Es inminente la prisión del expresidente brasileño Lula da Silva, luego de la decisión la Corte Suprema brasileña que habilitó la ejecución de su condena en segunda instancia a 12 años y 1 mes de cárcel.
En el plenario, los jueces volvieron a poner de manifiesto la enorme arbitrariedad del poder judicial brasileño, que utiliza distintos criterios jurídicos en función de los intereses que están detrás del golpe institucional. Esta arbitrariedad ha sido marca registrada de la operación judicial Lava Jato dirigida por Sergio Moro, un juez relacionado con el Departamento de Estado de Estados Unidos.
El resultado ajustado, 6 a 5, mostró una grieta en esta Corte Suprema golpista. Sin embargo, prevaleció la determinación de proscribir la candidatura de Lula, candidato mejor posicionado en las encuestas electorales, y mejorar las chances de un candidato que le de continuidad al proyecto golpista.
Sin duda, la fuerte presión ejercida por los altos mandos militares fue el elemento más revulsivo antes y durante la decisiva jornada. Las declaraciones de los jefes del Ejército y Aeronáutica mostraron un salto en la injerencia de las fuerzas armadas en la política del vecino país.
El presidente Temer, que cuenta con apenas el 5 % de popularidad, ha nombrado a un militar para la cartera de Defensa, ha autorizado la militarización de Brasilia y más recientemente en Rio de Janeiro, en el marco de la que fue asesinada la concejala de izquierda Marielle Franco.
El fortalecimiento de la derecha brasileña tiene sus raíces en la propia política de alianzas durante los mandatos del Partido de Trabajadores, que llevó al golpista Temer a la vicepresidencia de Dilma Rousseff. | 
