Todas las encuestas -Tendencias, Clarín, Perfil, Gustavo Córdoba & Asociados- confirman que la mayor parte de la población está a favor de la interrupción voluntaria del embarazo. El mismo Eduardo Feinmann lanzó un sondeo, seguro de que los resultados respaldarían su retórica antiabortista… y perdió por goleada. EL 80% (alrededor de 160 mil usuarios) votó a favor de la legalización.
A ello se suma que el 63% de la población cree que la Iglesia no debería opinar sobre el tema. Este sentimiento se expresó con fuerza el 8M, cuando una marea de mujeres inundó las calles del país: “legalización del aborto” y “separación de la Iglesia y el Estado” fueron dos de los reclamos reclamos más escuchados en la jornada.
La reacción de la Iglesia no se hizo esperar. Monseñor Aguer y los miembros más tradicionales de la Curia, junto a los curas villeros, se embarcaron en una campaña contra este derecho elemental. Ejemplo de ello fue la llamada “marcha pro-vida” impulsada por las jerarquías católica y evangélica.
Con motivo de las Pascuas, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, aprovechó para continuar la “cruzada”. A través de un video difundido por Twitter, subrayó que “no tenemos derecho a eliminar ninguna vida” y pidió que “todos los argentinos que están llamados a la vida puedan encontrar su lugar”. “En la secuencia de Pascua rezamos que la muerte y la vida se enfrentaron en un duelo admirable. El rey de la vida estuvo muerto y ahora vive”, agregó el obispo de San Isidro. Su militancia contra las mujeres tiene larga data y es muy activa en las redes sociales.
Anualmente se realizan aproximadamente 450 mil abortos y son las más pobres quienes mueren debido a las consecuencias de la clandestinidad. Estas vidas no les interesan a los clérigos. Una institución envuelta en escándalos de pedofilia y corrupción, continúa imponiendo su moral oscurantista sobre nuestros cuerpos y ejerce presión sobre un tema de salud pública.
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La lucha de las mujeres en las calles mostró que existe la fuerza para combatir la injerencia del Vaticano y conquistar finalmente el aborto legal. Ningún gobierno nos regaló nunca nada. Sólo con la movilización podemos avanzar hacia éste y todos los derechos que nos faltan. |