia no sólo busca eliminar los derechos en aquello estados en donde se ha ganado, sino poner más candados legales en aquellos estados en donde los derechos no se han conseguido.

Además de esto legal, el Frente también hace política por otras vías: lanza autobuses naranjas que recorren las ciudades diciendo que “en educación, ¡biología, no Ideología de Género!”, plagia la campaña de la empresa Larousse para decir que “niño es niño, niña es niña, biología es biología”.

Su discurso de odio sigue promoviendo la violencia cotidiana hacia las personas de la diversidad sexual, y en los estratos sociales más precarizados la violencia es aún más cruel.

Luego de las marchas de odio del 2016 hubo una presencia mayor de crímenes y expresiones de odio en distintos estados del país.

Por su parte todo este clima de derechización y esta fuerte difusión de ideas conservadoras ve motivado el surgimiento de una polarización social más evidente respecto a las conductas sexuales, la educación sexual y los derechos sexuales.

Esta polarización se ve con el surgimiento de manifestaciones de padres de familia para oponerse a los cambios en identidad de género como sucedió en febrero en Tamaulipas. Se aprueban dictámenes que modifican la Ley General de Salud para adicionar la “objeción de conciencia” que permitirá a los médicos negarse a brindar cualquier servicio médico que vaya en contra de sus valores éticos y morales, como el aborto o la eutanasia, y no podemos no pensar que esto no vaya a afectar a personas homosexuales y trans.

Las autoridades de la Secretaría de Educación Pública hacen explícito en medios de comunicación, por demanda del Frente, que la educación pública básica en México tiene un enfoque “explícitamente heterosexual”.

También los abusos policiales y del Estado hacia la diversidad sexual se vuelven más cotidianos. Hace unos días organizaciones LGBT denunciaron que en Coahuila, bajo el mandato de Jorge Zermeño Infante, la policía ha acosado y arrestado a varias mujeres trans bajo el argumento estigmatizador de vestirse como prostitutas y por ende exigirles un tarjetón de identificación. Si no lo portan, aunque no sean trabajadoras sexuales, son arrestadas y para salir deben pagar una multa.

No podemos negar que estamos en un momento de intensa batalla política respecto a lo sexual en donde el movimiento internacional contra la “Ideología de Género” busca estrechar de nuevo las fronteras de la conducta sexual.

Estas batallas sexuales, dice Rubin,“dejan un residuo en formas de leyes, prácticas sociales e ideologías de la sexualidad que a su vez afectarán a las maneras en que se perciba a la sexualidad durante mucho tiempo después.”

Aquello poco que de alguna manera hemos conseguido, por las luchas de aquellos activistas de los setentas y ochentas, como es cierta aceptación social, algunos derechos y la existencia de espacios de convivencia y tránsito público sin las redadas y acoso sistemático de la policía, podría perderse, como de hecho en algunos estados, como Coahuila, comienza a verse.

Frente a este clima de clara ofensiva reaccionaria la Coalición Mexicana LGBTTTI+, compuesta por activistas de todo el país y organizaciones civiles, se presenta para muchos, por ahora, como la esperanza para convencer a los partidos políticos para que incluyan la agenda LGBT rumbo a las elecciones del 2018.

Muchos de estos activistas LGBT, que pertenecen al Morena, al PRI y al PRD, al ver que sus partidos le han dado la espalda a la agenda de la diversidad sexual y la entrada por la puerta grande a la agenda de la Iglesia, se han agrupado en esta coalición para convencer a dichos partidos.

Sin embargo, es un problema político poner esperanzas y organización en el convencimiento de aquellos partidos políticos que han mostrado que tienen la facilidad de darle entrada política a los intereses de la Iglesia en detrimento de los nuestros.

Todo intento por ganar en todo el país nuestros derechos sexuales, la educación sexual y el cese a la violencia tiene que pasar por la organización y la movilización política independiente de aquellos partidos políticos que han mostrado que dependiendo su necesidad electoral le dan paso a la Iglesia en las agendas y en el Estado.

1 Rubin, G. (1989). Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad. En C. Vance, Placer y peligro: explorando la sexualidad femenina. Madrid: Revolución.

 
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